sábado, 16 de febrero de 2019

Las Agarraitas.

El bullyng escolar es algo que se ha dado siempre
pero que hoy día adquiere graves consecuencias
por una actitud indecorosa y poco honorable
entre las nuevas generaciones,
que ha levantado una muchachada agresiva
por una parte y atontada por otra. 
El llamado Bullyng traducido al español Intimidación, según los entendidos, es manipular a otro mediante el miedo, sea por amenaza física, malas miradas, maquinaciones emocionales, abuso verbal, humillación pública e intencional, en fin generando un maltrato mental y físico a su semejante.

Y como indica el elocuente cartel situado al margen y objeto de este relato, hoy día se trata más con un criterio psicológico que con viejos criterios, aunque mas inconsecuentes, quizás mas efectivos y contundentes.

Agarrarse en dialecto maracucho es también caerse a piña, es decir, a puños con algún contrincante majadero, de muchacho en el colegio como yo era gordito me fuñían mucho por eso, y yo no daba tregua a cualquier afrenta que se me planteara.

De esos años recuerdo mi primer encuentro campal, fue durante mi segundo grado de primaria en la Escuela Lucila Palacios, yo provenía del Colegio Las Mercedes pero a la muerte de papá no pude continuar el siguiente año por el costo de matricula y mensualidades cuyo pago se hacía oneroso para mi madre, ese cambio de ambiente a una escuela pública fue drástico en mi comportamiento, como era de esperarse había un guapetón en el aula de clases, recuerdo de nombre Cesar Cáceres el muy muérgano, era alto y fornido, reiterado repitiente de curso.

Un mediodía a la salida de la escuela y esperando el transporte de regreso a casa, vi a lo lejos acercarse como solía hacerlo al puñetero carajo para mofarse de mí ante mis compañeros del transporte, pero esta vez le tendí una emboscada, me armé de una rama de palma seca que estaba al lado del tronco del árbol, el asunto fue que dejándole acercarse ya a tiro de brazo tomé la palma sorpresivamente y se la afloje golpeándolo por la cara, hasta ahí quedó todo y no me volvió a molestar.

Afortunadamente para mi, al año siguientes los Padres Paules del Colegio San Vicente de Paúl me becaron, durante esos años recuerdo a la profesora Elida en su clase de Moral y Cívica, nos atrapó gresqueando a un compañero y a mi, como yo era regularmente buen estudiante y de ecuánime comportamiento, me llamó la atención: -Ajá Reyes Ud. es de los que lanza la piedra y esconde la mano...

En otra ocasión me agarré con el famoso “Toñin” buen jugador de futbol, campeón del colegio, y yo aunque era también del equipo me tenía ojeriza porque en honor a la verdad yo era mal jugador, me enviaban a la defensa para bloquear el balón en el área de portería.

Otra agarraita fue con Struve y Toñin juntos, los tumbé al suelo a los dos empujandoles a ambos por sus cabezas, me tenía hasta la coronilla con su mamadera de gallo y de paso se las daban de importancia, después del incidente Struve bajo la guardia dejando de molestarme, pero conservó la distancia ante mí, ni modo así era mejor para mí y quizás para él también.

Toñin que era jodedor continuo molestando, a la salida del Colegio me lanzaba granzones por mi espalda, yo no le paraba al principio, luego la cosa fue tornándose mas seguida hasta que el Toñin confiado se dejó acercar demasiado a mí y me le devolví, tal cual narraba la profesora Nancy de Romero en sus clases de Historia de Venezuela, a la usanza y estrategia de mi General Páez al grito “Vuelvan Caras” y lo tumbe y le caí a puñetazos, hasta ahí quedaron los granzones, luego Toñin y yo nos hicimos buenos amigos.



JLReyesMontiel.







sábado, 9 de febrero de 2019

El señor Duwaer

    Sager Duwaer
Mamá durante algún tiempo ejerció la enfermería, prestó sus servicios como auxiliar del cuerpo de enfermeras del Hospital Quirúrgico de Maracaibo, bajo la dirección del Dr. Leonardi según ella me contaba, en la edificación que hoy acoge la actual llamada Maternidad Castillo Plaza.

Mucho me habló mamá de ese tiempo de su vida, sobre sus horas de guardia nocturnas hasta el amanecer, sobre el rigor del servicio de enfermería en esos años y del cuidado de las enfermeras por los pacientes en el control y registro de sus medicamentos prescrito por los médicos., y sobre todo de la pulcritud del Hospital Quirúrgico de Maracaibo y el excelente desempeño del Dr. Leonardi como director de ese centro de salud.

Un buen día, dirigiéndonos mamá y yo al centro de Maracaibo, montados en un carrito de Veritas pasando por el Hospital de Niños, me contó mamá de un desusado programa de asistencia social llamado popularmente “La Gota de Leche” el cual consistía en suministrar el vital alimento lácteo a los niños de madres pobres, yo pensaba que manera de llamarlo así, pero realmente y en efecto así era denominado por sus promotores iniciales, según me he documentado, las damas zulianas Blanca de Belloso, Rosario de Mac Gregor, Josefina de Lares y Josefina de D´empaire entre otras buenas personas, así aparece reseñado en la edición del 8 de octubre de 1921 del Diario Panorama, mediante una fundación que legalmente denominaron “La Gota de Leche” adquiriendo ese motete en la usanza dialéctica del pueblo maracaibero y zuliano.

Mas luego y ya para la época cuando Mamá ejerció la enfermería, funcionaba el Hospital de Niños tal cual lo conocemos hoy día en su edificación, construido por el famoso arquitecto de Maracaibo León Hoet, que para la década de los años 1930 el Presidente del Estado Zulia, Gral. Vicencio Pérez Soto, estableció en un solo centro de salud, los servicios de hospital, clínica de niños pobres y la gota de leche bajo el nombre del “Instituto Proinfancia” pero la gente de Maracaibo seguía llamando “La Gota de Leche” a la edificación de lo que hoy día es el Hospital de Niños situado en el sector Las Veritas de Maracaibo.

Dicho servicio social siguió prestándose a los niños de madres de bajos recursos económicos, como departamento del Instituto Proinfancia, puesto a administrar por una congregación de hermanas religiosas para hacer cumplir a fidelidad dicha gestión, ya que para recibir el lácteo obligatoriamente los niños debían ser previamente chequeados por un médico del instituto y prescrita la leche como necesaria para su alimentación, y las mamás que acudían a ese centro de alud infantil debían además  escuchar una inducción sobre alimentación y cuidado de sus infantes.

Ahora bien, originalmente la iniciativa primigenia de la llamada posteriormente “La Gota de Leche” se debió gracias a la altruista labor de un ciudadano Holandés entonces empleado de la empresa Boulton, el señor Sager Theodorus Duwaer, quién se dedicó en persona y paradito en las puertas de la antigua Clínica de Niños Pobres de Maracaibo, a conceder dos bolívares y provisionar un pote de leche a los infantes hospitalizados de madres de escasos recursos económicos, según relata el Dr. Germán Cardozo en su publicación que guarda la historia del Hospital de Niños de Maracaibo; del señor Duwaer cuyo busto se encuentra en un recodo del actual edificio, como silente custodio protector de los niños del Zulia, nadie sabe nadie supo su destino, pero lo cierto es que su desinteresado propósito quedó como digna tarea a emular y en especial para aquellos bajo cuya responsabilidad reposa el quehacer social en nuestra ciudad.


JLReyesMontiel.