sábado, 30 de diciembre de 2017

Un Rosario Púrpura.

Unos años antes de partir como cuerpo celestial, tía Espíritu le obsequió a mi esposa Mercedes una moneda conmemorativa de Juan Pablo II como Papa de la Iglesia Católica y un Rosario de color púrpura. 

No constituyen ciertos objetos en sí mismos valiosos por su valor material, sino más bien por el significado intrínseco de ellos, por los que son representativos del afecto de las personas y de la inspiración que motiva poseerlos con la querencia y el recuerdo de nuestros seres queridos.

Una inspiración que se constituye en factor de fe y compromiso consigo mismo y con la familia, de unión y amor perdurable e inextinguible en el tiempo, con la convicción de nuestras tradiciones cristianas que consolidan nuestra personalidad y mediante ella ser ejemplo a los hijos y a quienes nos rodean. 

No se puede exigir otra conducta que aquella con la cual manifiestas tus aptitudes ante la vida, quizás por ello Jesucristo hace mención en su parábola de las semillas aquello de sembrar en tierra fértil, así como tampoco puedes pedirle peras al árbol del Olmo, las personas deben dar mediante su propio ejemplo aquellas muestras de militancia de las convicciones que pregonan para que los otros emulen y modelen sus talentos.

Jesucristo mismo dio su vida por nosotros y no puede haber mayor prueba de amor que entregar la vida misma por los hombres; muchos se desgarran las vestiduras en el nombre de un supuesto amor por su pueblo, sin embargo ese amor no llega a todo el pueblo, pues llega condicionado, Jesucristo nunca condicionó su vida por nosotros, la entregó inmolándose por amor por nosotros, y como manifestación de su entrega solo nos exige ahora hacer cumplir la Ley en la cual simplificaba todos los mandamientos en las tablas de Moisés del antiguo testamento, con su vida pacto la nueva alianza del cordero sacrificado en la cruz por el “amor” como fundamento de nuestras vidas.

Quién ama asume su vida conjuntamente con su entorno, quién ama por ejemplo protege la naturaleza, los animales, no ensucia el ambiente con desperdicios, cumple sus obligaciones ante la comunidad, obedece las normas legales sin dejarse llevar por aquello de que como los demás son infractores entonces yo infrinjo las leyes para no pasar por pendejo; a eso se refiere esa nueva Ley que Jesús nos legó con su muerte en la cruz.

El fundamento y la eficacia de esa Ley Universal no amerita otra sanción que nuestra conciencia, porque las leyes de los hombres solo se hacen eficientes y valederas, porque su eficacia depende de las autoridades y de los jueces, si éstos son deleznables la sociedad a la que están destinadas a organizar agoniza bajo el yugo de la anarquía y la indolencia.

Esa revolución de conciencias es a la que estamos llamados los seres humanos, su propósito no es otro que la salvación de la humanidad, una salvación que no solo es celestial sino que adquiere un valor terrenal que ya está alcanzando niveles de sobrevivencia como resultado de la contaminación y la degradación terrestre, solo haciendo nuevas todas las cosas del hombre éstos encontraran el camino a una humanidad que sea humana y ganarse por mérito propio el don como seres celestiales al concierto de la asamblea ante Dios.

En este orden del tema que nos ocupa por este relato, fe y obras van de la mano, obras hacen amores decían los viejos de antes, y la fe sin obras es muerta, como la religiosidad de la clase sacerdotal judía a los que Jesús llamó sepulcros blanqueados porque vestían de fino lino blanco, mostrándose al pueblo como muy devotos en las sinagogas, pero por dentro estaban llenos de inmundicia por su hipócrita vida apartada de la humildad propia de los verdaderos hijos de Dios.

No basta rezar, cada cuenta del viejo Rosario Púrpura de mi tía Espíritu es un acto de fe y devoción a Cristo como Iglesia, y así como el papa Juan Pablo II, conmemorativamente grabado sobre el medallón, nos recuerda mediante su vida como líder de la iglesia y mediante sus enseñanzas como resuelto evangelista de la humanidad, que la fe y las obras van de la mano, que son fuente de salvación para la humanidad, que la verdad reside en Cristo Jesús Señor Nuestro y que esa verdad nos hará libres.

Son esos valores y no otros y extraños, que sumados al afecto por el recuerdo a nuestros seres queridos que ya no están entre nosotros, quienes con su ejemplo de militante existencia cristiana nos sirven de modelo y nos plantean reconocer siempre que la familia es la piedra angular de esta humanidad a la cual todos estamos llamados a transformar por su propio bien.

JLReyesM.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Una evocación necesaria.

Como Escribiente de la Notaría Tercera de Maracaibo.
Hoy me entere de la sensible partida de un ser especial, una de esas personas que cuando se te acercan sientes su empatía y paz; serena, sensible y profundamente humana, la Dra. María Cristina Cruz de Méndez. 

