viernes, 24 de junio de 2016

El canto a la Luna.

María del Carmen de los Ángeles
Fuenmayor Cárdenas (Mamá Carmela).
La vida del campo tiene encantos ancestrales, además de la dura jornada diaria, los usos y costumbres, cantos, cuentos y leyendas, anquilosados con el tiempo y en la memoria generacional de las viejas familias; de esas tradiciones campechanas, rememoro uno que me enseñó mamá, quién se lo enseñó a su vez, mi abuela Mamá Carmela.

En la calle 69A con avenida 13 de Tierra Negra,
de nuestra Maracaibo, estaba esta casa 
propiedad de mi padre Pascual Reyes Albornoz.
Érase una noche de Luna Creciente, carajito yo entonces, acompañando a mi madre, regando las matas del patio de nuestra añeja casa, mamá me contó uno de sus recuerdos de juventud, cuando desde la Majada del Hato "San Luis" del abuelo Papá Luis, emergía en el cielo de la tarde a la noche, la Luna, asomando su amplia sonrisa en el horizonte, por el lado oeste del hato, coronando el cenit de aquellas noches cuajadas de estrellas, era la Luna en su fase creciente; la abuela Mamá Carmela, muy querendona y devota como era, daba sus acciones de gracia a la Luna, de este modo: "Bienvenida seas Luna guerría, mi corazón se alegra y mi alma se ríe, Dios que te hizo para crecer y menguar, danos vida y salud para verte acabar". 

José Luis Montiel Villalobos
(Papá Luis).
Desde la antigüedad, los campesinos le hacían seguimiento a la Luna en su paso por el cielo nocturno, para servirse y guiarse de ella en la siembra y la cosecha, para la poda de las plantas y la castración de los animales, y para su cruce y para su cría. Era la Luna, la compañera sempiterna del agricultor en sus afanes agrícolas y de cría de animales de corral y ganado vacuno, porcino y cabrío.

Desde aquella noche, la primera vez que escuché el canto de bienvenida a la Luna, me quedó una gran y sublime impresión por la contemplación cósmica, mirando sobre el cielo azul resplandeciente de la noche, el Universo, sus estrellas y la Luna, aferrado a la atención de la influencia astral que sobre los seres vivientes ejercían aquellos astros y demás cuerpos celestes.

"Bienvenida seas Luna guerría,
mi corazón se alegra y mi alma se ríe,
Dios que te hizo para crecer y menguar,
danos vida y salud para verte acabar"

Decía como desde la antigüedad, ha cautivado al hombre para su entendimiento y sobrevivencia milenaria la Luna y las Estrellas, pioneros fueron los sacerdotes y astrónomos de la civilización Sumeria y Babilónica, quienes habían diseñado un calendario basado en ciclos de 295 días, que hay entre cada luna nueva, período lunar que dividía el año en doce lunaciones o meses y sumando un total de 354 días. 

Por su parte los sacerdotes de Mesopotamia, altamente versados  en astronomía y matemáticas hicieron un calendario posterior basándose en observaciones lunares, lo que lleva implícito la observación constante del fenómeno lunar y su duración de lunación variable y comprendida entre 29 días 6 horas y 29 días 20 horas.

El sistema sumerio Babilónico sirvió de modelo para el calendario Hebreo, pero  los Judíos introdujeron la semana de 7 días, más o menos un cuarto de lunación, que después heredamos los Cristianos, por cuanto la semana de 7 días pasó a los Romanos y de éstos, a través del Cristianismo, se diseñaron el calendario Juliano primero y el calendario Gregoriano después, pasando a toda Europa y más tarde a los países colonizados de América, Asia, África y Oceanía.

Los Aztecas eran politeístas, sin embargo,
tenían un Dios centro del Universo "Quetzalcoatl"
a este Dios principal dedicaron esta gran construcción piramidal.

La cultura Mexica o Azteca y demás pueblos Mesoamericanos, como Olmecas, Toltecas y Mayas, entre otros, sabían que en el quinto Sol, el período sinódico de la Luna consiste en 29.5209 días, un cómputo más exacto que el del calendario Gregoriano, que fue introducido en Europa hasta mucho después de que fuera descubierta América.

