jueves, 31 de diciembre de 2015

Una Reliquia de familia.

Un retrato de mamá,
es una cosa, una imagen de un
ser querido en el tiempo,
un objeto preciado por lo que representa.
Aquellas que nos dan mas gusto por su significado que por su valor monetario, pero que de ningún modo es una manifestación idolatra, sino que las atesoramos con verdadero fervor y cariño, más por su representación que son en sí mismas, porque al fin se tratan de objetos, de simples cosas, pero que por sobre todo nos vinculan de algún modo, con nuestro orígenes, con nuestras costumbres y tradiciones, y principalmente con nuestra fe que heredamos de nuestros queridos viejos, quienes nos enseñaron la fidelidad a la iglesia y el amor a Dios, a Jesús y al Espíritu Santo, y la veneración a nuestra Santa Madre la Virgen María.

Son diversas las formas de expresar la devoción en la fe, pero lo que jamás entenderé como algunas personas para encontrar la verdad abandonan la madre iglesia, acudiendo a otras agrupaciones y facciones protestantes, incluso pasándose al hinduismo, budismo, islamismo, judaísmo, y tantos otros ismos, saltando la talanquera cual proselitista que se cambia las franelas; cuando valiente y viviendo militantemente nuestra doctrina cristiana, conociendo un poco mas nuestra fe, hubiesen descubierto ese grandioso tesoro del mensaje de Cristo.

En estos días de Navidad, es menester el reencuentro y la renovación de la fe, aquella que nos acerca mas a ser participes de la vida cristiana, en hechos y obras, no solo de la boca para afuera, sino en la acción diaria y en la forma de existencia que llevamos; alguien en estos días, quizás con buena intención, y así lo quiero pensar, me decía… -y con 20 años trabajando en la administración pública y andas todavía en esa vieja camioneta- …al fin de cuentas los juicios de valor, no son sino el reflejo de la persona que los emite y del entorno al cual pertenecen, yo le quise cantar Los Ejes mi Carreta de Atahualpa Yupanqui, aquella cuya letra dice mas o menos, -porque no engraso los ejes me llaman abandonao si a mi me gustan que suenen pa´que los quiero engrasaos-.

Ahora bien, les decía los tres elementos dignos de reflexión para realizar en estos días de Navidad y Fin de Año, éstos son militancia, reencuentro y renovación, en este mismo orden de ideas, militancia en la práctica diaria de la vida cristiana; reencuentro con nuestra fe, sus valores morales; y renovación en la fidelidad a la iglesia de Cristo.

Vivir el evangelio de Cristo, es una aptitud y un reto diario, negarse asimismo en las apetencias de nuestro cuerpo material que nos separan de la verdad, eso se logra reencontrando, retomando día a día los valores cristianos y renovando nuestra fidelidad a la iglesia originaria de Cristo, donde fuimos bautizados y donde nuestros ancestros forjaron su existencia, mediante sus tradiciones, virtudes y trabajo.

Jesús dormido es despertado por sus
discípulos, sobrecogidos por la tempestad,
Jesús calma la tormenta;
así nos conforta en nuestras angustias.
.
El hombre sin una fuente originaria de agua viva, segura, firme y sólidamente conformada, es una barca en medio de una tempestad, Cristo es despertado para calmar aquel cruento temporal, de tal modo, Cristo nos deja esa piedra angular cimentada en el apóstol San Pedro (Aquel humilde pescador llamado Simón, sobre el que Jesús renombró como Pedro “Piedra”) porque sobre esa piedra edificaría Jesucristo su iglesia; en consecuencia, la fe sin obras es como aquella misma barca en el Mar de Galilea, cuyos pescadores, entre ellos Simón, echaban las redes sin obtener pesca, es decir, sin recoger frutos, Cristo resucitado les indica desde la orilla donde echar las redes y la pesca fue sobreabundante, entiéndase en la Parábola los frutos de la vida verdadera, la que solo Cristo nos enseña al decirnos “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

Sucedió que Jesús Resucitado aparece a las orillas del Mar de Galilea,
donde tiempo despues sus apóstoles se dedican a sus jornadas habituales en la pesca,
Les había comentado antes, que son diversas las formas de devoción, aquellas que por su significado y por su valor familiar, las atesoramos con fervor y cariño, y principalmente por nuestra fe que heredamos de nuestros queridos viejos.

Ocurrióseme, en vísperas de navidad, mientras restauraba un cuadrito, retablo de la Santísima Trinidad, imagen representativa del misterio de Dios Trino y Uno, Padre, Dios Todopoderoso, el Verbo de Dios Jesucristo unigénito del Padre y el Espíritu Santo en forma de Paloma Blanca, ésta última tal como lo describen las Sagradas Escrituras cuando Jesús de Nazaret recibe su bautismo de manos de Juan llamado “EL Bautista” apareciendo también como lenguas de fuego en el pasaje de los Apósteles reunidos con la Santa Madre María.

Retablo de La Santísima Trinidad, imagen religiosa
perteneciente al abuelo Luis Montiel Villalobos,
ungida en aceite de Oliva restauró todo su esplendor perdido,
convirtiéndose en una reliquia.
Profundizando un poco, en el misterio de La Trinidad Divina o de Las Tres Divinas Personas, San Agustín nos dice, “Cristo terrenal para, con él y desde él, alcanzar la eterna sabiduría y la visión de la verdad de Dios. Nuestra ciencia es Cristo, nuestra sabiduría es igualmente el mismo Cristo, -en quien se hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia- (Colosenses 2, 3)”.

Volviendo al cuento que les contaba, el retablo data de fecha antiquísima, pues mi abuelo Papa Luis, me conto mamá,  como les comentaba con frecuencia a sus hijos, que ante esa imagen su mamá María Mercedes oraba, mientras una vela desgastaba las horas en su blanca cera iluminada durante la noche, razón por la cual Papá Luis siempre colocó en lugar privilegiado dicho retablo en el Hato San Luis y de ese mismo modo, yo continué su tradición de colocar en lugar privilegiado en mi casa, el viejo retablo de la Santísima Trinidad. 

Curiosa y mística experiencia, aconteció este 23 de Diciembre pasado, en un instante rápido, fugaz e instantáneo; meses atrás durante la construcción de unas mejoras y bienhechurías en casa, los trabajadores retiraron de las paredes varios cuadros, entre ellos el de La Trinidad, por un descuido de los albañiles colocaron sobre los cuadros alguna sustancia que se disperso sobre los mismos, manchándolos, y la mancha sobre la litografía de La Trinidad no pudo ser peor.

Tomé el cuadrito lo desarme para tratar de desmanchar la imagen, una vez desarmado, a la imagen la sometí a limpieza ligeramente con agua, pero la vieja litografía se decoloraba al rasgo del algodón, por lo que desistí del propósito y resolví dejarlo así manchado y procedí a armarlo nuevamente, pero un fenómeno aconteció, el vidrio que protegía la imagen del cuadro no entraba en su marco, probé introducir el vidrio de varias formas y posiciones resultando infructuosos mis intentos, pensé entonces con un papel lija grueso desgastar el marco para ajustarlo al tamaño del vidrio; vidrio original del cuadro desde tiempos de los abuelos, por lo que no entendía porque ahora no quería ajustarse al marco, si recién lo había desarmado de su marco de madera; en vista del inconveniente guarde el cuadro y lo coloque dentro de una vitrina.