Yo la conocí durante los años 1981, 1982 y 1983 siendo empleado y su subalterno en la Notaría Pública Tercera de Maracaibo, como escribiente supernumerario, en esos años cuando era aún un estudiante de Derecho de la Universidad del Zulia, recuerdo que me concedió trabajar medio tiempo durante el periodo de clases y tiempo completo en vacaciones y huelgas o paros universitarios; nunca me negó nada, siempre cordial, siempre afirmativa y positiva, con una sonrisa que conquistaba al más cerrero.

Fue cuando se introdujo el nuevo sistema de registro público mediante fotocopiado, hasta entonces los documentos se asentaban de manera manuscrita con pluma fuente de tinta sobre los libros de los protocolos respectivos; recuerdo que nos pagaban Bs. 20,oo por el primer folio y Bs. 10,oo por cada folio adicional; pero al entrar en vigencia la nueva normativa registral todo cambio, quedando las notarías públicas por unos años con el viejo sistema de asentamiento manuscrito documental, hasta tanto se sumarán legalmente al nuevo formato protocolar.

Una mañana de un afortunado día, me presente en las oficinas de la Notaria Publica Tercera de Maracaibo, ubicadas en ese año de 1981 en el Centro Comercial Buenos Aires en 5 de Julio en un local del lado de la calle Dr. Portillo (78), recomendado por referencias del Dr. Alejandro Méndez Caldera y con una flamante constancia de trabajo suscrita por la Dra. Margarita Molero de Fuenmayor, la Dra. María Cristina me recibió sin dilación en su despacho, detrás de ella una reproducción del cuadro de Tito Salas de El Libertador servía de marco al entorno de su rostro, su dulce mirada y su amplísima sonrisa.

La Dra. María Cristina era pequeña, de caminar ligero y divertida presencia, nunca tuve ocasión de verle disgustada, todo lo resolvía y todo arreglaba, coordinaba y disponía, un valioso equipo de trabajo de sus funcionarios acompañaron su labor como Notario, su jefe de Servicio Revisor el Dr. Javier Pérez Aranaga, la señora Gloria Ramírez, entre otros buenos amigos y compañeros de trabajo.

En esos años, por el lado de 5 de Julio Le Bruyere un restaurant que aún permanece en el tiempo, en ese sitio almorzaban los compañeros de trabajo y yo, el desayuno un batido de lechosa y una empanada argentina en el negocio de un gaucho que estaba del lado de la calle Dr. Portillo, y cuando la cosa estaba dura, al menos para mi persona como estudiante, una malta coronaba el mediodía.

A finales del año 1981 se trasladó la Notaría Tercera de Maracaibo a su sede actual en el Centro Comercial Don Matías de la Avenida Bella Vista con calle 76, donde me retire para continuar mis estudios de Derecho, la Dra. María Cristina continuó su labor como Notario Tercero de la ciudad de Maracaibo hasta el final de su desempeño.

Tuve la ocasión de reencontrarme en años mas recientes con la Dra. Maria Cristina, ella en el libre ejercicio de su profesión de abogada y yo  como empleado público a su servicio, al verle quedé gratamente complacido, su mirada era la misma de aquellos años y su sonrisa preservada en el tiempo.

JLReyesM.   

La Feria Noble y Leal.

La feria de Nuestra Señora de Chiquinquirá se celebraba por el año 1970 a todo lo largo y ancho de la avenida 5 de Julio de Maracaibo, en sus esquinas con Bella Vista, Las Laras y en la intersección del otrora Banco de Fomento Regional Zulia un poco antes de la plaza Indio Mara se colocaban las tarimas principales para la presentación de musicales y variedades.

Parada Scout Feria de la Chinita 1969
La gaita de furro y tambora, charrasca y cuatro, era siempre la atracción principal de esas esquinas, no faltaba la guaracha zuliana al órgano sonoro con su güiro raspa canilla; recuerdo especialmente la tarima de la esquina del edificio Las Laras, era la más cercana a mi casa, para esa época estaba operando la telefónica en su sede principal Cantv de Maracaibo, esa noche entre gaitas y gaiteros anunciaron la presentación de “Cantinflas” lo que atrajo a muchos a ese lugar, cuando llegó el momento de la entrada en escena del popular comediante personificado por Cayito Aponte el de la Radio Rochela recuerdo su rostro, sin embargo, la parodia como que no fue muy buena porque los maracuchos presentes terminaron lanzándole colillas de cigarrillo al escenario y mamá decidió enseguida abandonar el espectáculo.

