sábado, 13 de abril de 2013

"Pantaleón"

Polainas, protector de las piernas o pantorrillas,
elaboradas en cuero vacuno.

Corrían los años cuarenta y pico, época dorada de la Venezuela postgomecista y en pleno apogeo petrolero, donde aún se conservaba la circulación de nuestra moneda nacional en plata pura, antes de oro, pero éste, contaban los abuelos, se lo llevó el comercio de artefactos eléctricos de entonces, vitrolas, alofónicas, pianolas, ventiladores, planchas, lámparas, carros, lavadoras, cocinas, en fin, cuanto artilugio novedoso que facilitaba o entreviera al público el día a día, y por ende, desvinculando al hombre del aprovechamiento de su tiempo en actividades mas productivas.

Por la avenida Santa Rita como a eso de la Hora del Ángelus, el sonido del paso de unos caballos, amplificado por el pavimento y los cascos herrados, llamaba la atención de transeúntes y vecinos, apostados en los frentes de las aladeñas viviendas, entre ellas la casa de mi Tío Dimas “El Cristo” residencia de la abuela fundadora de los Montiel Fuenmayor, Mamá Carmela.

Como ya les había contado, encontrábanse en el portón de la casa, mamá con sus amigas Ada y Lola Perich, y al mirar el séquito a caballo destacaba entre sus jinetes, por su enorme porte, un señor formal vestido a la usanza inglesa pantalón, camisa y chaqueta kaki, casco colonial francés  con sus relucientes polainas hasta las rodillas, caladas en los estribos de la montura del caballo, aquel era un gran caballo rucio, de crines y cola doradas, las muchachas desde el portón de la casa, observaron el paso de los distinguidos caballeros, sin disimular su admiración por el paso de los jinetes. Años más tarde, aquel caballero sería mi padre, Pascual Reyes Albornoz, como en efecto me contó mamá como lo había conocido.

Secuelas de una ciudad que se resistía al cambio, de sus calles y avenidas asfaltadas y al tráfico automotor, cuando un grupo de sus caballeros por pasatiempo acordaron fomentar por nostalgia, la montura y paseo de caballos en las soleadas tardes al crepúsculo y fines de semana en esta actividad ecuestre.

Cuando yo era un niño, con mis siete años de edad, solía jugar montando mi imaginario caballo y me colocaba las polainas de papá, ajustadas un poco más arriba de las rodillas; entonces jurungaba entre las cosas de papá guardadas en su inmenso escaparate, entre ellas su reloj de pulsera, sus lentes oscuros para el Sol, su enorme bata de baño y los carricochos de madera, sus corbatas, sus zapatos, una pipa, su maquina de rasurarse la barba, el Faldón, las Polainas de montar a caballo, y un gran surtido de anzuelos y sedales, pues papá era tambien muy aficionado a la pesca en nuestro lago marabino. Para entonces papá estaba recientemente fallecido (07/10/1967), afortunadamente compartí de su compañía, siempre me hacia acompañarle en su Cadillac Azul a diligenciar sus rentas y propiedades en las mañanas, pues solía regresar a casa a mediodía, resguardándose del calor sofocante de las tardes marabinas.

Aquellas estampas marabinas del hombre a caballo, quedo reservado para quienes podían darse el lujo de tener una pequeña caballeriza en el patio de su casa, papá según me contó mi hermano Gilberto, tenía su caballeriza al fondo de la casa “Falcón” levantada hasta no hace mucho, en la avenida Dr.Quintero al fondo del Colegio Los Maristas; allí “Pantaleón” como se llamaba el equino descansaba las horas de paseos a lo largo y ancho de la ciudad y hasta un poco mas allá en las inmediaciones del área rural y extraurbana de la entonces incipiente Maracaibo.

El primo hermano Iván Reyes Escaray, en su anecdotario familiar, me contó como papá montando al galope de Pantaleón era capaz de tomar un pañuelo en el suelo, actividad ésta practicada como competencia entre los seguidores de la montura a caballos. Otra cuento cuenta, de cómo papá, los fines de semana, al visitar a vecinos, familiares y amigos, entre ellos su cuñado Carlos Sideregts, allá en la casona situada en la esquina de la avenida 24 de junio (hoy 3F), papá entraba hasta la cocina de la casa hacia el patio, montado cabalgando sobre Pantaleón, arengando a la gente a la parranda y saludando con su característico querendón trato.

Pascual Reyes Albornoz nació en Los Puertos de Altagracia, criado en El Empedrao (Santa Lucia)
propietario de la molienda "La India" en la calle Casanova.
Este sitio es la antigua Hoyada, algo después de Las Mercedes y un poco mas o menos
del final de la actual avenida Bella Vista, mas allá esta la Plaza el Buen Maestro.

Pantaleón tuvo un final trágico, se cayó en un pozo, con la aparatosa caída se rompió las patas delanteras y no hubo manera de rescatarlo del hoyo, según me contó mi hermano Gilberto, papá revolvió sacrificarlo de un tiro en la cabeza, y detener la agonía de su noble compañero. 

Nuestro padre nos dejó esta excelente fotografía ecuestre, de su bizarra estampa sobre “Pantaleón” como testimonio gráfico de su personalidad, tal cual como él quiso ser recordado, por eso aquí se los dejo como registro familiar a propios y extraños, familiares y amigos, que en el Zulia y en especial en nuestra ciudad de Maracaibo, de como fueron aquellos Zulianos trabajadores, esforzados y productivos, hombres de empresa y del comercio, que supieron sembrar nuestras tradiciones y regionalismo, para dejar el legado de no olvidar jamás nuestras raíces.

JLReyesMontiel.