Fue así como en vísperas de esta navidad, aprovechando el día libre, retomé el cuadrito de La Trinidad y procedí a limpiar su imagen, aplicando con un algodón Aceite de Oliva, que recientemente compramos para las hayacas, el aceite de Oliva hidrató y acondicionó perfectamente la imagen quedando mucho mas clara y delineada, pues se encontraba ensombrecida por la mancha; requetécontento coloqué sobre la mesa del comedor el retablo y ante Mercedes, Carmen y Ezequiel pasé a explicarles que ahora procedía a lijar la madera del marco en sus bordes para que entrará el vidrio, y para demostrarles lo coloqué sobre el marco, pero en ese instante el primer sorprendido fui yo, pues de una manera automática, a mi modo de ver mística, el vidrio cayó perfectamente ajustándose al marco del retablo, sin mayor esfuerzo, en comparación con el realizado días atrás, donde hasta desistí de arreglarlo, precisamente porque no entraba de ningún modo ni posición dentro del ovalo de madera del retablo.

Explicaciones, muchas pueden surgir; de algún modo ese retablo contiene sobre sí años y años de oración y piadosa devoción familiar, no al cuadro como tal sino a lo que representa, es una cosa, un objeto, madera, cristal y una litografía con la figuración artística de la Trinidad Divina, pero la fe es un acto maravilloso y un hecho imponderable. GLORIA IN EXCELSIS DEO. 

José Luis Reyes Montiel.

jueves, 24 de diciembre de 2015

El Señor del Estacionamiento.

El caos vehícular típico de Maracaibo.
Son las 6 y 45 de la tarde, el Sol apenas se va ocultando en el cenit, una leve brisa refresca el agobiante calor del día, el ambiente enrarecido por la polución del estacionamiento, agrava la fatiga de la presencia imperceptible del señor que cuida los carros aparcados frente a la Panadería.

Parado entre el paso de los vehículos, sostenido sobre su bastón, la jornada del día se marca en la sudoración que empapa y mancha su camisa, con paciencia y mansedumbre se gana sus churupos de la mano de uno que otro de buena voluntad, así llevara ya en la noche algo de sustento a su casa; por ahora, sigue toreando los carros, por decirlo de algún modo, de vez en cuando camina entre el tumulto vehicular; su encorvada silueta lacerada, pareciera inclinarse como si la Tierra reclamará de su cuerpo el barro con el cual formó al hombre El Creador.

El señor del estacionamiento, fija su mirada entre la gente que sale de la panadería hacía sus carros, en ellos colocan celosamente sus viandas, unos ignoran indiferentes la inerte presencia del sexagenario señor mientras extiende su brazo y abre la palma de su mano derecha, demandando sin mediar palabras el honorario justamente ganado por regularizar con su pito la entrada y salida vehicular del estacionamiento.

Desde mi camioneta capto estas gráficas del señor del estacionamiento
frente a una Panadería de la Parroquia donde resido.
Epa señor! Le llamo su atención, como estuvo el día –caliente- me responde socarrón, le replico-No! que como estuvo la colecta-  me responde el señor -peor que en iglesia de pueblo-  y le pregunto curiosamente-, ¿Dónde vive Ud.? –Estáis preguntando mucho gordito- me responde jocoso, en ese momento, sale a paso rápido detrás de un carro al cual indicaba con sus rugosas manos como salir entre los vehículos situados a sus lados, sin por eso disminuir su velocidad el hombre del carro se le fugó sin emitir la propina debida por el servicio prestado y convenido, entre el pito del señor del estacionamiento y el pulgar del usuario así prevenido del ocasional servicio.

El señor del estacionamiento
en el preciso instante de una
oportuna contraprestación.
Al regresar del fallido intento me dice el maltrecho adulto mayor, -ese es otro pichirre- en eso sale Mercedes de la panadería con la cena del día -Se gastaron 2.775,00 en el pan, ¼ de queso y la mantequilla- enciendo la camioneta y saco un billete de cincuenta Bolívares y se los doy al anciano vigilante, se los guarda en el bolsillo del pantalón y pitando con su silbato de piñatería o de algún cotillón, detiene un vehículo, para que yo salga con mi camioneta del febril estacionamiento y el otro vehículo toma el puesto por mi desocupado. 

Pienso, si el noble anciano a pesar de sus años, se presta al público para ofrecerle el servicio de guía vehicular, aliviando en algo el caos vehicular, cuando extiende sus lánguidas y temblorosas manos, que nos cuesta por pequeño que sea el aporte darle una cantidad con la cual reúna una cifra mayor para su sustento. Reflexiono también, si en lugar de mendigar y no hacer nada en lo absoluto, se dedica a ese modesto oficio, porque no considerar más que una limosna, una contraprestación al servicio de guía del tráfico en el espacio de un estacionamiento.

Y no hablo solo por el viejito del estacionamiento de la Panadería cerca de mi casa, hablo por el jornalero que marcha en su burro recolectando la basura que no recoge el servicio municipal del aseo, hablo por los limpia parabrisas en los semáforos, por los empacadores en los mercados y pulperías, entre otros oficios de ocasión con los cuales el desempleado se defiende buscando el sustento para los suyos y el propio.

Evoco la sagrada palabra escrita del Sermón de la Montaña, discurso moral y de justicia magnifico de Jesucristo, cuando expresó "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos" discerniendo sobre el mensaje de Cristo, la pobreza no es un bien en sí, como la riqueza no es un mal. No es el simple hecho de ser pobres lo que nos hace agradables a Dios, sino la actitud espiritual respecto de los bienes materiales, nuestro estilo de vida; puedes ser pobre pero si estas lleno de pasiones indeseables, envidias y odios, de nada te sirve la pobreza; como se puede ser rico pero si vives con magnanimidad, generosidad y desprendimiento interior de esas riquezas, encontraras gracia a los ojos del altísimo; No hay que entender la pobreza de espíritu como simple carencia, mengua, insuficiencia, necesidad, o pusilanimidad; Dios a mi modo de ver no bendice a los apocados y cobardes.

Jesús de Nazaret, en su discurso de "El Sermón de la Montaña"
Recuerdo ahora tanta gente, entre amigos personales y familiares y otros parientes míos, que murieron trabajando día a día, pues de sus salarios y del trabajo constante provenía toda su riqueza, no de las lisonjas, ni de las ganancias mal habidas y perversas, menos de la usura y menos aún del hecho ilícito; recuerdo también gente con posición económica holgada pero excelentes personas en su trato y supremamente sencillas y modestas. 

En un mundo como éste del tango “El Canvalache” de Discepolo, la señoría se aplica irónica e inmerecidamente también a aquellas personas que acumulan riquezas escandalosas, mientras otras que los circundan los chupamedias y jalabolas, le hacen alardes trepando a horcajadas sobre sus  espaldas, personas que al fin se enriquecen, pero de una riqueza alimentada con mucho oro pero sin decoro, como decía José Martí: Riquezas que no pueden venir del trabajo honrado; personas llenas de soberbia y orgullo, entre más bajas más engreídas, y se hacen llamar y los llaman señores, cuando no lo son;  Señorones sin saber para quién guardan a la final, pues ese dinero no se lo llevarán jamás de los jamases a sus húmedas y tenebrosas tumbas.

Conclusión, a mi humilde modo de entender la vida, bueno es para el hombre formar un patrimonio familiar y moral, formar sus hijos en el deber, atesorar riquezas espirituales, y sobre todo disfrutar en vida y con santidad de los bienes materiales que con el trabajo nuestro y la gracia de Dios, que nos provee, constituyen nuestra felicidad y bendición; la pobreza espiritual, es humildad y mansedumbre, en una pobreza espiritual se engrandece el corazón porque del corazón nace por su conciencia del fuero espiritual mas intimo de nuestras almas, ser pobre de corazón, pobre de espíritu.  

