domingo, 22 de marzo de 2015

Desde Hospital hasta Escuela de Cristo.

Ermita de Santa Ana, Maracaibo.
De la Maracaibo colonial nos queda una herencia importante de aquella gente, de la gente que colonizó estas tierras, en nada comparables con la supuesta baja estirpe, que según la leyenda negra de la colonización española, constituyeron la génesis poblacional de nuestra ciudad y el mal congénito al cual se le achacan todos los perjuicios y debilidades de nuestra raza, respecto de la colonización anglosajona del Norte de América, donde la prosperidad y el trabajo son valores fundamentales de aquellos pueblos, mientras el nuestro es corrupto porque corruptos fueron quienes colonizaron nuestra tierra, plagado de todo tipo de vicios, sin embargo existe pruebas contundentes en la conducta y obra de aquellas gentes que colonizaron esta tierra y conformaron esta nación, que no siempre fue así, que la leyenda negra leyenda es, y en nuestros pueblos a lo largo y ancho de nuestra Venezuela, aquellos colonos dieron muestra y prueba fehaciente de hidalguía ibérica, de trabajo, honestidad, fe y riqueza material.

Casa de La Beneficencia.
Un ejemplo de estas personalidades, por demás filantrópica,  fue sin duda, Doña Inés del Basto, amadísima esposa de don Francisco Ortiz, erase y cuéntese de una dama distinguida originaria de Andalucía en los días de la nacientes colonia, establecida en el lugar donde actualmente se encuentra el Hospital Central Antonio José Urquinaona y la iglesia de Santa Ana, donde antiguamente los esposos Ortiz del Basto levantaron un hato de ganado menor, en lo que sería para esa época los suburbios de la ciudad, pues la naciente Maracaibo contaba con las calles Nueva Zamora y las designadas más recientemente como calle Independencia y calle Bolívar, las cuales llegaban hasta el lugar donde más tarde se construyó la iglesia de Santa Bárbara; allí  era El Calvario para la conmemoración del vía Crucis en la Semana Mayor, que era señal del límite de la población, de manera que el hato de doña Inés del Basto estaba en pleno campo, distante de la pequeña villa de Maracaibo. 

Altar y nave de la ermita de Santa Ana,
notese los cuadros en sus muros,
invaluables obras de nuestro acervo colonial.
Forma de propiedad y de producción agrícola era entonces el uso para la labores del campo y ganadería de la mano de obra esclava, sobre todo de población africana, Doña Inés poseía varios esclavos a su servicio y para atenderlos en sus enfermedades pidió y obtuvo el permiso de establecer una ermita dedicada a Nuestra Señora de Santa Ana y un hospital de seis camas, hizo traer de España las imágenes de Santa Ana y San Agustín, un altar y varios cuadros grandes pintados al óleo, que todavía se conservan en dicho templo, al acceso y vista de todos, y para la conmemoración de la Semana Santa un Santo Sepulcro con el Cristo yacente, el cual se conserva aún en la Catedral de Maracaibo. 

Aquel hospital de seis camas, fue la sede del primer hospital de la ciudad, luego ampliado y denominado la "Casa de Beneficencia" pero también recibió el nombre de “Hospital de Santa Ana” por ser las Hermanas de la Caridad de Santa Ana sus benefactoras, siendo originalmente inaugurado el 26 de julio de 1608, cuatrocientos años de asistencia médica y hospitalaria lleva en su haber este digno recinto, destacando su arquitectura colonial, el cual se mantiene a pesar de numerosas modificaciones y ampliaciones que se realizaron en su interior. Recibe actualmente su nombre oficial del doctor Antonio José Urquinaona Bracho un abogado, filántropo y profesor venezolano.

Frontis actual estilo neo clásico y segunda planta.
Un dato curioso, sobre los terrenos del hato de doña Inés del Basto, se erigió, durante la colonia y los primeros tiempos de la república, una plaza pública con el nombre de Santa Ana, en las conmemoraciones de Semana Santa de esta plaza, salían del templo en marcha con el Santo Sepulcro, procesiones de flagelantes, así se llamaban los penitentes que se azotaban por su propia voluntad, lo que causaba revuelo en la población por la dureza a la cual se sometían auto flagelándose. Y fue, hasta fines del siglo XIX, la tradición popular, que los pasos de la procesión del Viernes Santo salían con el Santo Sepulcro del templo de Santa Ana hacia la catedral, donde quedaban a la veneración de los fieles hasta el domingo de Resurrección, cuando eran regresados al templo de Santa Ana, al cual pertenecía, muy a pesar de no poseer el carácter de catedral.

