sábado, 3 de enero de 2015

El café está servido.

Calle Principal de La Pomona Año 1947
La Pomona calle 103, entre el cine “Lido” y el “Café Imperial” calidad comprobada en la taza decía su comercial, mi juventud completa la viví en ese populoso sector de la Maracaibo de los años 1.976-1988, entre la Universidad del Zulia, el centro de Maracaibo y mi casa “Los Reyes” como mamá había encargado a un artesano metalero fundirlo en hierro colado como nombre del inmueble.

Uno de mis mejores momentos física e intelectualmente, adopte el dicho griego “Mente sana en cuerpo sano” (cita latina Mens sana in corpore sano) aunado al ambiente universitario, reforzó todas mis inquietudes intelectuales y culturales, trotaba hasta los domingos, desde mi casa bajando por la avenida 102 hasta la Bomba de los Ávila, doblando a la izquierda hacía Sabaneta (Av. 100) subía hasta la entrada de la Urbanización Urdaneta, recorría toda la curvatura de su avenida central, salía por Sabaneta nuevamente hasta la placita de la iglesia de San Miguel Arcángel donde doblaba a la derecha y recorría la 101 hasta llegar a la Urbanización La Pomona, luego tomaba hacia la 102 nuevamente por el fondo del antiguo Abasto Rosa de La Pomona hasta llegar a mi casa por el Callejón que unía la 102 con la 103.

A pesar de todo el esfuerzo y constancia, y de lo que había perdido en densidad corporal de grasa sin ápice de barriga  la gente me llamaba aún gordo, pues como dice el refranero popular “cuando el niño nace barrigón ni que lo fajen chiquito” recuerdo una oportunidad en la que mi entrenador de pesas el profesor Néstor Bracho me propuso ir a los juegos nacionales, me dijo –Chico, vamos a los nacionales para que te traigáis la de oro al Zulia- yo le replique porque estaba tan seguro y el me contestó –Mira Chico! Vos no tenéis en Venezuela en tu categoría de peso pesado competidor así que si vais te traéis la de oro pal’ Zulia- así de fácil me lo puso.

Yo tenía una meta bien clara, graduarme de abogado, y veía a otros compañeros deportistas como descuidaban el tiempo académico por el entrenamiento y dedicación para competir, y preferí mantenerme al margen.

En esos años tuve la oportunidad de emplearme en empresas privadas, sector público y en bufetes de abogados, consolidando el conocimiento con la práctica del derecho, me levantaba al despuntar el alba, a las 4 de la madrugada estudiaba hasta las 6 trotaba hasta las 6.30 me bañaba, vestía y a la 7 salía a la parada del autobús de LUZ, la muchachada unos encima de los otros, así llegue a profesional en 1987, con todo y los paros obreros y de empleados, sino eran los profesores, sino los estudiantes, en sus mas que justificadas huelgas con los gobiernos de turno, por presupuesto justo y defendiendo la autonomía universitaria.

De romances, en la universidad no solo se aprende una profesión, recuerdo que el primer día de clases en los módulos de Estudios Generales, un siquiatra sexólogo muy conocido en LUZ, nos dijo -hacer el sexo es sano disfrútelo- bueno pues… luego terminó su charla afirmando  -todas las respuestas sexuales son válidas entre ellas las homosexuales-  no les cuanto más. Yo estaba bien claro en mi vaina, mi formación católica rechazó de plano aquella escabrosa propuesta.

Iglesia parroquial de "La Milagrosa" en plena Av. Los Haticos
al fondo Las Piramides de La Pomona,
vista desde una Gabarra surcando el Lago.
La Pomona, una de las últimas barriadas marabinas fundadas en los suburbios de la Maracaibo de antaño, un poco más allá de la caida de aguas de lluvias donde Ambrosio Alfinger fundo “La Ranchería” sitio que hoy día creció como el sector Los Haticos subdividiéndose en Haticos por abajo y Haticos por Arriba, dependiendo si bajas a lo largo de la ribera lacustre o si subes hacia la emplanada por la avenida 102 hacia el emporio de casas que conforman La Pomona y en el cruce del Cine Lido se divide a la izquierda hacia la más reciente barriada de Los Haticos por arriba desembocando en el mercado de “Corito” y el Liceo Jesús Enrique Lossada, caserío adentro.

De esa barriada guardo bonitos recuerdos, amistades valiosas, como la familia Urdaneta Carruyo, los Avila, los Isamberth, la señora Luisa, Bienvenida, Iría de Lujan, el señor Manuel “Manito” Sánchez y su hijo el artista plástico Hugo Sánchez, entre otras buenas personas que conocí y trate, además del reencuentro de una vieja amiga de Mamá residente de Los Haticos y muy conocida por su actividad social y política en el marco de la Democracia Cristiana Doña Lola Perich de Pírela, si leyeron la crónica de la casa El Cristo la misma vecina de la avenida Santa Rita que patrocinó los amores de Mamá con mi padre Pascual Reyes.

Elio Heberto "Coco" Briñez (fallecido)
empleado estrella del Café Imperial
llamado así por sus compañeros de trabajo. 
Evoco estas cosas, porque en estas tardes mi hija Carmen Mercedes colando el café hervido, su aroma invadió todos los rincones de la casa y mi sentido del olfato se remontó 34 años atrás, cuando a las 3 de la tarde desde el Café Imperial tostaban el café, lo molían y envasaban dejando impregnado el ambiente de las calles y casas del aroma del café tostado.

Recientemente, una de estas tardes cuando llegue de mi trabajo, servida como fue mi cena al tomar mi taza de café con leche resultó ser de leche de soya con café instantáneo, artificio saborizado algo más denso que mi taza de café con leche tradicional con más gusto a alimento de lactante que de acompañante a la rica arepa embadurnada de mantequilla.

Imposible chantajear los cromosomas y las neuronas cuyos lectores preservan la información de años de consumo genético de café con leche, el sabor nuestro de cada día en la mañana y en la tarde su taza de buen café con leche con pan tostado y mantequilla; por eso digo como me lo contó mi buen amigo y compañero de trabajo el señor Carlos Colina, tal cual como decía aquel famoso narrador de beisbol, Arturo Celestino “El Premier” Álvarez promocionando al Café Imperial entre batazo y batazo… -el café está servido-.      


José Luis Reyes Montiel.





1 comentario:

Unknown dijo...

Interesante y educativo el blogspot para quienes nos gusta conocer la tradición. Lo compartiré con otros