José Luis Reyes Montiel

domingo, 15 de noviembre de 2015

El ingenuo controlador.

Chaperona cuidando a los novios.
Entre historias, cuentos y refranes, veníamos conversando sobre esos personajes denominados los chaperones y las chaperonas, sin pretender hacer alusiones de género y menos aún de rancia crítica política; son aquellos los que antes solían acompañar a las señoritas para poder salir seguras con algún hombre, generalmente un joven pretendiente, estos así llamados podían ser un hermano o hermana, mayor o menor de edad respecto de la acompañada, también podía desempeñarse como chaperón un primo o prima, siempre escogido por el padre o la madre de la susodicha y a la postre resultaba casi siempre cómplice de la misma, permitiendo el besito furtivo mientras daba una caminadita por el parque. 

El acompaña es un supervisor de una o más jóvenes, se trataba de hombres o mujeres solterones, casados o viudos, quienes resguardaban en paseos o alguna actividad social, a las chicas decentes de buenas familias, usualmente con la intención de prevenir interacciones sexuales o sociales inapropiadas, la presencia del chaperón era una garantía de la virtud de la joven en cuestión. 

La Capa o Chaperón del idioma francés.
El chaperón una vez realizada su labor, rinde cuenta a los padres de la joven acompañada; por cierto, la palabra deriva del francés Chaperon, como lengua romance pero originalmente es del latín tardío cappa, que significa capa, lo cual se refiere a una especie de capa que fue llevada por los hombres y mujeres para protegerse de las inclemencias al montar a caballo.

Otro posible origen a esta palabra puede provenir de la cetrería, en donde la palabra significaba poner la capa encima del ave de presa para eliminar su deseo de volar.

Los chaperones eran por supuesto resistidos y resentidos por la gente joven que es supervisada, pues su presencia incomodaba a la pareja que buscaba intimidad en su relación, esta práctica de los chaperones ha caído en desuso en la sociedad occidental; sin embargo, el término se conserva en alguna que otra ocasión, cuando una pareja es acompañada por algún amigo o amiga, o para referirse a parientes o profesores que supervisan a alumnos en los bailes, fiestas y excursiones.

Lactuario, todos los días a las 6 de la mañana 12  del mediodía y a las 6 de la tarde,
se deja escuchar la sirena o pito desde sus instalaciones
anunciando el inicio o cese de la jornada laboral. 
Una cuento villero, de allá de La Villa del Rosario de Perijá, provincia productora de leche y demás rublos de la ganadería, es esta historia real para algunos, para otros una comedia que bien comprenden los vecinos de esa región, contaba el primo Pedro Eduardo “Pepe” Briñez Montiel, empleado de la desaparecida y añorada empresa productora de leche en polvo Indulac, resulta que… -un joven empleado de la empresa, encargado del reloj de control de entrada y salida del personal de la compañía, se enamoró de la hija de un rico ganadero de la zona, el humilde muchacho no tenía donde caerse muerto, sin embargo la muchacha compartía con el joven su idilio a escondidas, decidido el joven a pedir la mano de la muchacha a su papá, al fin se presenta ante él, y el viejo le replica… y usted ¿cómo se llama y que pito toca?… yo soy Jesús Palmar y toco el pito del lactuario-.


José Luis Reyes Montiel.

sábado, 7 de noviembre de 2015

El Araguato de Doña Manuela.

Araguato o mono aullador
Es el Araguato, también conocido como mono aullador, de rojizo y abundante pelo, propio de nuestras selvas tropicales, numeroso en otras mejores épocas, cuando la vegetación de montaña bordeaba las aledañas ciudades y pueblos nuestros, sembrados en la geografía nacional como pesebres, formando parte de un hábitat que solo tomaba de la tierra lo necesario; en esa naturaleza maravillosa, se levantaron nuestros parientes.  

De los viejos queridos, mis padres, tíos y abuelos, siempre tengo presente su humanidad, su particular modo de asumir cada día, su rectitud ante la adversidad, ante la cual solo recurrían a su cantera de dichos, expresiones y refranes; grabados en mi memoria, su más preciada herencia para mí.

Mamá en eso de dichos y refranes, también era muy vernácula, son tantísimas las que evoco las que vienen a mi memoria en la ocurrencia del momento del hecho que las merece expresar, si me las pongo a enumerar quedarían muchas expresiones fuera del manojo de refranes, dichos y expresiones populares, verdaderas creaciones del acervo coloquial de nuestro criollo español y otros que vienen allende el mar océano, desde la hispana madre patria.

Entre tantos dimes y diretes, traigo algunos del "Refranero Popular" folleto editado y recopilado por mi hermano Frain Cesar Reyes Labarca, otros de mi memoria, en los encuentros con aquellos venerados viejos nuestros, solo por citar algunos… -Bueno es el Cilantro pero no tanto-, -Burro amarrao leña segura-, -Cachicamo trabaja pa´Lapa-,  -el que ama el peligro perece en el-, -como piojo en cabeza de calvo-, -Creen que la Luna es pan de horno-, -el que trabaja no come paja-, -cuando el pobre sale siempre llueve-, -el que no sabe es como el que no ve-, -después del ojo saca no vale Santa Lucia-, -el que nace pa´cornuo es frentón desde chiquito-,  -el que pisa en tierra llana nunca tiene tropezón-, -dime con quién andas y te diré quién eres-; sabios proverbios que expresados de modo coloquial contienen todo un mensaje a quién discierne tal cual como dice el refrán –el que no oye consejo no llega a viejo-.

Los refranes son dichos breves, que representan
algún aspecto del sentido común o de sabiduría popular.
Algunos de estos vernáculos pensamientos son charadas a las que es menester poner cuidado en su interpretación, como estos… -cójeme ese trompo en la uña a ver si tataretea-, -el que no tiene dientes aprieta con la encía-, -el tropezón enseña a sacar el pie-, -el que te aconseja pudiendo ayudarte no es amigo tuyo-, -no le dije perro pero le mostré el tramojo-, -hombre miedoso no besa mujer bonita-, -creen que el mono es oso porque lo ven pelúo-, -más vale ser cabeza de Ratón que cola de León-, y esta perla –Mapurite sabe a quién pea-.

También los dichos, frases, y divertidos trabalenguas,
los colmos, chistes y muchos mas,
han sido creados para transmitir de forma entretenida
pensamientos de prudencia para un mejor vivir.

Los refranes  pueden ser entendidos como proverbios.
Refranes y proverbios son sinónimos.
La palabra refranes, viene del francés refrían.
La palabra proverbios,
proviene del latín, proverbium.
Existen también expresiones ancestrales como la palabra “galillera” cuando una persona sufre un ataque de tos en Maracaibo decimos –me dio una galillera- en una ocasión reunido con un viejo amigo poliglota, le causó hilaridad mi maracuchada al darme un exceso de tos, interrumpí el dialogo pidiéndole -permiso para ir al baño para calmar mi galillera- muerto de la risa me dijo: -claro está, eso es del idioma portugués “Galillo” garganta- dícese en el diccionario de la Real Lengua Española que se refiere a la campanilla del velo del paladar, o garguero que es la parte superior de la traquea.