Caminando por la avenida 5 de Julio, observé vendedores de todo tipo de baratijas, gallitos, churros, algodón de azúcar, barquillas, conservas, pinchos, perros calientas y refrescos, y cervezas en lata como arroz, de hecho la feria fue denominada la feria del potecito, por la gran cantidad de envases de aluminio regados por el pavimento de la popular bebida que los muchachos zagaletones se calzaban en la suela de los zapatos para hacerlo sonar contra el suelo.

En una de esos tarantines nos encontramos a la profesora Elida del Colegio, después de saludarla seguimos la ruta de feria hasta el escenario del Banco de Fomento Regional Zulia donde estaba anunciada la presentación del Súper Combo Los Tropicales, la noche avanzaba y como parte de lo mejor del espectáculo otros grupos hacían el preámbulo de la emblemática orquesta, desistiendo mamá de la larga espera nos regresamos a casa.

Maracaibo conservaba aún los vestigios de ciudad noble y leal, noble por su buena gente y leal por su apego a sus tradiciones; regresamos a casa sin contratiempos y tranquilos con la seguridad de quien cruza su patio trasero. Cualquier diferencia está de más decir y no quiero estropear la narrativa, para lo que hay que ver con un solo ojo basta.

Afortunadamente aún queda mucho maracaibero noble y leal, gente bondadosa que contacto a diario y me llena de esperanza, la ciudad ha crecido existen problemas como en toda urbe contemporánea, pero en esencia el maracaibero de hoy familiar y regionalista sigue igual, marcando la diferencia con los maracuchos desarraigados y vallenateros, regatoneros y anatematizantes.

JLReyesM.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Vivir completo y al día.

Cuando muchacho me gustaba mirar las estrellas en todo su esplendor en el inmenso cielo azul profundo de la noche, acostado en el patio de mi casa, el alumbrado de la ciudad no entorpecía como ahora el titilar celeste; la ciudad de Maracaibo terminaba hasta las inmediaciones de La Trinidad, El Naranjal, Monte Claro y la Barriada del 18 de Octubre, todo lo demás eran trillas y monte.

Más al norte las palmeras de las playas de Lago Mar Beach, Brisas del Lago, Universidad y La Policía coronaban los límites de Maracaibo, el puente de Cabeza de Toro iniciaba la entrada al otrora Distrito Mara. 

Los islotes artificiales de lo que más luego seria las edificaciones de Lago Mar Beach apenas comenzaban sus dragados y ciegas de las costas lacustres, una brisa fresca se descollaba a lo largo y ancho de aquellas esplendidas playas con sus Cocoteros serpenteando sus sonidos entre las nervaduras de sus alargas hojas de palmas, adornando toda la línea costera de una ciudad en pleno desarrollo.

Recuerdo una ocasión cuando un hijo del difunto señor Eugenio Nava, conduciendo su camión volteo, nos invitó a mamá, Sara y a mí a la playa Brisas del Lago, íbamos montados todos en el cajón trasero de carga, entre ellos Minerva hija de los Nava y una carrantanga de muchachos; el camión, un Chevrolet Apache destartalado, dejaba sonar su envejecida armazón y todos nosotros gozando un bolón con el viento en popa golpeando nuestros cachetes.

Recorrimos la trilla de arena que partía de la intersección de la plaza del Buen Maestro, confluencia de las avenidas Bella Vista y El Milagro, pues la actual avenida Milagro Norte ni se pensaba existiría alguna vez, por esos lares llenos de Cujisales, Tunas y Cardones, el frontispicio  de la Capilla de Nuestra Señora del Carmen nos daba la bienvenida a Santa Rosa de Tierra, y en su margen derecha los Hatillos de Villa Carmen y Villa Virginia haciéndoles compañía. 

De ese recordado lugar de mis primeros años de existencia, otro camino de arena nos conducía a las antes referidas playas, donde pasamos ese Domingo familiar, enseñoreados por la brisa que desde el norte llegaba al Lago, bañándonos al ritmo de sus olas.

Al regresar a casa, nuevamente la noche me invitó a la mística exploración estelar, el día de Sol playero picaba mi cara y rozaba mi espalda tirado sobre el patio de mi casa mirando las estrellas, el viento conjurado de aquella noche por la Luna llena ondulaba mis cabellos refrescando el ardor de mi rostro, el ruido de las hojas de los árboles agitados por la brisa y desde las calles aledañas el maraqueo incesante de las Laras en sus aromas en flor, convertían el ambiente en un escenario perfumado de naturaleza, casto y arrolladoramente espiritual.

Si otras existencias y moradas tuviera, y me fuese dada la dicha de poder escogerla en tiempo y espacio, no dudaría en escoger ésta y no otra, porque en ella conocí la presencia de Dios.

