domingo, 21 de marzo de 2021

Al Papa de Roma.

Benemérito
General Juan Vicente Gómez

Una personalidad inducida por las historias contadas por mis tíos viejos, era la del General Gómez, tal cual lo nombraban, haciendo halagos a su gobierno dictatorial al que consideraban necesario para dirigir los destinos del país, por supuesto era la mentalidad militarista de esos tiempos, ya de por sí la rigurosa existencia campesina del hato “San Luis” donde nacieron, crecieron y pasaron su juventud acrisolada con la jornada diaria entre cultivar la tierra, criar y pastorear animales mayores y menores, el ordeño y recolección de leña para el fogón, con la obligación de levantarse desde la madrugada y mucho ante del despunte del alba a la palabra irrestricta del abuelo papá Luis, templó sus caracteres de ese mismo modo y a la usanza de esa época.

De esas historias de mis tíos me quedó una imagen mítica del Gral. Juan Vicente Gómez, que hasta hoy me causa admiración, muy a pesar de la detracción que los argumentos contemporáneos de su gestión de gobierno se aglutinan en torno a su dictadura, pero, pero mucho más allá de los aciertos, desaciertos y sobre todo de la represión a los adversarios, la gobernabilidad de Venezuela en los primeros años del siglo XX se hizo posible gracias a su dictadura que forjó la unidad nacional en torno al caudillo respecto de los caudillitos regionales y la anarquía en la política en la que se había sumido Venezuela después del Presidente Guzmán Blanco, por la fragilidad de los gobernantes posteriores al auto denominado “Ilustre Americano”.

Fue “El Benemérito” Gral. Juan Vicente Gómez  quién logró pacificar el país de la inestabilidad política de quienes deseaban montarse en el poder para usufructuar las bondades que ese poder les concedía, acabando el mando del Gral. Gómez con las “Montoneras”  hombres montados a caballo a cuya cabeza un caudillo regional atizaba el bandolerismo y la rapiña al lado de sus contertulios, aspirando asumir el poder sino a nivel nacional como presidente de Venezuela, al menos como hombre fuerte de las comunidades en las que imponía su autoridad más por la fuerza que por la racionalidad de su autoridad y legalidad, desestabilizando la vida Republicana.

El Gral. Gómez gobernó dictatorialmente desde 1908 hasta 1935, hasta ahora la más larga de la Historia de Venezuela, se posesionó en el poder dándole un espaldarazo a su compadre Cipriano Castro cuyo gobierno dejaba mucho que desear en cuanto a disciplina administrativa y decoro público y personal, muy diferente al sigilo y ponderado carácter de su compadre y amigo personal Juan Vicente Gómez, mucho más prudente y cauteloso, sin embargo Gómez fue hostil e implacable hacia sus adversarios políticos y cruel incluso con sus parientes que aspiraban secundarle en el mando, considerado Gómez un hombre solitario, de pocas palabras que le otorgaban un temple intimidante, ingredientes personales por los cuales se ganó un muy justificado respeto a su autoridad por parte de todo el pueblo de Venezuela.

Laureano Vallenilla Lanz
Podemos afirmar y a decir del intelectual Laureano Vallenilla Lanz, que el Gral. Gómez representó la imagen y figura del “Caudillo” el gendarme necesario artífice del “cesarismo democrático” indispensable para la gobernabilidad de Venezuela; pero a mi modo de ver esta afirmación resulta sumamente peligrosa dependiendo de las manos en las cuales el poder recaiga a instancias de las intenciones y voluntad del “Caudillo” y sus seguidores, respecto a la manera de sentir y asumir el mando en provecho de ideales superiores, anteponiendo al mero provecho personal el sublime interés nacional de Venezuela en su trascendencia y talla histórica, en el caso del Gral. Juan Vicente Gómez se supo rodear de una élite de intelectuales venezolanos que llevaron adelante su gobierno, mientras el ejercía su autoridad desde su predilecta ciudad de Maracay en el Estado Aragua al frente del ejército, la armada y la fuerza aérea que el mismo promovió y fundó, imponiendo el orden en nuestro país a la anarquía, creando e institucionalizando las bases republicanas necesarias para formalizar la civilidad nacional con base al militarismo de estado.

Ese es el punto principal y objeto de estudio de la actuación del Gral. Gómez en la Historia de Venezuela de la primera mitad del siglo XX, y es una deuda que las generaciones de estudiosos de nuestra nacionalidad deberán ocuparse con sentido objetivo y ponderación crítica sobre los resultados y objetivos alcanzados, antes, durante y posteriores a su dictadura, sobre todo por la gobernabilidad ejercida por los gobiernos del Gral. Eleazar López Contreras y sobre todo por el gobierno del Gral. Isaías Medina Angarita que con la base institucional Gomecista, aperturó la vida democrática venezolana, pero ésta apertura no satisfizo las apetencias por el poder de los políticos populistas y demagogos, quebrantando aquella sólida base institucional forjada con el gobierno dictatorial del Gral. Gómez, como en efecto aconteció con el golpe de estado del 18 de octubre de 1945.