Otra, cuando una persona te pregunta al saludarte ¿Cómo estáis? Vos le respondéis así, -como tres en el anca del Burro y la capotera atrás- como una manera de decir que la situación esta mal, muy incomoda, pues de hecho es realmente dificultoso, para tres personas trasladarse sentadas sobre un jumento y detrás de ellos, la capotera ésta es, según el citado diccionario, una bolsa de viaje hecha de lienzo grueso y resistente, abierta por los extremos y provista de cordones para abrirla y cerrarla. 

Los refranes o proverbios,
expresan verdades básicas de la vida
o algún tipo de concepto práctico
sobre el quehacer humano.
Si de repente escuchamos un cuento, brollo, chisme, lleno de sensacionalismo, y ante el cual no queremos agregar mayor comentario para evitar agravios, decía mamá cantaito en buen maracucho, solo una palabra: -¡Díiiigaaaameeee!- (Dígame) si la cosa ameritaba la prudencia ante la llegada de terceras personas las cuales no interesaba se enterarán del asunto, uno de los interlocutores refería así… -Total que lo asaron con las alas y el pico- y el otro tertuliante contestaba… -Y salió volando el Perico- quedando el mirón de palo fuera de todo contexto y conocimiento de causa y preguntándose -¿cual Perico miarma?-.

Antes era muy usual el acompañamiento con chaperones o chaperonas, entiéndase acompañantes al cuido y resguardo de las parejas, generalmente un hermano, hermana o prima de la novia, pues el novio iba solo a visitar a su novia; tratábase entonces que dichos acompañantes eran distraídos por los novios mediante subterfugios que si anda y nos compras unos helados, o cafés, unas golosinas, en fin cualquier excusa, para así aprovechar ese breve espacio de tiempo para darse un efusivo beso a solas; como le sucedió a unos viejas primas, cuyos novios se perdieron en la majada de San Luis, al regresar la parejita, entre la euforia de la señora madre y de los novios, la novia algo disgustada por la aptitud de su progenitora le replicó, -caramba mamá ya yo estoy bastante mayorcita para saber lo que me conviene- ante cuya justificación la tía le recriminó con este refrancito –entre la mujer y la gaviota entre mas vieja mas loca- y caso cerrado.

También se cantaba, los cantos de peonada de jornaleros, de ordeño, de arrieros de ganado, en fin; de esos cantos rememoro uno que me enseñó mamá quién se lo enseñó mi abuela Mamá Carmela, contaba mamá añorando su juventud, como en plena majada del Hato "San Luis" en aquellas noches colmadas de estrellas, cuando asomada por el oeste la Luna en creciente, la abuela querendona daba sus acciones de gracia a la Luna, compañera sempiterna del agricultor en sus faenas del campo, para la siembra y la cosecha, para la poda de las plantas y la castración de los animales, y para su cruce y para su cría; mirando hacia la Luna de cachitos, decía cantando así... -Bienvenida seas Luna guerría, mi corazón se alegra y mi alma se ríe, Dios que te hizo para crecer y menguar, danos vida y salud para verte acabar-, ese es el canto a la Luna según me contó mamá. 

Araguatos en plena selva aullando
para marcar su territorio de otras especies.
Decía que también se cantaba, en charadas y consejas, antes los viejos lo hacían durante sus faenas diarias, sanamente y entre amigos, muchas veces en doble sentido, para pasarla bien, una de esas canciones un poco mas o menos decía así… -el Araguato y ruco y ruco, el Araguato y ruco y ruco, el Araguato y ruco y ruco, el Araguato y ruco y ruco, el Araguato de Doña Manuela masca tabaco y no tiene muelas, y ruco y ruco- y de ese modo repetían el estribillo entre versos cachimberos repentistas de los jornaleros, echando varilla (bromeando) sobre las andanzas de Doña Manuela, animándose entre sí reían, mientras la pala entre sus manos rasgaba la tierra agreste de los campos, para sembrar las semillas del sustento diario familiar.  Pero a todas éstas, vaya Ud. a saber… ¿Cuál era el Araguato sin dientes de Doña Manuela?

José Luis Reyes Montiel.

domingo, 25 de octubre de 2015

El Limonero de mi casa.

De su espinoso tallo,  que tanto nos recuerda
la corona de espinas de Jesucristo,
El Creador nos regaló este formidable fruto. 
En una jardinera al margen de la entrada del portón del estacionamiento de la casa donde viví mi infancia, en la esquina de la calle 69A con la avenida 13 de Maracaibo, estaba enorme y verde un árbol de Limón, en realidad eran por sus tres variedades tres árboles de diferentes variedades de Limón, pues en sus cosechas unos eran grandes pero poco jugosos, otros chiquitos y ácidos como la hiel, los mejores eran los de tamaño mediano ácidos pero jugosos y dulzones.

Recordaba en estos días, comprando una bolsa de limones a los vendedores de semáforos, por cierto a quinientos bolos una veintena de limones, como en mi casa más bien caían de la mata perdiéndose en el suelo la saludable sustancia de su vital y benéfico contenido.

Ironías de la vida y sus contradicciones, diría algún pensador, hoy me gasto en una bolsita de limones, lo que ayer me sobraba en mi casa, aquella de patio grande con sus Guayabas blancas y rojas, sus tres variedades de Mangos, su Níspero, sus lechosas, sus hicacos, sus guineos y plátanos, sus cocos; a la sombra del viejo árbol de Ratón y sus aromáticas hojas, bálsamo milagroso para baños corporales; aquel patio rodeada de Berberías y Cayenas, sembradas por el viejo Quintiliano bajo las ordenes de papá y luego conservadas celosamente por el cuidado de mamá.

El Limonero, o Limón, nos surtía gratuitamente de vitamina “C” calmando; no solo la sed y el calor, con su refrescante jugo sorteado con agua y acompañado de unos cubitos de hielo o haciéndolo granizado en la licuadora; sino también, calmando la pansa cuando el hambre apuraba. 

Los vecinos, entre ellos el señor Urdaneta abuelo de mi amigo Alberto Urdaneta Navarro, cuando caminaba y pasaba frente a mi casa, me llamaba y ayudándole a recogerlos no dejaba de llevarse su buena bolsa de limones; de ese mismo modo, vecinos, familiares y amigos, nos visitaban, llevándose en sus manos el infalible remedio para sus males y achaques.

Mamá, acostumbraba en época de limones, ya cuando comenzaban a escasear en la mata, enterrar en la arena del patio trasero de la casa, una buena cantidad del sanador fruto, yo le ayudaba con la pala a socavar el hoyo, redondeado y profundo como medio metro, y enterrábamos los limones como huevos de tortugas, luego sobre el sitio colocamos una piedra para marcar exactamente el lugar y así cuando pasaba la temporada de limones, teníamos Limones extras fuera de cosecha, que era poco tiempo, pues nuestro maravilloso trópico permite dos cosechas al año y hasta tres cosechas si el invierno es bueno y benévolo el verano.

Los limones enterrados para reserva, podían pasar semanas y hasta meses, no se podrían ni se descomponían al contacto con la tierra, al contrario maduraban perfectos, conservando su acidez y proporcionando incluso mas jugo del que generalmente aportaban al tomarlos del árbol.

Papá solía en sus tardes, recostado en su Taburete al marco de la puerta del patio derecho de nuestra casa, chuparse un Limón después de la cena, mientras miraba ocultarse el Sol; yo siempre disponible al juego, así me entretenía y desde donde estaba veía la enorme presencia de mi padre pensativo como escudriñando el cielo; llegaba la noche, las horas de conversación entre Papá y Mamá, sus cuentos, anécdotas y chistes familiares, y yo escuchándoles; mientras miraba como, entre el cielo y la tierra las nubes surcaban al viento, dejando claroscuros espacios a la inmensa Luna llena y a las estrellas precisas y fijadas al cenit, titilantes, era el marco de una ciudad que aún por su incipiente alumbrado conservaba su señorío antañón, el cual mantuvo hasta mediados de los años 1970, cuando la vorágine foránea nos invadió.