Las mañanas y sus noches de cada día fueron la oportunidad de una nueva aventura de juegos y diversión, estudio, colegio y amigos; y aún y muy a pesar de la soledad de mi infancia y de sus estrecheces económicas, ésta no era sino una ventaja de encuentro en sí mismo, que sumo conciencias y aptitudes, gestando mi personalidad, no he sido un santo he cometido muchos errores y faltas, tampoco he amasado riqueza monetaria, pero he vivido completo y al día, y doy gracias a Dios por eso.

JLReyesM.


sábado, 21 de octubre de 2017

El Sereno en su madrugada.

Típicos "Serenos" de pueblos hispanos
Sereno, sereno ¿Qué hora serán? Sereno, sereno ¿Qué hora serán? Será la una, serán las dos, será la hora que da tu reloj. Haciendo aguas menores en el inodoro la resonancia de su líquido elemento me indica, que correctamente y sin desperdicio descienden al porcelano envase; miro por la ventanilla del baño el cielo de esta madrugada, una estrella solitaria en el horizonte titila lejana y escucho el silbato del vigilante en su ronda nocturna rompiendo el silencio de la oscurana.

Me siento en el extremo de la cama, escucho como se va alejando el sonido del silbato entre los recovecos del suburbio, dos campanadas del reloj me indican que son las dos de esta otra madrugada de desvelo, ayer en la noche dormité bien, no hubo escaramuzas de pensamientos que alejaran mi sueño, pero ahora soy presa fácil de ideas, conjeturas y desafíos propios y ajenos.

Me siento en la mesa del comedor a escribir, pues otras veces en oración me gano el dulce sueño y despierto sorprendido por el aroma del café colado desde la cocina preparado por mi esposa, pero esta madrugada se me atravesó la idea fútil si habrá cafecito en el mercado para este fin de semana y con suerte a buen precio.

Otra vez pasa el vigilante con su silbato en su vigilia laboral, pienso entonces, -ese señor debe dormir durante el día, a lo mejor al llegar a casa desayuna y a dormir, se levanta almuerza hace una que otra diligencia en la tarde, cena y a las nueve en punto reinicia su jornada de Sereno de nuestra estancia residencial-.

Sereno tiene según conozco tres accesiones, sereno es una persona tranquila, sosegada o ecuánime; sereno entiendo también, como decía mamá –no te dejéis dar el sereno-  aquel hálito de humedad y brisa del ambiente de la madrugada que puede afectar la salud sino se está debidamente abrigado; y en países de origen hispano el sereno era el encargado de rondar las calles de los poblados con una lámpara encendida como vigía e indicando el paso del tiempo durante la noche.

Y una pregunta surge escuchando el paso de nuestro vigilante -¿Le alcanzará su salario? Hago un cálculo un poco más o menos entre los seis edificios por ocho apartamentos cada uno, suponiendo como en efecto pasa que uno que otro no pague su cuota al Sereno, se debe redondear unos 216.000 Bolívares, es algo más que el salario mínimo concluí, pero no tiene cesta ticket, bueno en el mejor de los casos si todos cumplieran con su cuota al Sereno se resolvería algo mejor con 432.000 Bolos, eso está algo mejor- pensé.

Si, -si todos cumplieran, pero no todos cumplen, ese el asunto, ese es el problema, no todos cumplen con su pago, no todos cumplen, y así vamos fuñendo por acá, mordiendo por allá los unos con los otros- y Jesucristo muy triste viendo su rebaño, que no son precisamente Ovejas, acaso una jauría de Lobos.

Si uno pudiera estar “sereno” en su significado de -tranquilo y sin nervios- pienso, mientras miro por la ventana hacia el estacionamiento y sus luces, sentado desde la mesa del comedor; por cierto y -hablando de todo como los locos- Bolívar definía a Urdaneta, nuestro héroe regional -como el más sereno y constante oficial del ejército- decía de él en el fragor del combate azaroso de sus existencias beligerantes.

Una vez en vacaciones estudiantiles de agosto me leí las “Memorias del General Rafael Urdaneta” recuerdo un relato de su paso en la ciudad de Valencia, donde rodeado por los realistas comandadas por el General José Ceballos, recibe órdenes de Bolívar de resistir y mantenerse en la plaza asegurándola para la República; Bolívar por su parte rodeado por nada más ni nada menos que por José Tomas Boves y sus “llaneros” se encontraba en su hacienda de San Mateo, resistiendo el paso a Caracas del sanguinario asturiano; Bolívar y Urdaneta esperaban al Ejército de Oriente al mando del General Santiago Mariño para su refuerzo, Urdaneta recibe un ultimátum de Ceballos conminándolo a capitular y entregar la plaza de Valencia, ante lo cual Urdaneta se niega, Ceballos rodea con sus realistas y sitia la ciudad, ataca por todos sus flancos, los patriotas se atrincheran fuertemente y se defiende cada una de sus calles hacia la plaza central, Ceballos corta las fuentes de suministro de agua y de comida a la ciudad, comienza una penuria sin comida y agua, empiezan a comerse los caballos, luego los jumentos y finalmente las ratas, así y en ese orden lo relata el General Rafael Urdaneta en sus memorias. Ese es otro asunto pensé -el liderazgo surge del ejemplo propio, no exigir otra conducta que la propia, mediante el ejemplo- la demagogia es una falacia cruel e hipócrita.