Los primeros calendarios prehistóricos se basaron en la traslación de la Luna alrededor de la Tierra, pero con el desarrollo de la agricultura, el Sol se convirtió en la base para el registro del tiempo ya que las estaciones y el momento de sembrar y cosechar, dependen de la traslación de la Tierra alrededor del Sol, sin embargo, cabe la duda sobre sí en el pasado remoto existían conocimientos que después se perdieron en la madeja de los siglos, así que no podemos asegurar que quienes diseñaron los primeros calendarios solares de 360 días, no conocían la traslación de la Tierra.

Entendidos dichos antecedentes, es parte de la cultura de nuestra civilización humana, las razones ¿Por qué muchos agricultores siembran y cosechan tomando en cuenta las fases de la Luna? Su experiencia desde antiguo, les ha demostrado que sembrar y cosechar en determinados períodos es mejor que en otros y ese conocimiento lo hemos heredado de nuestros antepasados, ya que de sus observaciones, cuando hay luna llena, su luz favorece el crecimiento en altura de las plantas, también los tejidos de las plantas tienen más savia y es ideal para recolectar hortalizas y preparar la tierra con el arado.


Cuando está en cuarto menguante, ocasiona en las plantas que la savia se concentra en las partes subterráneas por lo que se aconseja sembrar patatas, ajos, zanahorias, cebollas, rabanitos y todo tipo de rábanos, en definitiva las hortalizas con bulbos, es aconsejable sembrar aquellas hortalizas de las que consumimos la parte aérea, como la lechuga, o espinaca a las que queremos evitar que espiguen o pongan flor antes de tiempo. También en cuarto menguante, señalan los viticultores, se aconseja podar e injertar o cortar sarmientos a los viñedos, es decir, cortar sus efloraciones de ramas delgadas y nudosas, para la mejor calidad de los vinos.

En cuarto creciente, en las plantas su savia sube más y llega más aglutinante a la parte aérea, y en ese estado se favorece la oportunidad para las podas en los árboles a los que se les quiere dar más rendimiento frutal, tambien a las hortalizas que se consume la parte aérea, lechugas, Apios, Perejil, Cilantro, Cebollín.

Fases Lunares de creciente a menguante, en su paso y su vista desde nuestra madre Tierra,
la influencia del campo gravitacional ejercida entre la Luna y la Tierra es la "causa"
de una serie de fenómenos físicos,  químicos y biológicos sobre los seres vivos y plantas,
hasta en el clima y los movimientos de los océanos y mares,
sin la Luna nuestro planeta seria un planeta sin vida,
por eso Dios la dotó de esa maravilla como novia inseparable de sus noches.
Todo ese perfecto y equilibrado proceso no es consecuencia, ni "casualidad"
menos mera coincidencia evolutiva o del azar en el Universo,
es una manifestación Divina de la Creación. 

El apareamiento de cualquier animal es mejor hacerlo en Cuarto creciente, pues nacerán los críos más fuertes, con mayor crecimiento y cuando queramos comer su carne ésta resultará más sabrosa; este fenómeno se produce tambien en los humanos, la fase lunar influye incluso en su pelo, si debemos cortar el pelo (o quitar la lana) a un animal, el pelo cortado en cuarto creciente a luna llena, crece más rápidamente y será fino; mientras el Pelo cortado en menguante se fortalece pero crece menos rápido.

En cuanto a la castración de animales para su engorde es mejor hacerlo en cuarto menguante, por un razón sencilla, al igual que en el cuerpo humano, las heridas cicatrizan con prontitud y hay menos derramamiento de sangre al cortar, en el caso de los animales sufren menos, así que la castración debe hacerse en esta fase lunar; al contrario, la matanza de animales para consumo humano, no debe hacerse en cuarto menguante si lo que queremos es aprovechar su carne, puesto que pierden peso y necesitan más tiempo de cocción para su ablandamiento; en el caso particular de la Gallina, si queremos poner la gallina a empollar los huevos, es mejor hacerlo en luna nueva y mejor aún en cuarto creciente.

En las labores generales del campo, la limpieza de hierbas adventicias, aquellas que se generan espontáneamente creciendo al lado de las cosechas sembradas por el agricultor, lo haremos mejor a partir de la luna llena, es decir cuando la luna empiece a menguar preferiblemente a partir de la media luna menguante; así mismo si se desea labrar y evitar la germinación de éstas hierbas silvestres será preferible realizar tal labor en las noches sin luna, ya que la luz desencadena el proceso de germinación, entre luna menguante aproximándose a luna nueva, para evitar que nazcan enredaderas y cardos debemos trabajar la tierra cuando está seca; para desbrozar espinos, zarzas y otras plantas invasoras. 

Para sembrar y plantar, además de las lunas apropiadas debemos tener en cuenta que es preferible sembrar por la mañana y plantar por la tarde. Para que entendamos bien los conceptos sembrar y plantar diremos que por ejemplo las papas, rábanos, zanahorias, trigo, cebada, entre otras, se siembran; mientras que los árboles frutales y los plantas diversas se plantan.

Cuando deseemos abonar las tierra lo haremos preferiblemente en luna creciente, cuando realicemos maceraciones o preparados de plantas lo haremos siempre en recipientes de madera o barro pero nunca metálico y en luna creciente; en cuanto al injerto es preferible efectuarlo siempre en luna ascendente.

El tiempo para las Cosechas, se conservaran mucho mejor si tenemos en cuenta la luna y otros signos estelares, de este modo general podemos decir por ejemplo que se consiguen mejores resultados cosechando en luna ascendente las hortalizas que crecen por encima del suelo y en luna descendente para los que crecen por debajo tierra como las raíces, patatas, boniatos, rabanitos, nabos, etc., evitando siempre el mal tiempo.

Los frutos cosechados en luna ascendente son más jugosos y el proceso de maduración se acelerará más rápido, es preferible recolectarlos en luna menguante a excepción de los ajos y cebollas que prefieren la luna creciente, siendo siempre el momento más indicado para recoger la cosecha, el de las primeras horas del día al despuntar el alba, por ser el mas recomendado por los viejos veteranos campesinos para obtener buenos frutos de todas las cosechas, de esa costumbre mañanera quedó el dicho popular "El que madruga Dios lo ayuda".

JLReyesMontiel







sábado, 18 de junio de 2016

Pregoneros marchantes.

Marchante en su burro
Todos conocemos la canción del maestro Rafael Rincón Gonzales Pregones Zulianos y bien sabemos como en el centro de Maracaibo es común ver y escuchar a los diversos vendedores ofreciendo sus productos y mercaderías a vox populi, pero seguramente también recordaran los más cincuentones aquellos pregoneros que iban por las calles marabinas sobre bestias, cantando a su muy particular modo, lo que vendían de casa en casa.

Entonces la oferta era tal que no había que buscar en el mercado ciertos rubros de consumo, pues los marchantes por su interés de vender, deambulaban por las calles de la ciudad de Maracaibo, bien sea sobre carretillas empujadas por algún ayudante, también mediante tracción de burros y otros hasta en bicicletas, vendiendo a domicilio aquellas cosas y alimentos  de primera necesidad para el hogar.

Había vendedores de todo género y especies, empecemos desde una fresca mañanita marabina, allá desde la solariega casa de mi infancia, nuestro perro “Duque” iba y venía ladrando a cuanto transeúnte pasará por el frente, pasaba en bicicleta el periodiquero con el Panorama de ese día para papá, terrible aquel repartidor de prensa, lo lanzaba cual grande liga de béisbol con inmisericorde fuerza mientras pasaba veloz con su silenciosa bicicleta,  teníamos que recogerlo antes que nuestro perro se encargará de destrozarlo. 

Luego pasaba en una ruidosa trimoto con cajoncito detrás, el portugués con su pan francés calientico, ese avisaba, solo por su moto claro está que estaba por llegar el desayuno y la cena del día, entregando el pan en el portón de casa, luego cobraba al cierre de la semana. 

Como a eso de las ocho de la mañana pregonaba el vendedor de escobas y lampazos, ese ya lo hacía cantaito, de este modo… -lampazos y escobas, escobas y lampazos- así marchaba sobre su burro de esquina a esquina de nuestra calle mientras “Duque” el perro furiosos deliraba ladrando y ladrando.