Un aspecto, de este templo marabino, para destacarse, en sus muros se encuentra enterrados los restos del Brigadier Joaquín Primo de Rivera, gobernador de la provincia de Maracaibo durante  los años 1788 a 1796, los cuales a su muerte fueron depositados en dicho  templo de Santa Ana; quién era ascendiente, como tío abuelo, del gobernador español Miguel Primo de Rivera, primer ministro del rey Alfonso XIII de España.  Aquel gobernador, demostró  haber sido un gobernador recto y justiciero; inclinado al bien, favoreció a los pobres y necesitados, como correspondía a un miembro de familia tan distinguida de España.

Hoy es un templo favorito para celebraciones matrimoniales,
bautizos entre otros actos sacramentales
formales con pompa y circunstancia.
Otro aspecto histórico a resaltar de este sencillo templo, es haber servido en los tiempos precedentes a la guerra de independencia, como punto de reunión del movimiento denominado “La Escuela de Cristo”, sociedad secreta de patriotas que celebraba sus reuniones con el pretexto de prepararse como flagelantes para los días santos, las cuales se realizaban en la Semana Santa. Siendo develados a traición, sus socios fueron apresados por el gobernante español de turno; frustrando el movimiento conspirativo para proclamar la República e Independencia, dicho levantamiento debía estallar en Maracaibo el 26 de marzo de 1812.

Los patriotas marabinos se reunían en el templo de Santa Ana donde paralelamente a sus oraciones comunicaban noticias, recados e instrucciones para el cumplimiento de sus planes independentistas, engañando a las autoridades españolas que no encontraban el centro promotor de la agitación provocada por las múltiples pintas de consignas revolucionarias, y panfletos las cuales los revolucionarios hacían llegar a muchos sectores del pueblo. 

Mientras estas actividades se encontraban en pleno desarrollo, el Generalísimo Francisco de Miranda, gobernaba con poderes extraordinarios la Confederación Venezolana; A nuestra Provincia Maracaibera, ni a Coro ni Guayana, no pudo hacérseles llegar el instructivo de la Junta Suprema de Caracas, para la elección de nuestro representante para el primer Congreso, como sí lo cumplió con las demás provincias en que estaba dividida la Capitanía General de Venezuela, de tal manera la provincia de Maracaibo no pudo proveerse oportunamente de un representante ante el congreso de la unión.

Razón por la cual, aquel mismo Congreso que declaró la Independencia el 5 de Julio de 1811, tres meses después, el 21 de diciembre de dicho año, sancionó la Constitución que en su artículo 128 dice: “Luego que libres de la opresión que sufren las Provincias de Coro, Maracaibo y Guayana, puedan y quieran unirse a la Confederación, serán admitidas a ella, sin que la violenta separación en que a su pesar y el nuestro han permanecido, pueda alterar para con ellas los principios de igualdad, justicia y fraternidad de que gozarán, desde luego como todas las demás Provincias de la Unión”.

Entre la documentación histórica rescatada, se halla el Manifiesto de fecha 1º de marzo de 1812, cuyo texto es de este calibre: “Patriotas maracaiberos: la noble empresa de rescatar nuestra bella tierra de la incertidumbre en que vegeta, desarrolla sus medios de acción, la luz de la libertad ilumina las frentes de los descendientes de Mara, vigorizando su voluntad, marchando a paso gigantesco. Pero a medida que la posibilidad de éxito nos alienta, nuestro deber eleva su sagrado carácter y requiere la práctica de austeras virtudes y la más completa abnegación hasta el sacrificio de la vida en la tortura, si fuere necesario”.

“Unión fraterna, para que sea positiva la unidad de la acción, docilidad para ejecutar el mandato, activa vigilancia, perspicaz recato, profundo sigilo, firme convicción y confianza de alcanzar eso, nos demandan sin prescindencia, el honor y la patria, y la seguridad de todos y cada uno. Preparémonos en esta forma para el día solemne que se acerca; e invoquemos a Dios. Los Miembros de la Junta Directiva”.