El digno final victorioso, Urdaneta y sus patriotas resguardaron a Valencia, centro de acopio de un importante arsenal militar; en San Mateo el neogranadino Antonio Ricaurte se inmola en el depósito de pólvora, hace volar el arsenal de un disparo; Ceballos retrocede a la población de San Carlos y Boves a la de Calabozo ante la proximidad de Bolívar y Mariño, salvándose el centro de la República; y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Otra vez el silbato del vigilante en su “serena labor" y en su "paso sereno" me retrotrae de mi recorrido mental e histórico "en medio del sereno de esta madrugada"  pleno de pensamientos y cavilaciones, mientras espero el sueño acogedor que entrecierra mis ojos con la dulce caricia reparadora y necesaria, empujo la silla hacia atrás, saco mis piernas debajo de la mesa para irme a la cama, mañana será otro día.

JLReyesMontiel.     




sábado, 2 de septiembre de 2017

Debajo de una Ventana.

En los tiempos de estudiante universitario, varios compañeros fundamos el Movimiento Jesús Enrique Lossada, aquellos jóvenes entonces, estrenando estudios en la Escuela de Derecho de nuestra inolvidable Universidad del Zulia; de aquel grupo de estudiantes, hoy colegas de honroso y gallardo ejercicio profesional, de los cuales he tenido la suerte de encontrarme con uno que otro ya con las sienes encanecidas de todos estos años que han pasado como un bumerán, y  rememoré este relato que les voy a contar.

Un buen día, mi amigo Alberto Gallardo Valencia en su camioneta, trasladamos hasta el Colegio de Abogados del Estado Zulia el busto del insigne prohombre y maestro Jesús Enrique Lossada, junto a una serie de objetos que fueron de su uso personal, entre ellos una vieja mecedora estilo Venecia, una silla y escritorio, una máquina  de escribir, los libros de contabilidad de la Universidad del Zulia en su reapertura llevados personalmente por el maestro, numerosos libros de relevante contenido de su valiosa biblioteca, junto con su cuadro al óleo y fotografías de nuestro destacado personaje Zuliano. 

Todo aquel material mobiliario, bibliográfico y documental  fue previamente explorado en una visita realizada por una compañera y mi persona, ambos estudiantes como éramos, llenos de inquietudes y con el romanticismo característico de los poetas soñadores, de los muchachos que miran al cielo y cabalgan sobre las nubes del idealismo puro, siendo capaces de horadar sus vidas. 

Mi compañera y yo, nos enteramos de una conversación en el Instituto de Filosofía del Derecho, que en casa del Dr. Eduardo Mathias Lossada, habitada por una sobrina de los Lossada, existía una vasta biblioteca, así como fotos y enseres del maestro Lossada, como traviesa jornada esa misma mañana el portón de aquella noble casa sintió el tocar de nuestras manos y su camellón el paso agigantado de nuestra presencia con un nudo en la garganta por el palpitar de nuestros corazones.

Nos presentamos con la distinguida dama descendiente del ilustre maestro, sin pensarlo dos veces ella nos manifestó su deseo de hacer llegar todos esos bienes a la Universidad del Zulia; del umbral de la puerta de la sala nos pasó al estudio que se encontraba del lado derecho de la solariega casa ubicada entre la avenida 9 y calle 68, hoy se levanta en el lugar un inmenso edificio de apartamentos unifamiliares, cada vez que paso por el sitio recuerdo esa vibrante mañana.

Mi compañera y yo, hurgamos entre la biblioteca organizada en armarios de madera dispuestos en pasillos que permitían su circulación de lado y lado, donde de manera organizada y por temas se accedía a los libros, sobre la pared de unos de sus lados un inmenso cuadro al óleo del Dr. Eduardo Mathias Lossada y del otro extremo del estudio otro cuadro al óleo del Dr. Jesús Enrique Lossada, hacía la inmensa ventana que llenaba con su luz el noble recinto, un fuerte escritorio de madera y su silla que le acompañaba, sobre una mesa y adyacente al escritorio una vieja máquina de escribir flanqueada por una lámpara, sobre el escritorio y dentro de sus gavetas repleto de documentos, libros, álbumes de fotos, pisa papeles, adornos de escritorio y viejas plumas fuentes con su tintero.