El Limón, bendecido árbol de Dios, bueno para todo y sana todo lo que confiere su vivificadora sustancia, son muchos los beneficios que a nuestra salud nos da como muchos los remedios para los que se emplea, podría decirse que no hay pócima que no lleve su respectivo chorrito de jugo de Limón, el Limón para acá el Limón para allá, en fin una fruta multipropósito creada por  nuestro Dios para la humanidad.

La luz de la Luna, proyecta sobre la tierra, las sombras de las inquietas hojas del Limón, desde sus ramas al movimiento que les da la brisa de la fría noche marabina, se desprenden ráfagas de luz lunar como un sortilegio milagroso; desde el fondo del patio, aquel niño, mira la bruma entretejer ases del claro de la Luna emitiendo su energía, sobre las aparentes hojas pardas, que por la oscuridad de la noche perdieron su verdor matutino, para encenderse con el Sol del día siguiente, brillando en sus perlitas del rocío madrugador, aquella profusa y fragante acidez que el Limón nos regala como artilugio procesado desde sus raíces y extraídas desde nuestra tierra por el Sol, la Luna y las estrellas.

José Luis Reyes Montiel. 


 






sábado, 17 de octubre de 2015

El Patio de Tío Julian.

Modelo de camioneta donde distribuía
el sabroso Pan Campesino
mi Tío Julian.
En el 18 de Octubre, en la barriada, no el día que derrocaron al Presidente Isaías Medina Angarita, vivía mi Tío Julián en una modesta casa que compró con sus ahorros, con un buen espacio de terreno en su fondo, al cual, le dedicó ya el anciano Tío, lo mejor de sus conocimientos de campesino jubilado, después de haber pasado varios años en su camioneta Chevrolet 1950 distribuyendo un sabroso y aromático Pan Campesino, que mamá en cada visita recibía como regalo del Tío Julián para la mesa de nuestra casa.

Tío Julián, aprovecho ese espacio de tierra al fondo de su casa, para sembrar varios árboles frutales, mangos, nísperos, limonsones, limón, y otros de temporada como plátanos, guineos, lechosas, melones, patillas, entre otros arbustos y plantas de jardín, sin faltar sus animales de mascotas, entre loros, pericos, vivitos, turpiales, cardenales, palomas y sobre todo un par de yaguasas, éste es un pato silvestre de nuestras planicies marabinas, de vistosos colores y encarnado pico.

Tío Julian Montiel Fuenmayor
en la mocedad de sus años.
Aquel rinconcito plantado y alegrado con sus animalitos, resultaba ser para mi Tío Julián, un microcosmos de su amado campo, al cual le dedicaba todo el cariño del mundo en su mantenimiento, mediante el riego diario y su limpieza; me contaba mi Tío Julián como se levanta a las 4 de la madrugada, para recoger las hojas secas con el rastrillo mientras con la manguera regaba sus plantas cambiándola de lugar y al final rociaba todo su extensión dejando las guirnaldas del líquido vital, sobre las hojas y compactando la rastrillada arena del patio, del cual emergían todos sus aromas de raíces y naturaleza primorosa.

Además de la espaciosa jaula de pájaros, colocada en el centro del trasfondo del patio, había levantado tío Julián un depósito de chécheres, situado al margen derecho del patio, donde guardaba sus herramientas de trabajo, desde la pala hasta el martillo y serrucho, y donde encaletada entre los cajones de madera, nunca faltaba su respectiva carterita de aguardiente de caña blanca, tan aromático y glacial como etílico y espirituoso.

De un extremo del techo de ese depósito de corotos, se sostenía de sus varas de madera, una colmena de abejas, de donde periódicamente extraía el néctar de su deliciosa miel de abejas, para su consumo familiar y preparar diversas tomas y remedios caseros.

Ese era el patio de Tío Julián, agradable resultaba tomarse un cafecito cordial recién colado por Tía Margarita su amada esposa y madre de sus hijos Juliancito, Humberto, Ezequiel, Luis, Gustavo y Alfonso Montiel Ortega;  como grato era pasar una tertulia familiar bajo la sombra de sus árboles escuchando el cuchicheo de los pájaros desde su jaula, tomándose una rica limonada o un jugo de limonson muy particular preparado por Tío Julián, mientras las Yaguasas en un descuido tuyo te picoteaban las piernas celosas de su patio.

Mi bondadoso
Tío Julian
Un día mi Tío Julián me regalo un reloj que guardaba en su baúl, me dijo José Luis estas muy gordo, rebaja, párate en la mañanita y te ponéis a trotar para que veáis, reduce a la mitad tus comidas vos sabéis para que encontréis novia. 

Así lo hice, terminaba mi bachillerato, cuando me inicie en el maratón y durante todo el tiempo de Universidad y hasta después de casado, dejando de entrenarme después de los cuarenta años, grande error mío, hoy estoy intentando tomar el camino con limitada eficiencia, pero lo importante es hacerlo, y el recuerdo de las palabras de Tío Julián me alientan, así como las vivencias con mis tíos y tías y muy especialmente los cuentos atesorados de los recuerdos de mi madre.

Tío Julian, tenía un dicho o exclamación, cuando un detalle, bebida, comida, ropa, entre tantas cosas buenas, veía, exclamaba: -Enooooormeeeee miiiiijooooo- (enorme mijo) por lo que yo suelo exclamar del mismo modo, sin dejar de pensar en mi bondadoso tío Julian.

En su patio mi Tío Julian riega sus matas, hechizando de primaveras encerradas el ecosistema vital del bello recinto, el roció del agua sobre el verdor de la espesura de las hojas atiza de clorofilas el aroma del ambiente y un delirante sentimiento de añoranzas fluye, como un río de esperanzas, desde las memorias acrisoladas de mis viejos familiares.

José Luis Reyes Montiel.







     

sábado, 10 de octubre de 2015

La Dote de Mamá Carmela.

Mamá Carmela ya con sus cien años,
tomando su sol mañanero en el patio de "El Cristo"
residencia de tío Dimas Montiel, en la avenida 8 Santa Rita,
hoy no existe es el sitio del estacionamiento de la DRE.
En la habitación principal de la solariega casa del Hato “Monte Claro” de Don Pedro Antonio Fuenmayor, su esposa Doña María del Carmen Cárdenas de Fuenmayor, entre las risas y la conversación de su esposo, le acomoda los pañales de lino y algodón a su hija, para vestirla de fiesta en la ocasión de llevarla a la pila bautismal, y ante Dios el sacerdote rendirle las aguas del sagrado sacramento y darle el nombre por venia de sus padres María del Carmen de los Ángeles Fuenmayor Cárdenas. 

Erase en honor a la verdad, aquella morena niña, la nieta de los contertulios esposos Fuenmayor Cárdenas, estos adoptaron a su nieta por hija propia, pues solo habían tenido un hijo varón, cuyo nombre se perdió entre las memorias de los relatos familiares de mi madre, quien era el verdadero padre, siendo la niña el fruto de sus amoríos de juventud con una jovencita doméstica de la casa, por cierto de raza indígena, por lo que María del Carmen era mestiza de origen, por parte de su madre quien era Wayuu.

