sábado, 6 de enero de 2018

El Punto de Fuga.

Encrucijada de acceso al patio central del Colegio
San Vicente de Paúl, Maracaibo, Estado Zulia.
(Foto JLReyesMontiel) 
Hay un orden perfecto de los libros, caminando entre los estantes de la biblioteca el aire desprende el olor de sus hojas y encuadernado comprimiendo en las paredes del recinto el silencio elocuente del pensamiento; en aquel tiempo, después de clases la cita pautada con el recogimiento inusual de sus títulos y las alegorías de sus imágenes hacían volar distancias mi fecunda fantasía en un delirante viaje por el universo de las ciencias, la historia y las culturas de los pueblos.

La disposición adosada de las bibliotecas, bien catalogado y documentado, no puede tener errores el control de un fichero y la numeración bibliográfica de sus cotas, menos las referencias en los lomos de sus libros, a ese orden se acostumbra quién husmea entre los pasillos de los estantes atiborrados de libros alimentando saberes, y quién se amolda al orden estricto de las bibliotecas termina cual misántropo, aislándose del resto al que pertenece el orden tumultuoso del mundo.

Frustrado idealismo de quien caminando entre libros, tropieza con las realidades adversas que desbaratan las perspectivas creadas dentro del exacto orden de una biblioteca, las utopías escritas de cómo debería ser y como es la realidad rompe los moldes formados entre los muros del colegio donde nos formamos entre el paso ceremonioso de los preceptores y sacerdotes, la formación en fila a la entrada del aula de clases, el cántico de nuestro Himno Nacional, las plegarias matutinas a nuestro Dios, los juegos, risas y muchachadas de nuestros compañeros.

Cuando se vuelve al rincón existencial de la infancia y los albores de juventud, se respira nuevamente el verdor de sus jardines y se goza nuevamente la sombra de sus árboles donde se gestaron tantos sueños e ilusiones, se rejuvenecen pensamientos, se reencuentran nuevos retos por superar, se repasa el futuro alentador con la lozanía del púber que no todo está perdido, que si el tiempo pasa y las sienes encanecen por el paso de los años el alma imponderable permanece igual e intacta con el mismo idealismo y la poesía febril de aquellos días mozos cuando caminaba entre los pasillos del colegio, que no hay mayor encanto como sentirse sublimado por un arrebato de alegría ante el paso fugaz de un colibrí entre las flores silvestres del campo, o por el rumor de la brisa que se pasea entre los viejos y fornidos muros del noble colegio donde se gestaron esos mismos sentimientos.

Vuelvo añorando el orden perfecto de la biblioteca del colegio hasta el viejo aparato de proyección de imágenes opacas, remontado en espacio y tiempo a las clases magistrales del Padre Luis Moreno, hay tres órdenes perfectos en el arte Griego, a saber Dórico, jónico y Corintio, los cuales diagramaron la cultura de nuestra civilización occidental, sin embargo toda la belleza y esplendor de esos mármoles en la arquitectura, escultura y pintura, fueron también levantadas en el fragor de la guerra a sangre y fuego, civilizaciones que agregaron valor a la humanidad desde tiempos inmemoriales, pero debatiéndose entre la civilización y las azarosas circunstancias de los conflictos humanos, es el ciclo vital de todo el género humano de la cual la Ilíada y la Odisea constituyen un compendio de toda la gloria así como de toda la fatalidad de la tragedia del hombre.

Escucho aún en tono asertivo, claro y preciso -hay un orden establecido a pesar de la aparente anarquía visual del Apocalipsis en los frescos del techo de la Capilla Sixtina pintados por Miguel Ángel Buonarotti, también mucha oscuridad para resaltar la luz en la obra pictórica de Rembrandt y una inigualada enigmática sonrisa en La Gioconda de Leonardo da Vinci- nos decía el Padre Luis Moreno; reflexiono hoy de este modo, que desde la nada al caos se pasa al orden de las cosas y del pensamiento el saber humano nunca tendrá límites, y la historia narra episodios de una excelsa gloria en la cumbre de las civilizaciones, así como de sus trágicos desenlaces cuando aquellas sucumben a la opresión de sus pueblos.

Sumergido en complejidades, una mañana de este mes de enero la grata perspectiva de un enfoque visual de la entrada al patio del añejo colegio revivió en mi cuarenta y tantos años de búsqueda, cuando desde entonces sentado linealmente uno tras otro en los pupitres en clase de Geografía, mirando desde mi sitio el tapiz primoroso de un mapamundi las desembocaduras del soberbio Orinoco y del grandioso Amazonas, observe como cuadraba perfecto con la costa ecuatorial africana, la península Ibérica con el Golfo de México y el as de islas del Caribe desde las Azores y Canarias concluí son vestigios del desprendimiento y consecuente alejamiento de lo que fuera un solo terraplén de tierra pensé, se lo dije a mi compañero que estaba a mi lado  –te patina el coco- me contesto; décadas después a través de los medios me enteré del movimiento de las capaz continentales y el súper continente Pangea.

Hay orden también dentro del caos y la anarquía, una consecuencia y una razón de los acontecimientos que buenos o malos inducen a los hombres a su evolución, nada pasa al azar todo es un ciclo vital; mirando a través de la ventana veo en la aurora de esta madrugada cuando escribo estas reflexiones la transfiguración de nuevos amaneceres, todo es parte del todo y es uno solo, el desorden siempre precede al orden y todo pasa para su bien desde el punto de fuga de la óptica del buen observador, y estas reflexiones me inducen a pensar en nuestro tiempo y en nuestro país ¿Quién hubiese pensado en aquellos días esta realidad de hoy? Hubo ciertas voces de alerta de notables y connotados pero como los profetas fueron olvidados, y en el limbo por olvido estamos.

Que éstas tinieblas precedan a la luz, la anarquía al orden, la antitética a la ética, la inmoralidad a la moral, la ignorancia a la creación, en el crisol claroscuro del tapiz primoroso de nuestra nacionalidad mestiza nuestra y humana.   

JLReyesMontiel.