jueves, 31 de diciembre de 2015

Una Reliquia de familia.

Un retrato de mamá,
es una cosa, una imagen de un
ser querido en el tiempo,
un objeto preciado por lo que representa.
Aquellas que nos dan mas gusto por su significado que por su valor monetario, pero que de ningún modo es una manifestación idolatra, sino que las atesoramos con verdadero fervor y cariño, más por su representación que son en sí mismas, porque al fin se tratan de objetos, de simples cosas, pero que por sobre todo nos vinculan de algún modo, con nuestro orígenes, con nuestras costumbres y tradiciones, y principalmente con nuestra fe que heredamos de nuestros queridos viejos, quienes nos enseñaron la fidelidad a la iglesia y el amor a Dios, a Jesús y al Espíritu Santo, y la veneración a nuestra Santa Madre la Virgen María.

Son diversas las formas de expresar la devoción en la fe, pero lo que jamás entenderé como algunas personas para encontrar la verdad abandonan la madre iglesia, acudiendo a otras agrupaciones y facciones protestantes, incluso pasándose al hinduismo, budismo, islamismo, judaísmo, y tantos otros ismos, saltando la talanquera cual proselitista que se cambia las franelas; cuando valiente y viviendo militantemente nuestra doctrina cristiana, conociendo un poco mas nuestra fe, hubiesen descubierto ese grandioso tesoro del mensaje de Cristo.

En estos días de Navidad, es menester el reencuentro y la renovación de la fe, aquella que nos acerca mas a ser participes de la vida cristiana, en hechos y obras, no solo de la boca para afuera, sino en la acción diaria y en la forma de existencia que llevamos; alguien en estos días, quizás con buena intención, y así lo quiero pensar, me decía… -y con 20 años trabajando en la administración pública y andas todavía en esa vieja camioneta- …al fin de cuentas los juicios de valor, no son sino el reflejo de la persona que los emite y del entorno al cual pertenecen, yo le quise cantar Los Ejes mi Carreta de Atahualpa Yupanqui, aquella cuya letra dice mas o menos, -porque no engraso los ejes me llaman abandonao si a mi me gustan que suenen pa´que los quiero engrasaos-.

Ahora bien, les decía los tres elementos dignos de reflexión para realizar en estos días de Navidad y Fin de Año, éstos son militancia, reencuentro y renovación, en este mismo orden de ideas, militancia en la práctica diaria de la vida cristiana; reencuentro con nuestra fe, sus valores morales; y renovación en la fidelidad a la iglesia de Cristo.

Vivir el evangelio de Cristo, es una aptitud y un reto diario, negarse asimismo en las apetencias de nuestro cuerpo material que nos separan de la verdad, eso se logra reencontrando, retomando día a día los valores cristianos y renovando nuestra fidelidad a la iglesia originaria de Cristo, donde fuimos bautizados y donde nuestros ancestros forjaron su existencia, mediante sus tradiciones, virtudes y trabajo.

Jesús dormido es despertado por sus
discípulos, sobrecogidos por la tempestad,
Jesús calma la tormenta;
así nos conforta en nuestras angustias.
.
El hombre sin una fuente originaria de agua viva, segura, firme y sólidamente conformada, es una barca en medio de una tempestad, Cristo es despertado para calmar aquel cruento temporal, de tal modo, Cristo nos deja esa piedra angular cimentada en el apóstol San Pedro (Aquel humilde pescador llamado Simón, sobre el que Jesús renombró como Pedro “Piedra”) porque sobre esa piedra edificaría Jesucristo su iglesia; en consecuencia, la fe sin obras es como aquella misma barca en el Mar de Galilea, cuyos pescadores, entre ellos Simón, echaban las redes sin obtener pesca, es decir, sin recoger frutos, Cristo resucitado les indica desde la orilla donde echar las redes y la pesca fue sobreabundante, entiéndase en la Parábola los frutos de la vida verdadera, la que solo Cristo nos enseña al decirnos “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

Sucedió que Jesús Resucitado aparece a las orillas del Mar de Galilea,
donde tiempo despues sus apóstoles se dedican a sus jornadas habituales en la pesca,
Les había comentado antes, que son diversas las formas de devoción, aquellas que por su significado y por su valor familiar, las atesoramos con fervor y cariño, y principalmente por nuestra fe que heredamos de nuestros queridos viejos.