De todo aquel tesoro mobiliario y documental, destacaba además una escultura del maestro Lossada consistente en su busto tallado en piedra blanca, una bandera de Venezuela en fina seda con sus siete estrellas enarbolada en su asta dentro de una vitrina de vidrio, un escudo de la Universidad del Zulia con su divisa “Post Nubila Phaebus” (Después de las Tinieblas el Sol) dibujado sobre un pergamino y enmarcado con su cristal sobre la pared que flanqueaba el armario de la bandera de rica seda, y dentro de una repisa de cristales corredizos una inmensa colección de fotos bien organizadas en un álbumes familiares, que mi compañera y yo detallamos una a una sentados en el piso, como niños que éramos y a la luz del ventanal, cobijados por los muros de la distinguida estancia del Dr. Eduardo Mathias Lossada.

Desde la camioneta mi amigo Alberto y yo bajamos todo lo que bien pudimos, ya se había convenido para la fecha del 11 septiembre de 1981, aniversario de la apertura de LUZ, cuyo primer rector fue el insigne abogado Francisco Ochoa, con el Colegio de Abogados cuyas autoridades aplaudieron la iniciativa de realizar una exposición de todo aquel material iconográfico, mobiliario y libros del Dr. Jesús Enrique Lossada, el Salón Barajas de la sede gremial sirvió para mostrar durante esa semana conmemorativa todo ese tesoro histórico, más luego supe que los libros fueron donados a la Universidad, libros que hoy reposan en sus bibliotecas del núcleo humanístico, y el busto del Dr. Lossada para beneplácito de nuestro regionalismo marabino se puede observar, para honra del maestro, en la intersección de las avenidas Universidad y Prolongación 5 de Julio, diagonal al Cuartel Libertador y la Facultad de Ciencias de LUZ.

El trabajo de esa mañana con mi compañera de estudios tuvo sus frutos, varios compañeros decidimos asociarnos en el Movimiento Juvenil Jesús Enrique Lossada, luego se organizaron foros, encuentros, conciertos musicales, se editaron publicaciones, espacios radiales y lo más importante se hizo algo por el rescate de nuestra identidad regional, un modesto aporte al menos al margen de tanta resequedad intelectual y decidía por lo nuestro y nuestros bienhechores.

Del nombre de aquella estudiante y amiga, hoy una distinguida profesional, me lo reservo, si alguna vez lee estas líneas seguramente recordará aquella mañana llena de sueños de juventud, que más decir, eso es hacer patria, eso es luchar por la patria. 

JLReyesMontiel.  



sábado, 19 de agosto de 2017

El Vuelo del Colibrí.

¿Quién pudiera imitar en su recorrido el vuelo del Colibrí? Hoy temprano en la mañana, entre los albores, presagios y expectaciones de este día, caminando en el parque, un Colibrí de plumaje esmeralda encarnado y azulejos vibrantes, pasó frente a nosotros con la velocidad del pensamiento, fugaz e indemne; segundos antes sorbía una florecilla dejando apenas en nuestra vista su esplendorosa tonalidad y la imagen de su frágil cuerpecito.

¿Quién pudiera vestirse de su plumaje? Verde azulado degradado con el iris del Sol en su refracción de luz mañanera, espectro de ilusión y fantasía, mágico y ensoñador, repentino paisaje visual que alegra el alma, verdadera música para nuestra vista.

¿Quién se alimenta como él? De flor en flor, un regalo de la naturaleza a su belleza, con su largo pico entre sus ojitos intensamente negros que le adornan elegantemente en su colorido plumaje, sublime brillo que le otorga su alimento vital y puro.

¿Quién poseyera sus alas? Alguien alguna vez cantó –no preguntes cuántas veces por segundo mueve en su vuelo sus alas el Colibrí- parafraseo y digo que ni la más poderosa maquinaria de acrobacia aerodinámica y supersónica lo igualará jamás. 

Así son las cosas de la naturaleza, perfectas, cuando miramos el firmamento y nuestra soledad en el Universo, íngrimos ante la inmensidad  y al margen de la oscurana planetaria, somos parte de un cosmos pasajero y quebrantable como el Colibrí, rasante, veloz y en constante movimiento; todo nace, se desarrolla y muere, nada es perenne, todo cambia y se perfecciona, esa es la Ley Natural.

Y es el hombre insignificante, ellos los seres intromisos en una naturaleza perfecta la causa de su descomposición urbana, los corrompidos, los advenedizos de la razón, acéfalos en su antiética existencial,  lacras de un Universo en plena gestación.

Esa desesperanza pasa, cuando veo los prodigios de Él Señor Dios Creador del Universo y escucho los sonidos de la naturaleza en el canto de los pájaros, en el susurro de la brisa, en la lluvia que cae sobre los tejados, en el lejano trueno y en el estridente rayo con su luz relampagueante,  y uno se anima al pensar, que la vida tan simple y sencilla la tenemos a flor de piel al sentirla palpitante en nuestros corazones, en cada inhalación del aire que nos oxigena, en esa vista que nos permite mirar cada amanecer con su Sol inmenso y en el sueño de cada noche acompañados con el paso milagroso de la Luna cuyas fases le dan sentido a las mareas y al curso de los vientos sobre la Tierra, hasta en el celo de los animales para su reproducción, eso no puede ser el asar de la ciencia, tanta vida efervescente perfecta y equilibrada solo puede provenir de Dios. 

La naturaleza es una cosa maravillosa que todo lo arregla con el tiempo, que la naturaleza evoluciona pero siempre para su bien y que la especie inhumana y malvada desaparecerá algún día de la faz de la tierra para la Gloria Excelsa de Dios. 

José Luis Reyes Montiel.  






viernes, 11 de agosto de 2017

De lo bueno poco.



Tomarse un Guarapo de Papelón bajo el sofocante Sol del mediodía, un Agua de Coco o un Guarapo de Caña de Azúcar, son cosas nuestras y tan sencillas, nunca podrá superar su gusto y frescura una gaseosa de esas que vienen en sus botellas etiquetadas con marcas trasnacionales de dudosa reputación para la salud.

Algunos son de la opinión, la cual respeto por supuesto, que el sabor de una buena pizza, hamburguesa o perro caliente se degusta mejor con una buena gaseosa de cola, sin duda es así, porque nos hemos acostumbrado a la comida que llaman “chatarra” acompañándola de este tipo de bebida efervescente, sin embargo yo siempre apuesto por una pizza escoltada por una fría cerveza, incomparable, siempre pido una pizza de Anchoas con cebollas, pimentón y aceitunas (Mi combinación) suelo agregarle por encima algo de orégano, albahaca y rociarla de queso de año de año rayado, pecorino o parmesano, de haberlo en el establecimiento y en casa cuando el bolsillo lo permite e ir a un restaurante hace mucho pero mucho tiempo atrolis.

Ahora bien, un Tumba Rancho con un buen Guarapo de Papelón eso es Zulianidad al máximo común múltiplo, unas empanadas de maíz, unos pastelitos, las mandocas, un patacón, eso es comer bien y sabroso; los tequeños si pasan la prueba pero para mi gusto saben mejor con una gaseosa.

De las cosas buenas de la vida, decía mamá –poco- porque según los viejos de antes –La mucha Sal pudre- vaya usted a saber, lo que es comer, beber, celebrar y bailar; ver una buena película después de cenar, compartir un café cordial en buena compañía, tomarse unos tragos en reunión familiar y de amigos; eso es vivir sanamente porque de lo contrario llega la hora de las congojas con el lamento de los excesos.

Hay ciertas mañas de uno, como por ejemplo rasparse los residuos de la comida que queda en la paila, el sartén o la olla; decían por ahí –te raspaste la olla cuando te caséis llueve- en efecto el día de mi boda llovió bastante y por todo el camino al nido de amor. Pero es que no hay como rasparse el arrocito que queda pegado en la paila, ni salsita más gustosa que el fondo de la de carne guisada, ni hablar si es hecha en coco, el asunto está en raspar el arroz tostadito del fondo de la paila y aflojárselo encima a la salsita de la cacerola donde se guisó el salado.

Otra manía irresistible que me ha traído problemas por pellizcón, en Maracaibo se le dice a la persona que husmea en las cocinas y toma un bocadito “Pellizcar la comida” verdadero acto indecoroso pero no hay como pellizcar sin que nadie te vea, eso es bueno para el que degusta a escondidas; les cuento de un señor maracucho que lo consiguieron tendido en el piso de la cocina, lamentablemente nadie se percató del atoro, pues el hombre inmuto con la cara morada llegó muerto al hospital, la razón se había atragantado con un bocado de guisado que había robado del pailón.

Otro caso fue de la señora que rellenándose con disimulo en una elegante recepción se zampó un club sándwich con toco y palillo, salió corcoveando con el paladar perforado, que tronco de lavativa se echó la distinguida dama.

Pero lo que si nadie perdona es cuando un gordo toma con todo el derecho que le asiste unos pasapalos, mínimo le recuerdan “la dieta” o le dicen -mirá ya está bueno no comáis mucho- eso da “ARRE…pentimiento” porque todos se hartan y el gordo no les dice nada, entonces porque al gordito le echan la jareta, que broma! Ni hablar de los flacos… hay de los que comen como un Sabañón, se comen una vaca entera con todos sus derivados y siguen flacos, los he visto tomando y comiendo como locos pero por flacos nadie les dice un “C…O2”. No hay como comer y beber es -de los placeres de la vida- como canta una gaita, y recuerden -de lo bueno poco- hasta en el sexo.

JLReyesM





sábado, 5 de agosto de 2017

El Pordiosero del Mercado.



