Esquina de la calle "El Recreo" |
Esa molienda era de mi difunto
padre Pascual Reyes Albornoz, al igual que la molienda “La India” en la calle
Casanova de “El Empedrao”, ambas por años muy prósperos negocios, para quienes
no conocieron lo que fueron nuestras moliendas, éstas expedían al consumidor el
maíz pilado, en una época en la que no existía la actual Harina de Maíz Precocida
y sus marcas mercantiles; a diario las moliendas pilaban y amasaban el maíz de
las Arepas, Empanadas y Mandocas de cada día; entre otros productos hechos de
esta manera artesanal, café molido y pasta de Harina de Trigo, llamada Cabellos
de Ángel.
Las moliendas entonces tenían una
maquinaria algo estrepitosa, sus
motores hacían girar largas correas que movían a su vez grandes poleas y engranajes,
poniendo a operar una serie de maquinarias especializada en determinados y
derivados productos de maíz, trigo y café. Gilberto mi hermano debe su sordera
a su trabajo comercializando a diario estos productos, mientras Miguel se
encargaba de la distribución en el camioncito de la empresa.
"Molienda" para pilar maíz en grano, el grano bueno cernido se apartaba y separaba del malo que se hacia piquitos para alimento animal. . |
¿Cómo conocí a esa señora? Mamá
tuvo noticias de la ocupación de esa propiedad de mi padre y fue hasta el lugar
para constatar el hecho, y por supuesto yo iba al ristre de mamá acompañándola, el caso fue que, nos llevamos
tremenda mala impresión del mal estado y como tenía el inmueble, había abierto un
boquete por donde se había metido desde la casa aledaña, y en ese patio al pie
de un arbusto de Limón tenia amarrado en su tronco unos gatos pequeños de color
negro, una gata recién parida los trataba de amamantar y aquellos con sus
desgarbados cuerpos se disputaban la leche ausente del huesudo cuerpo de la
gata.
Arquitectura urbana típica de Maracaibo |
Queda este recuerdo desde infante,
de aquella lánguida y tenebrosa tarde tempestuosa, de ñapa cayo tremendo
aguacero con ventisca, rayos, truenos y centellas, que tuvimos que pasarlo guarnecidos
bajo el viejo techo, colmado de goteras, desde el patio los gaticos amarrados
en el limonero maullaban queriendo escapar de la lluvia, un radio de los
grandes de antes, sonaba la canción de moda con las Cuatro Monedas, …buena
suerte, poco a poco a mi manera… al marcharnos la señora se despidió con su enrevesado acento diciendo -Bienvenida Castro
a su orden- seréis vos bienvenida porque -ni malvenido vengo- pensé. Dejamos mamá y
yo, como quién dice el pelero, no
volvimos más nunca, esa casa más luego formó parte de la herencia de papá y
sucesoralmente se resolvió su tenencia, gracias a Dios.
Jose Luis Reyes Montiel.
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