A las diez un poco más o menos, era el turno del vendedor de pescado, desde lejos ya se dejaba escuchar su muy particular pregón… -la corvina fres, la lisa fres, el pescao fres- cantaito con un tono tan chillón que apenas se comprendía el sentido de sus palabras,  ese señor pasaba con su bicicleta de cajón delantero donde se sostenía una cava hecha en rustica madera, sobre la cual disponía el pedido requerido y mientras regateaba con el cliente el precio del kilo del producto, le raspaba con un cepillo de clavos las escamas a los peces.

Al rato, pasaba en su carretilla de madera empujada por el mismo marchante y su ayudante, el verdulero con sus frutas y demás verduras frescas, sobre un pedestal guindaba el peso desde el cual calculaba el precio por kilo de medida detallada al comprador; más luego pasaba también en su carretilla el platanero, éste cantaba de este modo –plátano verdeé, pláaatanos madurooos-  ve que molleja de 12 plátanos por el precio de un Bolívar, ni hablar.

Como a las tres de la tarde aproximadamente, pasaba un señor con un palo al hombro en cuya parte superior disponía sus golosinas de melcocha, no sé porque pregonaba su producto como “Quesito Americano”  pues este era un caramelo colorido grande y espeso,  muy dulce pero una verdadera melcocha que se pegaba a tus dientes y muelas, resultando hasta incomodo chupárselo, más tarde la industria de las golosinas infantiles, generó un caramelo más pequeño cuyo nombre le vino al pelo… el famoso “Sacamuelas” muy parecido a la tradicional melcocha marabina.

Ah por supuesto, no podría dejar de mencionar las campanitas de los heladeros, las trompetas de los cepilladeros, y el taqui taqui de las pinzas de los pasteleros, esto no tenían hora del día para pasar por tu casa, para satisfacer el gusto de comerse un pastelito caliente o refrescarse el calor del día.

Pregoneros de mi ciudad, te quedaste en el silencio bucólico del pasado, eres parte de mis imágenes y sonidos de mi infancia, por esas calles de Dios vas cantando con el sudor de tu trabajo tu sustento y resolviendo las carencias de la gente.

JLReyesMontiel.  

 

jueves, 2 de junio de 2016

No leas esta carta.

1872-1947
Cuentista, ensayista y periodista.
Un mensaje de necesario contenido y muy actual, es el que nos muestra en esta redacción estilo carta, el intelectual venezolano Pedro Emilio Coll, dirigido a esa juventud siempre habida de cambios y en busca de la verdad y la regeneración del hombre y de las ideas, cuando sus ideales y sueños de estudiante se atoran en la realidad del ejercicio profesional y en su cotidiana existencia, quedando en las aulas aquellas juveniles inquietudes alumbradas a la luz de una lampara de estudio y entre los libros de las vigilias del aprendizaje.

"Contigo hablo, joven de mi país, de mi edad, de mi raza moral. Te hablo fraternalmente porque conozco tu historía que es casi la mía. A los diez años cargado de libros pusiste los pies en la escuela. Ya tu mamá te había enseñado á deletrear y á rezar. Con igual seguridad recitabas, sin penetrar mucho ó nada del sentido de las palabras, el Padre Nuestro y los cuentos del libro primario: «Perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos á nuestros deudores»...    

En la escuela el maestro te tiraba de las orejas para hacerte comprender las lecciones y hacértelas repetir de memoria; tus compañeros te iniciaban en pequeños vicios y ferocidades. Después, en el colegio, leíste á Paúl de Kock cambiastestrompis y estampillas, aprendiste á buscar en el Diccionario los terminos obsenos y estudiaste latín; del cual recuerdas la primera declinación. Entre tanto suspirabas por las mujeres de teatro y estuviste tan tristemente enamorado que de noche llorabas sobre tu almohada con un nudo de lágrimas en la garganta, copiabas versos en las páginas de tu álgebra, y aún soñabas con un idílico matrimonio.

Con el bozo naciente entraste en la Universidad y cumpliste con la tradición de ser un estudiante revoltoso y enemigo del gobierno. Silvaste á los transeúntes y á los diputados en la barra del Congreso. Tu primer artículo fue un artículo de oposición, en donde decías poco más ó menos «¡Paso á la juventud!» «¡Abajo los tiranos!»

