Gral. Jorge Sotherland En sus buenos tiempos, cuando junto con el Gral. Venancio Pulgar, compartían el gobierno del Estado Zulia, llegando a proclamar la República del Zulia, pero será otro relato. |
Venezuela,
después de las guerras de independencia quedó sumida en una profunda crisis de
liderazgo, ya al Libertador Simón Bolívar se le hizo bastante difícil mantener
la unidad del ejército patriota, desde Carlos Piar hasta Francisco de Paula
Santander, pasando por las insubordinaciones de Santiago Mariño, Juan Bautista
Arismendi, José Antonio Páez, entre otros, solo el cumanés Antonio José de
Sucre y el marabino Rafael Urdaneta, mantuvieron su fidelidad al Libertador,
uno como el Gran Mariscal de Ayacucho y el otro, como El Brillante General Zuliano.
Para el año
de 1830, José Antonio Páez da la estocada final al magno país bolivariano,
Colombia, llamada así en honor a Cristóbal Colon el Almirante de España del Mar
Océano y colonizador este nuevo mundo América, con lo cual Simón Bolívar quiso
integrar las nacientes Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada (actual Colombia)
y Quito (actual Ecuador).
Separada
Venezuela, Páez asciende al poder como dictador de Venezuela, se instaura como
terrateniente y jefe central del ejército nacional, gobernando a nuestro país
como su posesión; duros años seguirán la historia de este país, de general en
general, entre conservadores y liberales, azules y amarillos, godos y pueblo en
armas, entre montonera y montonera, a cada alzamiento surgiría otro invocando
las injusticias del gobernante de turno para instaurarse él y seguir con el
despotismo caudillista, que podríamos resumir en estos versos del poeta del
pueblo venezolano, Aquiles Nazoa “…Niña
que bordas la blanca tela, niña que tejes en tu telar, bórdame el mapa de
Venezuela y un pañuelito para ponerme a llorar”…
Uno de esos
personajes, por demás pintorescos de nuestra historia patria, es sin duda
alguna el General Venancio Pulgar, admirado por unos y muy criticado por otros,
regionalista para éstos y el incendiario de la Villa del Rosario de Perija para
aquellos, pero que objetivamente hablando no fue sino un caudillo como todos
los caudillos, un personalista y arrogante señor, que se mantuvo fiel a los
detentadores del poder siempre y cuando respondieran a sus intrínsecos
intereses.
Venido a
menos Venancio Pulgar, perdió toda influencia militar y política en Venezuela,
un conflicto de liderazgo con Joaquín Crespo, quién gozaba del favoritismo de
Guzmán Blanco, dio al traste con su figuración en aquel gobierno, al alzarse en
armas quedó aislado y derrotado.
En el Zulia,
quienes en armas prestaron sus servicios como soldadesca de aquel aguerrido
Venancio Pulgar, al desaparecer de entre ellos, quedaron diseminados en pequeños
grupos de guerrilleros a caballo, armados con sus máuseres alemanes, mas
bandoleros y forajidos que combatientes de un ideal, se dedicaron a la rapiña y
al asalto, iban por esos pueblos y comarcas, atemorizando a los lugareños y despojándole de sus pertenencias
y de comida, desde sus guaridas en el monte adentro, se dejaban llegar hasta los hatos hacia el norte de Maracaibo
desde el Hato Canchancha hasta Cabeza de Toro, pasando por el Hatico de los
Acosta llamado entonces Hato San Jacinto
donde hoy está la popular barriada “San Jacinto”, por donde otrora amedrentaban a sus propietarios
y se adueñaban de vituallas, caballos y ganado.
Para aumentar
su mal aspecto y atemorizar, se hacían pintar la cara entre ellos mismos,
empleando el hollín producido por la leña de sus hogueras al acampar, y a la
vez les serbia para disimular sus facciones y evitar ser identificados; razón
por la cual el pueblo les dio el sobrenombre de “Los Tiznados” a los
facinerosos exgendarmes de Venancio Pulgar, por lo que eran también conocidos
como “Los de Venancio”.
Mas de una
vez, entre añoranzas y recuerdos del pasado, escuche a la abuela Mamá
Carmela en su ancianidad de sus 101 años, contarme aquellos acontecimientos de su época, cuando de hato en hato, se corria la voz: -Ahí vienen los tiznados, tiren los animales al monte, si
se perdía una cabrita, un cerdo o una vaquita, decían entre si los vecinos: -Esos fueron
los tiznados. Los Tiznados legado bandolero de aquellas guerras fratricidas y de sus montoneras, que en nuestra región zuliana y en toda Venezuela asolaron nuestro país en las postrimerías del siglo XIX y
comienzos del siglo XX.
José Luis Reyes Montiel.
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