De cómo llegaron los Reyes Albornoz a Maracaibo, le contaré lo que me contó mamá una tarde entrados mis once años de edad ya con el discernimiento de mi púbertad. Solía narrarme mi madre con frecuencia historias familiares para mi entendimiento, entre aquellas ésta que les voy a contar.

Antes les mencionaré consejos que ella me regalaba haciendo uso de su sabiduría y amor de madre, siempre me decía -hijo el tiempo lo cura todo,  no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, lo que pasa es lo mejor, en la carrera de los burros pierden los pollinos, Dios hace su voluntad y sabe lo que nos conviene hoy por ti mañana por mí- oportunos recordatorios a los que hice fiel seguimiento.

Los Reyes se refugiaron en la casa de su tía Pancha (Francisca Albornoz) hermana de su señora madre Sara Albornoz de Reyes, cuéntese de la tía Pancha que vivía en una casa en las adyacencias de la iglesia de Santa Lucia en el popular sector de “El Empedrado” y del porque y de donde se dejaron llegar los hermanos Reyes y su mamá Sara (Abuela nuestra) a casa de su bondadosa hermana, ese es un asunto muy triste que entre palos mis tíos comentaban recordando sus tiempos de infancia, cuando forzados por las circunstancias emigraron desde Los Puertos de Altagracia de donde eran oriundos a Maracaibo.

El abuelo Ezequiel Reyes, según me contó mamá, érase jefe civil de aquella población Mirandina y por una venganza personal fue vilmente asesinado con arma blanca mientras dormía en su hamaca, la abuela Sara decidió sin reparo venirse a Maracaibo protegiendo y temiendo quizás por su vida y la de sus hijos, como es sensato pensar, una vez residenciada en nuestra ciudad y embarazada como estaba de tío Carlos Luis, se dedicó con su hermana Pancha a la elaboración de empanadas y mandocas que los muchachos Reyes Albornoz salían de su casa a vender en el mercado de Maracaibo.

De ese entonces papá se fue familiarizando con el negocio de las moliendas de la ciudad, pues solía comprar el grano de maíz pilado para la preparación de esos tradicionales bocados maracaiberos, siendo luego un exitoso y distinguido empresario del ramo, llegando a poseer varias Moliendas, entre ellas Puente de Hierro, El Recreo y La India.

Tío Román, también fue un exitoso comerciante y empresario, llegando a establecer una línea de transporte pesado para el traslado de tuberías y maquinaria para la pujante y naciente industria petrolera en nuestra región Zuliana, haciendo buenos negocios con las empresas estadounidenses en la recuperación de vehículos automotores y maquinarias. Tío Carlos Luis por su parte trabajo durante años como administrador de la operadora Mene Grande Oíl Company.

-Después de la tormenta viene la calma- decían los viejos de antes, lo que fue trabajo y esfuerzo, lucha y sufrimiento, nos fortalece y se convierte en gracia y éxitos en nuestras vidas, nada pasa al azar todo es parte de los acontecimientos que son necesarios que pasen, el asunto es saberlos  sortear y convertirlos en experiencia para superarnos.

Entre tantas caras que vemos, unos y otros detrás, los de atrás -pescadores en rio revuelto- y los unos asumiendo sobre sí todo el peso de su coraje, no vemos los corazones ni las intenciones de la gente, pero -por sus frutos los reconoceréis- nos enseña la sagrada escritura.

Años después, los hermanos Reyes ya unos hombres, se tropezaron con el asesino de su padre nuestro abuelo Ezequiel Reyes, el decrepito verdugo se encontraba deambulado por el mercado de Maracaibo a expensas de su mendicidad, los años le habían cobrado con creces la afrenta hecha a los hermanos Reyes Albornoz y muy especialmente a la abuela Sara, los enardecidos hermanos Reyes planearon darle una paliza, a lo que la abuela Sara llamó la atención –dejen ese hombre quieto, ustedes lo que van es a mancharse sus manos con la sangre de un asesino-.

Dice la sagrada escritura, Eclesiastés 6:10 A lo que existe, ya se le ha dado nombre, y se sabe lo que es un hombre: no puede contender con el que es más fuerte que él. Eclesiastés 2:12 Yo volví, pues, a considerar la sabiduría, la locura y la insensatez, porque ¿qué hará el hombre que venga después del rey sino lo que ya ha sido hecho? Lucas 8:17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz. Salmo 37:5 Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. 6 Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. 8 ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño. 9 Pues los perversos serán destruidos, pero los que confían en el Señor poseerán la tierra. 39 El Señor rescata a los justos; él es su fortaleza en tiempos de dificultad. 40 El Señor los ayuda, los rescata de los malvados. Él salva a los justos, y ellos encuentran refugio en él.

JLReyesM.