Mi Tía y Madrina
María Espíritu Santo Montiel Fuenmayor.
Fue María del Carmen criada como hija propia de los Fuenmayor Cárdenas, y muy bien formada en los quehaceres propios del hogar, educada en el marco de los escasos conocimientos impartidos en esa época a los pupilos, apenas enseñaban la lectura y a firmar, sumar, restar, urbanidad y buenos modales; y por supuesto a rezar, junto con el catecismo católico.

Además, como hija recibió todos los afectos y consideraciones que una hija primogénita de buena familia le acreditaban sus padres en la sociedad marabina de esos tiempos, de sombrero, corsé, falda larga y ancha con sombrilla; mientras los mozos de palto y corbata, cortejaban en los bailes y feriados patronales a las muchachas, con una sola finalidad una sincera amistad o si las cosas prosperaban para bien, la unión matrimonial, la tradición de las familias consistía en formar una familia y un patrimonio, la familia y la propiedad, como elementos integradores de la sociedad.

Carmen Domitila Montiel Fuenmayor
mamá en sus quince años.
De esos tiempos de danza y contradanza, valses y merengues venezolanos, de domingo de retreta en la plaza Bolívar de Maracaibo, una ciudad ventilada por la fresca brisa del Lago permitía a su gente engalanarse y reunirse en plazas, cafés, salones y clubes de la ciudad, caminar y conversar, sentarse en una banca de alguna plaza a la sombra de los árboles y degustar golosinas de nuestras artes culinarias vernáculas como los calabazates, conservas de maduro, coco, leche, guayaba; dulces de lechosa, limonzón, cascos de guayaba, piña y sobre todo, acompañados con su manjar blanco.

Mamá Carmela en compañía de sus nietos Juliancito y Joseito
hijos de tío Julian José Montiel Fuenmayor.
De ese modo se conocieron Papa Luis y Mama Carmela; ahora bien, sus nombres el de la abuela sempiterna ya lo conocemos; y el del abuelo, también tiene su historia, era el abuelo hijo de María de las Mercedes Montiel y de Don Aureliano Villalobos, éste un próspero agente de comercio, que transitaba desde la capital neogranadina la ciudad de Bogotá pasando por Cúcuta, San Antonio del Táchira, La Fría y el Puerto de Encontrados, hasta nuestra ciudad de Maracaibo; aprovechando la ruta del famoso Ferrocarril del Táchira y ese ancho camino lacustre que comunicaba a la ciudad de Maracaibo con el resto de la provincia de nuestra cuenca hidrográfica, permitiendo un fluido comercio y transporte de mercancías, allende nuestras fronteras hasta los puertos internacionales europeos y del norte, sur y centro de América, tanto para su exportación como importación.

De tal manera, el regio Don Aureliano Villalobos tenia residencia en cada ciudad en la cual pernotaba por un tiempo, mientras emprendía sus negocios y demás relaciones comerciales; es así como en nuestra país procreo a nuestro abuelo dándole por nombre José Luis y tomando por apellidos el de su padre Villalobos y Montiel por su señora madre María Mercedes, José Luis Villalobos Montiel.

Don Luis Montiel Villalobos
Así las cosas, la profunda soledad de la niñez del abuelo era abismal, asumiendo su mama la tarea de padre y madre, ante la ausencia por meses de la figura paterna, así transcurrió hasta su juventud y marco el carácter severo de Papa Luis, cuenta mama que nunca castigó físicamente a ninguno de sus hijos, pero bastaba una mirada suya para comprender la reprimenda y el llamado al orden y la disciplina, al cual inmediatamente era asumido por la muchachada y hasta después de adultos seguían guardando el respeto y la compostura ante la presencia del patriarca, mejor conocido por familiares y amigos como Don Luis Montiel Villalobos.

Fue entonces, Don Luis Montiel Villalobos el vástago que por rebeldía con su progenitor y quizás hasta por cierto resentimiento, ante la soledad de su madre y en lo personal, decidió un buen día cambiarse los apellidos favoreciendo al patronímico materno antecediendo al paterno y de ese modo hacer honor a su sufrida madre. Esto lo hizo claro esta porque en esos años no había comenzado la cedulación ciudadana en Venezuela fue apenas durante el gobierno del General  Isaías Medina Angarita, para el año 1942, cuando comenzó este registro de identidad, correspondiéndole al presidente Medina el número 0001 de su cédula de identidad.

Quedamos, en los dulces, las plazas y las retretas, los bailes y los feriados patronales, la sociedad marabina de la época y sus jóvenes, su moda y elegancia, sus costumbres y buen proceder, todo en el marco bucólico de la ciudad de Maracaibo y sus Hatos aledaños.

Domingo de Retreta en la Plaza Bolívar de Maracaibo.
En ese entorno al cual pertenecían la abuela y el abuelo, finalmente se comprometieron en matrimonio eclesiástico, arreglado por supuesto como era costumbre, en presencia de Don Pedro Fuenmayor padre putativo de Mama Carmela como explique; era tradición de la época, cuando se comprometían en matrimonio, que el Padre de la Novia ofreciera una Dote a los noveles contrayentes, la dote es una figura jurídica de los esponsales desde el antiguo derecho Romano, la promesa de la dote era entregar una cosa sea en especie, tierras, oro, ganado, entre otras; para una vez consumado el matrimonio la pareja pueda desarrollar su vida independientemente de sus padres, emancipándose y de ese modo procrear y constituir una nueva familia.

Foto del Cuadro al oleo de la artista Nelly Amado, amiga de los Montiel Fuenmayor,
obra que fue expuesta en Berlín Alemania, en el año 1938, representando a Venezuela
como muestra de la vida en el campo venezolano.
Don Pedro Fuenmayor, terrateniente de Monteclaro le cedió por escritura a papa Luis, la Dote de las tierras de lo que luego sería el Hato San Luis, así fundado por él, mas rebaños de animales mayores y menores con hierro y señal; esa Dote constituía además un pacto de caballeros, donde el prometido asumía de por vida el matrimonio y la unión con su pareja, con todos los deberes y derechos que mutuamente se conceden los contrayentes ante el altar de Dios. 

Papá Luis y su nieto Joseito,
al regazo de sus brazos.
Diez hijos procreo el abuelo con la abuela, María Mercedes, Francisco Antonio, María Trinidad, Luis Nicomedes, María Lourdes, José Julián, María Espíritu Santo, Dimas de Jesús, Carmen Domitila y Aurelio Lubín Montiel Fuenmayor; dos murieron siendo niños, María Espíritu y José Agustín, selección natural de los más fuertes. 

Durante los primeros años del siglo XX y hasta el año 1940, el Hato San Luis estuvo floreciente y productivo, con la enfermedad del abuelo todo decayó, se vio obligado a residenciarse en Maracaibo en la casa de Tío Dimas, llamada El Cristo, para hacerse su tratamiento médico, dejando este mundo en el año 1947; y tal como dice el refrán popular -el ojo del amo es el que engorda el caballo- se cumplió una profecía del abuelo Papa Luis, durante la construcción de la carreta Maracaibo vía El Mojan, una tarde, parado frente a la majada del Hato San Luis, mientras observaba a los presos enrastrillar el caliente asfalto sobre la calzada engranzonada, levantó su vista, y mirando el horizonte donde el Sol de los Venados decoraba la tarde sobrecogedora, dijo: –ahora si es verdad que se acabara el campo-.

A continuación los documentos suscritos por Don Pedro Antonio Fuenmayor llamado por mamá y los tíos Papá Perucho donde le cede en venta a Papá Luis el hato "San Luis" el 30 de Noviembre de 1899, tal como consta en su nota de registro.


Dale click sobre la imagen con el pulsor
y ábrelos en ventana nueva para ampliarlos a tu gusto
y poder leerlos claramente y al detalle.
José Luis Reyes Montiel.







sábado, 3 de octubre de 2015

En Octubre

Pascual Reyes Albornoz en la
fuente de soda Lago Mar Beach.
Estoy sentado en la poltrona de papá frente a su ventilador, mirando el piso de su habitación, la luz de la mañana penetra a través de la abierta ventana reflejándose sobre las baldosas, resaltando figuraciones de formas captadas por mi imaginación, un mutismo recóndito se eleva desde el techo y por entre sus varas de mangle, resonando ausencias, la vida es un enigma y se escucha, sus ecos retumban en mis sentidos.

Logro  apartar mi cerril ausencia  y reasumo los instantes traslucidos, me envuelvo en la inmensa bata de baño de papá y me pongo sus carricochos, reviso las gavetas de su Escaparate, me pongo su reloj y sus polainas, entre sus anzuelos, encuentro su libreta de conducir, en su pagina de notas una multa extendida por consumir bebidas alcohólicas conduciendo, me sujeto sus lentes de sol y su pipa y me miro en su espejo de afeitar colocado sobre la cómoda, reviso dentro de sus gavetas, donde aún se conservan sus olores junto a su crema de afeitar, su máquina de afeitar, su brillantina para el cabello, su cajita surtidora de papel para el control de glicemia, unas llaves viejas, un sobre plastificado donde guarda los documentos de sus propiedades y muchos documentos, entre facturas y recibos.

A más de cuatro lustros desde su partida, recuerdo a papá regando las cantaras de las matas en el patio de nuestra casa, rociando sus hojas, sentado sobre su taburete manguera en mano rociando la arena, mientras "Duque" nuestro perro correteaba velozmente toda la extensión de nuestro inmenso patio.

Era Octubre y comenzaban las camañuelas de invierno, las hojas despuntaban al alba humedecidas por el rocío de la madrugada, todas las plantas reverdecían a instancias de las lluvias, el despejado cielo del estío dejaba atrás el verano, dándole paso al cobijo del cielo con las nubes de la floreciente estación de invierno, una alfombra de amarillas florecillas visten los Abrojos del solar del fondo del patio, desde las ventana de la cocina, me extasío mirando el ambarino intenso de sus pétalos; papá sentado en su taburete y sobre la mesa de la cocina, partía entre sus manos un Limón y lo sorbía para hacerse pasar la llenura del almuerzo, arraigada costumbre que se hizo mía, al degustar algún plato alto en grasas.

Mucho tiempo atrás, y desde esa misma cocina, un fuerte aguacero caía inundando los albañales de la casa, papá se puso sus pantalones cortos y salio a bañarse bajo la lluvia, sin pensarlo dos veces, yo como todo niño, salí acompañando a papá bajo la lluvia, mientras él se apostaba bajo el fuerte chorro de agua de lluvia que brotaba desde el techo por las bocas abiertas de las gárgolas,  desde lo alto de las cornisas que adornaban el borde de la pared de la vieja casa; yo corría por el patio entre el aguacero y me dejaba deslizar sobre el inundado camellón desde el portón hasta la escalerilla de su entrada principal.

Fragilidad de la alegría y el tiempo tan efímero, cuando disfrute de la compañía de mi padre, era su presencia un regalo impostergable, y su mano la oportuna corrección de mis primeras malas palabras, con solo dos de sus inmensos dedos sobre mis labios, doblego la insolencia de la mala crianza, sembrando con dignidad mi destino.

Es Octubre, y su recuerdo me embarga como el primer día de escuela, de tiempo en tiempo me traslado de regreso a nuestra casa, busco a papá entre el corredor y su aposento, quizás él presagiaba su ineludible adiós porque me llevaba para acompañarle hacer sus diligencias, a su lado en su carro me quedaba dormido regreso a la casa, donde solo unos meses despues desde su ataúd y frente a él, me despedía en  la dolorosa separación que los años no han logrado borrar de mi memoria.

José Luis Reyes Montiel.






   

domingo, 30 de agosto de 2015

El Jesús de Arantzazu.

Una necesaria referencia, cuenta una antigua leyenda por aquel año de 1469, relacionada con la aparición de la santísima Virgen María en la provincia Vasca en la región de Arantzazu, donde se levantó un magnifico santuario  para veneración de la Virgen conocida como Virgen de Arantzazu. 

Etimológicamente, la palabra arantzazu castellanizada “aranzazu” se compone de "arantza" la cual se traduce como "espino" y el sufijo "zu" que significa "abundancia" en idioma vasco, por lo que viene a significar en castellano "abundancia de espinos" y hace referencia a la existencia de abundantes arbustos espinosos en ese lugar de la geografía vasca, tal como en el sector Los Haticos de abundante vegetación xerófila.

Dícese por otra versión y en bocas de testigos, conocedores como fueron de un pastor de ganado menor, llamado Rodrigo de Balzategui,  quién recorría las estribaciones de la montaña de Aloña, próxima a la villa de Oñate en las tierras de Guipúzcoa, cuando procurando reunir sus ovejas se encontró una pequeña imagen de la Virgen María con el niño Jesús en brazos, tallada en blanca piedra de la región, escondida entre un arbusto espinoso junto a un cencerro, habiendo exclamado en ese instante: -Arantzan zu-  lo cual quiere decir "en los espinos, tú" en buen idioma castizo.

Detalle arquitectónico del templo.
Dando origen a la veneración y devoción cristiana de la advocación de Nuestra Señora de Aranzazu, por ser ésta la que “arranca las espinas y el pecado de nuestras vidas y nos da el gozo de la gracia de su divino Hijo” según sus piadosos seguidores; en los siguientes años desde su aparición en estas tierras vascas, el lugar comenzó a ser concurrido por numerosos peregrinos, y tanto su popularidad como los milagros de la Virgen de Aranzazu, se multiplicaron por montones.

El Santuario de Nuestra Señora de Aranzazu está situado en el municipio de Oñate, en Guipúzcoa, País Vasco (España), donde se venera la Virgen de Aranzazu, patrona de esta provincia. Se sitúa a 750 metros de altitud rodeado de montañas y vegetación. En 1818 Nuestra Señora de Aranzazu fue declarada patrona de Guipúzcoa y en 1950 comenzó la edificación de la basílica actual.


Nada acontece al azar, Dios tiene un plan para sus hijos, el asunto es saber descubrir nuestros caminos y mantener el rumbo; por aquel año de 1.976, iniciaba mi bachillerato en humanidades en el Liceo Octavio Hernández, cuando fijamos nuestra residencia en el popular sector de La Pomona de esta ciudad de Maracaibo, del Estado Zulia, érase entonces Municipio hoy Parroquia Cristo de Aranza.

La capilla fue construida por los conquistadores 
en un terreno de Haticos, propiedad de la familia Guruceaga 
y que albergó en su pequeño altar un crucifijo 
transportado en un galeón español, 
que naufragó en el Lago
Mi primera impresión de aquella barriada marabina fue tener su propia personalidad, tal como Santa Lucia, el desaparecido Saladillo, y otros sectores de Maracaibo, donde cada zona respira su propio aire que lo diferencia de sus aledaños, no es lo mismo San Jacinto que San Francisco, ni Los Olivos con La Estrella, y es porque Maracaibo en sí se diferencia del resto del país en muchos aspectos.

