sábado, 6 de marzo de 2021

Una Mirada al Sol.

José Luis Reyes Montiel

Cuando mi madre me trajo al mundo, cruce del amor con mi padre, heredé la esencia pura de una generación noble y trabajadora, esa es mi mayor riqueza, incomparable a cualquier legado material en oro y plata; pues los valores éticos están por encima de toda perfidia. No tengo la necesidad de subrogarme nombres ni menciones, para sentirme mejor, me basta su recuerdo y ejemplo para sentirme más que recompensado.  

Hace algunos años atrás, aún Venezuela gozaba de su estándar vivencial, vacacionando y disfrutando la brisa costanera de la Playa El Supí en la Península de Paraguaná, conversando con un cercano hombre de negocios, le comenté mi idea de adquirir el viejo hotel donde nos hospedamos, pues tenía anuncio de venta en su entrada, incluso hasta le propuse asociarnos y buscar algún crédito bancario, aprovechando las facilidades que se le dan al sector turismo.

El hombre, trago en mano, que es cuando las verdades se dicen espontaneas, sin mayor cuidado me propuso: -Salimos mejor y sin lidias de estar acá llevando Sol y Sal, hacer un Registro de Comercio, presentar la propuesta de adquirir el hotel, pedir el crédito al banco, quedarnos con los reales y olvidarse después de hotel y proyecto alguno… Yo me callé y me tomé mi trago de fermentos de maltas escocesas sin avanzar opinión alguna, dejando a un lado el tema, mirando el insondable y a la vista infinito mar Caribe, en su horizonte azul, moteado de nubes surcando el cenit, empujadas por el constante viento norte de la Paraguaná ancestral.

Recuerdo también, cuando enterados del inicio de mis actividades como funcionario público tributario, me decían: -Ahora si te váis a poner en la buena, estáis donde hay... Yo solo los miraba y dejaba hablar, así los conocía mejor  para que replicar la insensatez de los mediocres.

Veintitrés años de servicio en mi carrera administrativa tributaria, culminaron una carrera profesional como Abogado, egresado del Alma Mater del Zulia (LUZ) La Universidad del Zulia. 

Durante esos años y previos a ellos, durante mi actividad profesional en libre ejercicio, traté siempre de mantenerme al margen de todo sentido antiético, y ante las circunstancias, vivir modestamente, ante cualesquiera otras posibilidades que favorecían el camino más fácil pero deshonroso.

Como vocifera la jauría postrimera, otros como se victimizan en su connivencia patibularia, como escupen la culpa que ostenta sobre sus frentes, los que no llevan de si el decoro humano de la honradez, parafraseando un poco el pensamiento de Martí; es así como, el destino de todo un país se vino abajo, se arruinó, entre los acordes vociferantes de desgraciados malhechores y la inmuta, burda y falaz complacencia de los trepadores de oficio, los sepulcros blanqueados, elegancias de cuello blanco y corbata de disimulada delincuencial, escurridizos por entre las piernas de mediocridades encumbradas, los segundones y esquiroles, generación nefasta, excrecencias de una sociedad éticamente enferma.

¿Hasta dónde seguirá llegando la destrucción de nuestro país? Preguntó una amiga comunicadora social en su portal, en ese instante le comenté: -Sentidamente una pregunta incontestable… Ahora discierno responder con otra pregunta incontestable: - ¿Hasta dónde llegará la orfandad de nuestros valores?

Las nuevas generaciones, las que se levantan a la luz del ejemplo de los buenos, los que se mantuvieron al margen de la impudicia generalizada, tienen en sus manos la siembra, la siembra del buen fruto, del buen futuro, para una Venezuela digna, renovada, será una mirada al Sol nuestra regeneración como nación, surgida de las cenizas del oprobio, y esa es nuestra esperanza. 

Abogado JLReyesMontiel.



 


No hay comentarios: