viernes, 11 de agosto de 2017

De lo bueno poco.



Tomarse un Guarapo de Papelón bajo el sofocante Sol del mediodía, un Agua de Coco o un Guarapo de Caña de Azúcar, son cosas nuestras y tan sencillas, nunca podrá superar su gusto y frescura una gaseosa de esas que vienen en sus botellas etiquetadas con marcas trasnacionales de dudosa reputación para la salud.

Algunos son de la opinión, la cual respeto por supuesto, que el sabor de una buena pizza, hamburguesa o perro caliente se degusta mejor con una buena gaseosa de cola, sin duda es así, porque nos hemos acostumbrado a la comida que llaman “chatarra” acompañándola de este tipo de bebida efervescente, sin embargo yo siempre apuesto por una pizza escoltada por una fría cerveza, incomparable, siempre pido una pizza de Anchoas con cebollas, pimentón y aceitunas (Mi combinación) suelo agregarle por encima algo de orégano, albahaca y rociarla de queso de año de año rayado, pecorino o parmesano, de haberlo en el establecimiento y en casa cuando el bolsillo lo permite e ir a un restaurante hace mucho pero mucho tiempo atrolis.

Ahora bien, un Tumba Rancho con un buen Guarapo de Papelón eso es Zulianidad al máximo común múltiplo, unas empanadas de maíz, unos pastelitos, las mandocas, un patacón, eso es comer bien y sabroso; los tequeños si pasan la prueba pero para mi gusto saben mejor con una gaseosa.

De las cosas buenas de la vida, decía mamá –poco- porque según los viejos de antes –La mucha Sal pudre- vaya usted a saber, lo que es comer, beber, celebrar y bailar; ver una buena película después de cenar, compartir un café cordial en buena compañía, tomarse unos tragos en reunión familiar y de amigos; eso es vivir sanamente porque de lo contrario llega la hora de las congojas con el lamento de los excesos.

Hay ciertas mañas de uno, como por ejemplo rasparse los residuos de la comida que queda en la paila, el sartén o la olla; decían por ahí –te raspaste la olla cuando te caséis llueve- en efecto el día de mi boda llovió bastante y por todo el camino al nido de amor. Pero es que no hay como rasparse el arrocito que queda pegado en la paila, ni salsita más gustosa que el fondo de la de carne guisada, ni hablar si es hecha en coco, el asunto está en raspar el arroz tostadito del fondo de la paila y aflojárselo encima a la salsita de la cacerola donde se guisó el salado.

Otra manía irresistible que me ha traído problemas por pellizcón, en Maracaibo se le dice a la persona que husmea en las cocinas y toma un bocadito “Pellizcar la comida” verdadero acto indecoroso pero no hay como pellizcar sin que nadie te vea, eso es bueno para el que degusta a escondidas; les cuento de un señor maracucho que lo consiguieron tendido en el piso de la cocina, lamentablemente nadie se percató del atoro, pues el hombre inmuto con la cara morada llegó muerto al hospital, la razón se había atragantado con un bocado de guisado que había robado del pailón.

Otro caso fue de la señora que rellenándose con disimulo en una elegante recepción se zampó un club sándwich con toco y palillo, salió corcoveando con el paladar perforado, que tronco de lavativa se echó la distinguida dama.

Pero lo que si nadie perdona es cuando un gordo toma con todo el derecho que le asiste unos pasapalos, mínimo le recuerdan “la dieta” o le dicen -mirá ya está bueno no comáis mucho- eso da “ARRE…pentimiento” porque todos se hartan y el gordo no les dice nada, entonces porque al gordito le echan la jareta, que broma! Ni hablar de los flacos… hay de los que comen como un Sabañón, se comen una vaca entera con todos sus derivados y siguen flacos, los he visto tomando y comiendo como locos pero por flacos nadie les dice un “C…O2”. No hay como comer y beber es -de los placeres de la vida- como canta una gaita, y recuerden -de lo bueno poco- hasta en el sexo.

JLReyesM





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