Antes de cumplir los diez y siete años ya eras bachiller. Pasaste seis ó siete años en las aulas, medio distraído pero puntual, para ser médico, abogado ó ingeniero. Con ahogada voz leíste tu tesis y entre abrazos recibiste el título de Doctor, y seguido de amigos, que mientras tú sudabas la gota gorda se entretenían diciendo dicharachos en los corredores, destapaste algunas botellas de cerveza y oíste algunos discursos congratulatorios.

La mañana siguiente te encontró hecho un Doctor, y tú experimentabas, con melancolía, el fin de tus estudios y el comienzo de un malestar. Eras un hombre, los demás te lo aseguraban -aunque tú no te dabas cuenta exacta de ello, y entrabas en la Vida.

¡Entrabas en la Vida!... ¿Con qué bagaje? Con tu diploma sellado y firmado tu cerebro lleno de definiciones, tu memoria fatigada, raquítico de cuerpo, inhábil para la acción y con una religión vacilante ó sin religión. Como abogado novicio tenías escrúpulos de conciencia y los crímenes. Y demandas no sólo te daban asco sino que huían de tí; como médico te faltaban enfermos; como ingeniero... los albañiles bastaban para la construcción de una casa. ¿Qué hacer? Tu título te invalidaba para un oficio, y como un desesperado que espera algo te lanzaste en busca de un empleo público.

El día siguiente de las revoluciones fue un día amargo para tí ¿oh mi hermano! Los hombres en quienes habías puesto tu fe traicionaron tus ilusiones. La idea, interpretada por los políticos, se rebajaba al nivel de una vulgar ambición. En la cofusión del bien y del mal has estado á punto de ser un sectario. Sin embargo, La buscas porque tu espíritu no se ha acostumbrado á la resignación y está ansioso de verdades.

Pero mientras tales luchas se libran en tu alma, otros compañeros de más fortuna ó voluntad, te señalan como un desertor ó como un mercenario de la pitanza nacional. Y en secreto te avergüenzas de tu holganza y te ocultas ruborizado entre los que esperan su sueldo en la taquilla de la tesorería. Comprendes que tu juventud y tu inteligencia deben obrar en una dirección más libre y que tus manos lacias y pulidas deben encallecerse y empuñar la piqueta y el estandarte.

Aún es tiempo ¡Oh hermano mío! De enaltecerlos ante nosotros mismos, sin esperar que la polilla y los años caigan sobre nuestra cabeza atormentada y antes que en la silla de la oficina pública se marque la forma de nuestras espaldas

Si no te doy un método de energía es porque no lo tengo, pero quizás meditando juntos llegaremos á encontrarlo.

En mí opinión debemos reformar nuestra vida interior primero que tentar una influencia sobre los demás. Averiguar nuestras aptitudes y encauzarlas.

La valoración sincera de las creencias que debemos adoptar nos comunicará una fuerza viril. La verdad de hoy puede no ser la verdad de ayer; no temamos contradecirnos rectificando un error.

Si somos unitarios ó federales, socialistas ó anarquistas, digámoslo ó probémoslo. La mentira pudre la conciencia.

No vayamos asidos a la espada ó la levita de los hombres que no piensan como nosotros porque son de otra época.

No nos sonrojemos de prepararnos para una profesión de las calificadas de humildes; un trabajo físico es el más digno y el más sano de los Sports, a pesar de lo que contradiga la hipocresía elegante; el cerebro adquirirá su equilibrio y las ideas saldrán fuertes y lozanas cuando los brazos no permanezcan ociosos. La fuerza que empleamos en los ejercicios gimnásticos podemos emplearla en mover una máquina ó dirigir un arado. Un taller que fuera al mismo tiempo un círculo artístico, ó filosófico ó científico ¡Oh la bella y fácil utopía!.

Mil proyectos se agolpan en mi mente en estos balbuceos de energía y de regeneración pero que yo ¡Oh hermano mío! No me atrevo á enunciar bajo la mirada hostil y burlona del Hombre Práctico.

¿Será posible que muramos en la inercia, oh joven de mi país, de mi edad y de mi raza social?." 

Pedro Emilio Coll