Condición necesaria para trasladarme de La Pomona a cualquier sitio del resto de la ciudad era pasar por el centro de Maracaibo, esto me vinculó estrechamente con la ciudad, con su plaza Baralt, con el Mercado Las Pulgas, con Las Playitas, con su avenida Libertador, y demás centros comerciales del híper transitado casco central marabino.

facsímil de la desparecida cruz conmemorativa
de Cristo de Aranza, a la entrada de Puente España.
Pero por sobre todo recuerdo, la cruz de hierro forjado situada en terrenos del Centro Comercial Las Playitas, sobre un pequeño promontorio al margen derecho hacía el final de la avenida Libertador cruce de Puente España, justo en la desembocadura de la cañada que desagua las lluvias a la bahía de Los Haticos de nuestro lago; al principio pensé en la cruz de mayo pues solía estar adornada de flores entre las forjas del metal, luego leyendo algo más de la popular zona, entendí que se trataba de la Cruz de Cristo de Aranza, levantada en el mismo sitio donde los conquistadores españoles y alemanes comandados por el mismísimo Ambrosio Alfinger levantaron una cruz de madera y fundaron la primera ranchería que fue la cimiente de nuestra ciudad, razón por la cual hice el breve preámbulo de este relato, para mejor comprensión de los orígenes del nombre de Cristo de Aranza, bajo cuya fé, dio nombre por aquellos férreos hombres vascos y alemanes que acompañaron a Alfinger en esa primera epopeya fundacional de la ciudad de Maracaibo un 8 de septiembre del año 1529.

Esa cruz de hierro desapareció de su lugar, estaba en el cruce del Puente España, vía La Pomona y Los Haticos, la vorágine comercial de la zona se la trago, siendo depositada en uno de los locales del Centro Comercial Las Playitas, según me comentó el Ingeniero Pablo Villafañe, sería menester recuperar ese espacio y levantarla nuevamente,  para memoria histórica de la ciudad de Maracaibo, esto está bien documentado según manuscrito en idioma latín desenterrado en los pisos del templo de Cristo de Aranza durante unas reparaciones, que el erudito Don Agustín Pérez Piñango identificó como de suma importancia y fue luego traducido por el padre Teolindo Vale en 1937, y el cual forma parte de un volumen de 422 páginas.

Altar restaurado con su Cristo de Aranza original.
La iglesia recibe su nombre por la imagen del Cristo de Aranza, proveniente de aquella provincia española, que se encuentra en su interior. A finales del siglo XIX varias familias poblaron aquellos xerófilos acantilados frente al lago de Maracaibo y construyeron villas y pequeños hatos ganaderos por lo que la zona recibió el nombre de los Haticos. A comienzos del siglo XX el tranvía de Maracaibo llegaba a los Haticos. Debido a su valor histórico la iglesia fue declarada patrimonio histórico nacional en 1960, siendo recientemente restaurada en todo su esplendor arquitectónico y valor religioso.

Retablo original del templo de Cristo de Aranza
(Colección Dr. Kurt Nagel Von Jess, 1965). 
He aquí parte del texto del manuscrito en latín hallado enterrado en los pisos del reverenciado templo marabino de Cristo de Aranza, tomado del investigador Antonio Gomez Espinoza.

“Y salimos con la cruz en forma y de la misma manera de la del sagrario de Coro. Muchos indios de la fe cristiana no acompañaban y hacían entendernos con otros del camino, que no eran muchos ni mal intencionados.
Lugares había de peligro en el monte bajo, nos decían que era Maracaibo, es decir, en su lengua, muchos reptiles de sonajera.
Al fin llegamos a la laguna, los indígenas nuestros exclamaron –Paarauapara- indicándonos que también era peligroso como en las tierras atrás y otros lugares con abundantes ciénagas y también junto al lago muchos lugares que decía era Maracaibo.
Después de armadas las cunaguas pasamos las aguas, muy picadas y fuimos en peligro de zozobrar, pero al fin observamos una amplia ensenada con aguas tranquilas donde saltamos a tierra.
Allí se besó y se bendijo la nueva tierra cristiana y de misma se clavó el madero en cruz de la fe y gloria de nuestros Reyes católicos. Todo en gracia de Dios por la suerte de habernos dado un almo más de conquista a nuestro señor Jesucristo. 
Muchos indios curiosos había en el lugar, nuestros indios se entendieron en sus lenguas de las suyas y no se opusieron y se fueron mansos, pero tres noches después, grupos sueltos nos atacaban con flechas, pero muy lejos, notamos que huían cuando encendíamos fuego en llamaradas. Las flechas las que aquí guardo son un recuerdo para enviar a su majestad nuestra reina.
Días después nos encantó oír una flauta de pan tocada por un músico que decía ser de tierra de Peeriia, esta flauta después de algún tiempo por razón de su sonido imitativo de nuestra gaita extremeña, o flauta de pico, la llamamos Gaita de Peeriia, ella de aquella vez nos regalaron la sonamos con nuestra música y agradó, la que adjunto también como recuerdo.
Pasaron los días unos felices, otros en busca de acomodo y otros de mejor atención por las flechas que lanzaban y huían por temor a nuestras lanzas. Levantamos techos de paja y palmeras provisional para oficios de nuestra fe cristiana. También se hicieron subterráneos secretos para ocultar pertenencias de nuestra sagrada reverencia a la misa y otras de planos de futras avanzadas.
Años después, más claro el asiento, la familia Arriaga levantó para formación agrícola y fertilizar fundos de pequeños hatos familiares con más de cien, entre indios nuestros, nativos y cristianos.
Hoy del año 1555 de nuestro Señor, llevamos cuatro años del comienzo de construir adyacente al oratorio de paja y palmeras, la iglesia en firme Madre de Cristo de Aranza para toda la ranchería que es esta de Arriaga, el Cañaote y la Cruz por la gracia y voluntad divina nos concedió nuestro Salvador, y que de estos lugares los indios de la zona también decían que era peligro Maracaibo.
Hoy, el templo ya en servicio de Dios, fue situado y levantado con vista libre en las alturas de la pequeña colina poco más o menos a distancia, hacia el sur del gran desagüe de lluvias que bajan de mayores alturas a caer al agua mayor donde se enclava la cruz de la conquista cristiana a nuestra llegada a tierra firme. 
Este templo se levantó en alegría humana y fue obra de mano colectiva de hombres y mujeres, indios y cristianos, sin reparos a la gracia de Dios.
Hoy, ya viejo y agotado el físico, a vuecelencia, hermano Rebolledo de Gracia y de la Torre, oriundo de Praxi, os dejo esta misión de seguir sin desmayo, todo en paz y progreso por la gracia divina de nuestro señor Cristo. 
Salgo pronto en comunidad de muchos indios y cristianos a un poco más allá del sur cercano a nuestros aledaños, por mandato de su majestad la Reina, a la orgánica de nuevos techos para oficios de cristianos y algunos matrimonios ya cruzados.
Al párroco mayor encargado de esta misión, Fernando Matos Arraga, primo de Aricochea, de la avanzada del aguerrido Ambrosio Alfinger enviado de Los Welsares por voluntad de Los Reyes Católicos de España”. (Subrayado nuestro).

Se trata aquella caída de lluvias, de la actual cañada Morillo reconocida por su alto caudal durante el invierno, y la ensenada de la Bahía de Los Haticos teatro portuario de nuestro lago, sin mayores comentarios, este antiguo relato fundamenta el lugar exacto de fundación de Maracaibo despejando dudas y otras referencias posteriores y sobre todo del nombre de esa popular parroquia de Cristo de Aranza génesis de nuestra ciudad. 

José Luis Reyes Montiel.