Se sabe que entre los miembros del Movimiento la Escuela de Cristo se encontraban en su última reunión, efectuada el 12 de marzo del referido año, presidida por Don Juan Crisóstomo Villasmil, se hallaban León Campos, Joaquín y Marcelino Vale, Nicolás Leiva, Dionisio Torres, Domingo Briceño, José Antonio Almarza, Fernando Saint Just, Diego Melo, Manuel López, Juan Evangelista González, Jacobo y Francisco Puche, Pedro Lucas y Cenobio Urribarrí, Tomás Vega, Lucas, Ildefonso, Martín y Manuel Molero, José Manuel y Pedro Borrego, Antonio Añez, José Lozano, Patrón Belloso, Jesús Mendieta y José María Carrasquero tomados de los nombres de algunos de estos patricios, pueden leerse en el frontispicio del templo de Santa Ana de la ciudad de Maracaibo.

Este movimiento sumaba con parte de las tropas del Cuartel de Veteranos, milicias y flota de buques armados, a los que pertenecían algunos de los comprometidos, casi todos oficiales al servicio de España que conspiraban por la Independencia de su patria nativa; desgraciadamente, esta revolución fracasó, surgió la traición de un tal Servando García, quien por envilecimiento al dinero, ascenso y cobardía, vendió a sus compatriotas; el Gobierno español decretó severas medidas contra los conspiradores, unos condenados a muerte, otros remitidos a las bóvedas de la fortaleza de San Carlos en el Zulia, otros fueron a parar al Castillo de Puerto Cabello, mazmorras de Cuba y Puerto Rico; aunque afortunadamente, varios lograron evadirse hacia las Antillas.

Haciendo un análisis histórico, de proclamarse Maracaibo oportunamente en favor de la causa revolucionaria y por la independencia, otras serían las consecuencias, y diferentes hubieran sido los acontecimientos de haber triunfado los patriotas de la Escuela de Cristo; pues constituido el gobierno republicano en Maracaibo, las entusiastas y aguerridas fuerzas con las que contaban, hubieran asegurado la plaza marabina,  libertado a Coro y derrotado al jefe realista Domingo Monteverde, quién desde esa insigne ciudad partió con fuerzas realistas en su marcha hacia Caracas, para enfrentarse al mismo Generalísimo Miranda,  éste no hubiera capitulado, y en consecuencia caído la Primera República.

Columna conmemorativa a la Libertad en el centenario
del nacimiento del héroe epónimo del Zulia
Gral. Rafael "E Brillante" Urdaneta.
Del lado de la ermita de Santa Ana y en todo el frente del actual Hospital Central área de Traumatología, se levantó en la celebración del centenario del nacimiento del general Rafael Urdaneta, a costo de los aportes de los empleados de comercio de Maracaibo, un monumento conmemorativo a ese efemérides y alzaron una columna estriada coronada por un capitel de estilo Corintio y sobre éste colocado un busto de una dama con gorro frigio, representando la Libertad; dicha obra fue ejecutada por obreros de la ciudad y desde entonces la llamada popularmente Columna de la Libertad, luce y seguirá luciendo en las esquinas que cortan las calles Carabobo y Federación, desafiando el tiempo como testimonio de durabilidad y resistencia de una obra hecha a mano por obreros del país. 

Plaza Bustamante observe los rieles del Tranvía y añejos edificios aledaños al viejo Hospital que imprimían clase al lugar, hoy es un sitio de estacionamiento, 


El gremio de médicos del Zulia,  obtuvo de la Municipalidad de Maracaibo permiso para hacer una plaza en el espacio libre que tenía en su frente el templo de Santa Ana, a la memoria de su maestro el doctor Francisco Eugenio Bustamante, ostentando un busto del eminente médico Zuliano, procediéndose a ejecutar los trabajos necesarios. Por años la plaza se conoció como Plaza Bustamante y otrora sus escalinatas desaparecieron para dar paso a la avenida litoral del Lago "El Milagro". 

José Luis Reyes Montiel.


Bibliografía consultada:
La conspiración de la Escuela de Cristo. Nava Urribarrí, Vinicio.
Dr. Ernesto Garcia Mac Gregor. Pagina Web.
Maracaibo obras e historias (maracaibozulia.tripod.com).