sábado, 24 de julio de 2021

José Julián Montiel Agudelo.

 

José Julián Montiel Agudelo,
mi primo hermano, hijo de tío Julián José Montiel Fuenmayor,
empleado del Hotel del Lago recién construido.

sábado, 17 de julio de 2021

La Arepa Pelá.

Pasamos por la carretera Falcón Zulia partiendo desde Maracaibo, durante la nochecita de aquel día de hace unos cuantos años, llegamos felizmente a la paraguanera ciudad de Punto Fijo al margen de la quijada de esa gran cabeza del territorio venezolano, denominado desde los siglos de los siglos por propios y extraños Paraguaná, una vez superadas las crestas arenosas de los Médanos que cobijan su cuello de las inclemencias del majestuoso Mar Caribe y nuestro.

Cerro Santa Ana, devoto ícono de la planicie 
de la Península de Paraguaná.
(Composición gráfica JLRM)

La taciturna Luna, nos acompañó por todo el camino, haciéndose cada vez más grande a medida que nos adentramos en la geografía pedregosa y árida del glorioso e inmenso Estado Falcón, dejamos atrás la amada tierra Zuliana, cuando ya la Luna apenas asomada al oriente del horizonte lacustre, coronaba las torres del Puente Gral. Rafael Urdaneta.

Maravilloso recuerdo de antaño y cuando carajito, inolvidable por demás, el reflejo de la Luna sobre las encrespadas aguas del Lago de Maracaibo, resultaban un sortilegio mágico de esplendor y fantasías, llenando mi imaginario universo mental las alegóricas formas del paisaje, resultando un crisol de alucinantes pensamientos volando con la fuerza del viento, atizado por la velocidad del vehículo automotor de pasajeros que nos transportaba, susurrando sobre mis orejas.

Punto Fijo, entonces nos recibía desde la carretera, con un Arco neoclásico lindo y solemne, con su columnata Corintia, sus dinteles, aristas y acroteras, un poco más allá, en toda la carretera, estaba la solariega casa familiar de los Calles, con su frente ventilada permanentemente por la brisa paraguanera, que, desde sus exóticas playas, abrazaban la ciudad con un frescor estupendo, dándole el carácter propio a la pujante ciudad de Punto Fijo, bordeada por sus modernas refinarías petroleras, las más grandes del mundo, Amuay y Cardón.

Arco de entrada a la vieja Punto Fijo,
marco de lo que sería el futuro
de aquella pujante ciudad y de su gente esforzada,
después derribado para el paso de una nueva avenida,
hoy sus refinerías abandonadas a su suerte por el oprobio. 

De visita en casa de aquella noble familia Calles, Chinca, su señora madre la señora Aura y sus sobrinas, nos recibían a mamá, Sara y a mí, siempre gentiles y bondadosas, siempre atentas, con su sonrisa tan amplia como la inmensa Luna que durante toda la noche nos acompañó en el camino; más luego llegaba Sonia, la esposa de mi primo hermano Enrique Briñez Montiel, nacido maracucho pero paraguanero de corazón, con sus hijos aún bebes, y más despues, la plenada familiar se completaba con todos las hermanas y hermanos de Sonia.

Y entre todo aquel marco de amor familiar y amigos, estará precisado en mi memoria, las Arepas Peladas amasadas y cocinadas al Budare, por las atentas sobrinas de la gentil tía Chinca; que yo curioso el día anterior empuñé el molino, para triturar el maíz pelado con la Cal, pues la señora Aura, me mostró el modo de macerar los granos de Maíz tierno en un Palangana con agua de caliche blanco, que es lo que le otorga a la Arepa Pelada, ese típico gusto de sus arepas, inigualable a la de ninguna otra región de toda la geografía de Venezuela.

Como dicen los paraguaneros la Arepa de Maíz Jojoto o Arepa Pelada.
(Composición gráfica JLRM)

Desayuno, cena, y hasta en el almuerzo, nunca está de más el pan nuestro de cada día de todo buen falconiano, procurarse una Arepa Pelada, rellena con suero, nata, queso o mantequilla, carne de Iguana, Conejo, Carnero, Mechada de Res y sobre todo, la insuperable, la rellena con Mojito sazonado con Tomate, Cebolla y Ají Misterioso salteados y aliñado con Onoto, Orégano, Sal y Pimienta, eso es darse un gusto al paladar, con una generosa taza de Café con Leche, si es de Vaca recién ordeñada mejor que mejor, y si la Taza es de floreado Peltre, no se hable más.

Cuenta mi musa, que la primera madre en hacer una Arepa Pelá, así la llamó en el cantaito de su castellano ancestral, inspirada en la Luna llena, cuando adorna con su redondez y color sepia, la inmensidad del horizonte de aquella tierra prodigiosa en bellezas naturales, bañadas por las azules aguas del Caribe indómito.   

JLReyesMontiel.