Ocurrióseme, en vísperas de navidad, mientras restauraba un cuadrito, retablo de la Santísima Trinidad, imagen representativa del misterio de Dios Trino y Uno, Padre, Dios Todopoderoso, el Verbo de Dios Jesucristo unigénito del Padre y el Espíritu Santo en forma de Paloma Blanca, ésta última tal como lo describen las Sagradas Escrituras cuando Jesús de Nazaret recibe su bautismo de manos de Juan llamado “EL Bautista” apareciendo también como lenguas de fuego en el pasaje de los Apósteles reunidos con la Santa Madre María.

Retablo de La Santísima Trinidad, imagen religiosa
perteneciente al abuelo Luis Montiel Villalobos,
ungida en aceite de Oliva restauró todo su esplendor perdido,
convirtiéndose en una reliquia.
Profundizando un poco, en el misterio de La Trinidad Divina o de Las Tres Divinas Personas, San Agustín nos dice, “Cristo terrenal para, con él y desde él, alcanzar la eterna sabiduría y la visión de la verdad de Dios. Nuestra ciencia es Cristo, nuestra sabiduría es igualmente el mismo Cristo, -en quien se hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia- (Colosenses 2, 3)”.

Volviendo al cuento que les contaba, el retablo data de fecha antiquísima, pues mi abuelo Papa Luis, me conto mamá,  como les comentaba con frecuencia a sus hijos, que ante esa imagen su mamá María Mercedes oraba, mientras una vela desgastaba las horas en su blanca cera iluminada durante la noche, razón por la cual Papá Luis siempre colocó en lugar privilegiado dicho retablo en el Hato San Luis y de ese mismo modo, yo continué su tradición de colocar en lugar privilegiado en mi casa, el viejo retablo de la Santísima Trinidad. 

Curiosa y mística experiencia, aconteció este 23 de Diciembre pasado, en un instante rápido, fugaz e instantáneo; meses atrás durante la construcción de unas mejoras y bienhechurías en casa, los trabajadores retiraron de las paredes varios cuadros, entre ellos el de La Trinidad, por un descuido de los albañiles colocaron sobre los cuadros alguna sustancia que se disperso sobre los mismos, manchándolos, y la mancha sobre la litografía de La Trinidad no pudo ser peor.

Tomé el cuadrito lo desarme para tratar de desmanchar la imagen, una vez desarmado, a la imagen la sometí a limpieza ligeramente con agua, pero la vieja litografía se decoloraba al rasgo del algodón, por lo que desistí del propósito y resolví dejarlo así manchado y procedí a armarlo nuevamente, pero un fenómeno aconteció, el vidrio que protegía la imagen del cuadro no entraba en su marco, probé introducir el vidrio de varias formas y posiciones resultando infructuosos mis intentos, pensé entonces con un papel lija grueso desgastar el marco para ajustarlo al tamaño del vidrio; vidrio original del cuadro desde tiempos de los abuelos, por lo que no entendía porque ahora no quería ajustarse al marco, si recién lo había desarmado de su marco de madera; en vista del inconveniente guarde el cuadro y lo coloque dentro de una vitrina.

Fue así como en vísperas de esta navidad, aprovechando el día libre, retomé el cuadrito de La Trinidad y procedí a limpiar su imagen, aplicando con un algodón Aceite de Oliva, que recientemente compramos para las hayacas, el aceite de Oliva hidrató y acondicionó perfectamente la imagen quedando mucho mas clara y delineada, pues se encontraba ensombrecida por la mancha; requetécontento coloqué sobre la mesa del comedor el retablo y ante Mercedes, Carmen y Ezequiel pasé a explicarles que ahora procedía a lijar la madera del marco en sus bordes para que entrará el vidrio, y para demostrarles lo coloqué sobre el marco, pero en ese instante el primer sorprendido fui yo, pues de una manera automática, a mi modo de ver mística, el vidrio cayó perfectamente ajustándose al marco del retablo, sin mayor esfuerzo, en comparación con el realizado días atrás, donde hasta desistí de arreglarlo, precisamente porque no entraba de ningún modo ni posición dentro del ovalo de madera del retablo.

Explicaciones, muchas pueden surgir; de algún modo ese retablo contiene sobre sí años y años de oración y piadosa devoción familiar, no al cuadro como tal sino a lo que representa, es una cosa, un objeto, madera, cristal y una litografía con la figuración artística de la Trinidad Divina, pero la fe es un acto maravilloso y un hecho imponderable. GLORIA IN EXCELSIS DEO. 

José Luis Reyes Montiel.

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