Pero cerremos este análisis con una anécdota del Gral. Gómez,  sabemos de las correrías pasionales del “Benemérito Gómez” y de sus amantes más por fama que por verdad registrada, además del modo como conservaba y guardaba con profundo celo su soltería personal de lo cual no cabe duda, en la oportunidad en la cual el Nuncio Apostólico de su Santidad Monseñor Carlos Paolí recomendaba al viejo “Caudillo” el sacramento del matrimonio para formalizar su vida, pues como le explicó, éste paso le otorgaría un gran poder espiritual sobre sus gobernados, el Gral. Gómez le respondió: -Explíqueme algo monseñor… ¿Por qué el Papa no se ha casado?

JLReyesMontiel






    

sábado, 6 de marzo de 2021

Una Mirada al Sol.

José Luis Reyes Montiel

Cuando mi madre me trajo al mundo, cruce del amor con mi padre, heredé la esencia pura de una generación noble y trabajadora, esa es mi mayor riqueza, incomparable a cualquier legado material en oro y plata; pues los valores éticos están por encima de toda perfidia. No tengo la necesidad de subrogarme nombres ni menciones, para sentirme mejor, me basta su recuerdo y ejemplo para sentirme más que recompensado.  

Hace algunos años atrás, aún Venezuela gozaba de su estándar vivencial, vacacionando y disfrutando la brisa costanera de la Playa El Supí en la Península de Paraguaná, conversando con un cercano hombre de negocios, le comenté mi idea de adquirir el viejo hotel donde nos hospedamos, pues tenía anuncio de venta en su entrada, incluso hasta le propuse asociarnos y buscar algún crédito bancario, aprovechando las facilidades que se le dan al sector turismo.

El hombre, trago en mano, que es cuando las verdades se dicen espontaneas, sin mayor cuidado me propuso: -Salimos mejor y sin lidias de estar acá llevando Sol y Sal, hacer un Registro de Comercio, presentar la propuesta de adquirir el hotel, pedir el crédito al banco, quedarnos con los reales y olvidarse después de hotel y proyecto alguno… Yo me callé y me tomé mi trago de fermentos de maltas escocesas sin avanzar opinión alguna, dejando a un lado el tema, mirando el insondable y a la vista infinito mar Caribe, en su horizonte azul, moteado de nubes surcando el cenit, empujadas por el constante viento norte de la Paraguaná ancestral.

Recuerdo también, cuando enterados del inicio de mis actividades como funcionario público tributario, me decían: -Ahora si te váis a poner en la buena, estáis donde hay... Yo solo los miraba y dejaba hablar, así los conocía mejor  para que replicar la insensatez de los mediocres.

Veintitrés años de servicio en mi carrera administrativa tributaria, culminaron una carrera profesional como Abogado, egresado del Alma Mater del Zulia (LUZ) La Universidad del Zulia. 

Durante esos años y previos a ellos, durante mi actividad profesional en libre ejercicio, traté siempre de mantenerme al margen de todo sentido antiético, y ante las circunstancias, vivir modestamente, ante cualesquiera otras posibilidades que favorecían el camino más fácil pero deshonroso.

Como vocifera la jauría postrimera, otros como se victimizan en su connivencia patibularia, como escupen la culpa que ostenta sobre sus frentes, los que no llevan de si el decoro humano de la honradez, parafraseando un poco el pensamiento de Martí; es así como, el destino de todo un país se vino abajo, se arruinó, entre los acordes vociferantes de desgraciados malhechores y la inmuta, burda y falaz complacencia de los trepadores de oficio, los sepulcros blanqueados, elegancias de cuello blanco y corbata de disimulada delincuencial, escurridizos por entre las piernas de mediocridades encumbradas, los segundones y esquiroles, generación nefasta, excrecencias de una sociedad éticamente enferma.

¿Hasta dónde seguirá llegando la destrucción de nuestro país? Preguntó una amiga comunicadora social en su portal, en ese instante le comenté: -Sentidamente una pregunta incontestable… Ahora discierno responder con otra pregunta incontestable: - ¿Hasta dónde llegará la orfandad de nuestros valores?

Las nuevas generaciones, las que se levantan a la luz del ejemplo de los buenos, los que se mantuvieron al margen de la impudicia generalizada, tienen en sus manos la siembra, la siembra del buen fruto, del buen futuro, para una Venezuela digna, renovada, será una mirada al Sol nuestra regeneración como nación, surgida de las cenizas del oprobio, y esa es nuestra esperanza. 

Abogado JLReyesMontiel.