¿Quién pudiera imitar en su recorrido el vuelo del Colibrí? Hoy temprano en la mañana, entre los albores, presagios y expectaciones de este día, caminando en el parque, un Colibrí de plumaje esmeralda encarnado y azulejos vibrantes, pasó frente a nosotros con la velocidad del pensamiento, fugaz e indemne; segundos antes sorbía una florecilla dejando apenas en nuestra vista su esplendorosa tonalidad y la imagen de su frágil cuerpecito.
¿Quién pudiera vestirse de su plumaje? Verde azulado degradado con el iris del Sol en su refracción de luz mañanera, espectro de ilusión y fantasía, mágico y ensoñador, repentino paisaje visual que alegra el alma, verdadera música para nuestra vista.
¿Quién se alimenta como él? De flor en flor, un regalo de la naturaleza a su belleza, con su largo pico entre sus ojitos intensamente negros que le adornan elegantemente en su colorido plumaje, sublime brillo que le otorga su alimento vital y puro.
¿Quién poseyera sus alas? Alguien alguna vez cantó –no preguntes cuántas veces por segundo mueve en su vuelo sus alas el Colibrí- parafraseo y digo que ni la más poderosa maquinaria de acrobacia aerodinámica y supersónica lo igualará jamás.
Así son las cosas de la naturaleza, perfectas, cuando miramos el firmamento y nuestra soledad en el Universo, íngrimos ante la inmensidad y al margen de la oscurana planetaria, somos parte de un cosmos pasajero y quebrantable como el Colibrí, rasante, veloz y en constante movimiento; todo nace, se desarrolla y muere, nada es perenne, todo cambia y se perfecciona, esa es la Ley Natural.
Y es el hombre insignificante, ellos los seres intromisos en una naturaleza perfecta la causa de su descomposición urbana, los corrompidos, los advenedizos de la razón, acéfalos en su antiética existencial, lacras de un Universo en plena gestación.
Esa desesperanza pasa, cuando veo los prodigios de Él Señor Dios Creador del Universo y escucho los sonidos de la naturaleza en el canto de los pájaros, en el susurro de la brisa, en la lluvia que cae sobre los tejados, en el lejano trueno y en el estridente rayo con su luz relampagueante, y uno se anima al pensar, que la vida tan simple y sencilla la tenemos a flor de piel al sentirla palpitante en nuestros corazones, en cada inhalación del aire que nos oxigena, en esa vista que nos permite mirar cada amanecer con su Sol inmenso y en el sueño de cada noche acompañados con el paso milagroso de la Luna cuyas fases le dan sentido a las mareas y al curso de los vientos sobre la Tierra, hasta en el celo de los animales para su reproducción, eso no puede ser el asar de la ciencia, tanta vida efervescente perfecta y equilibrada solo puede provenir de Dios.
La naturaleza es una cosa maravillosa que todo lo arregla con el tiempo, que la naturaleza evoluciona pero siempre para su bien y que la especie inhumana y malvada desaparecerá algún día de la faz de la tierra para la Gloria Excelsa de Dios.
José Luis Reyes Montiel.
3 comentarios:
Siempre disfruto de tus escritos y coincidencialmente acabo de ver un colibri o chupaflor en el jardin de mi casa, esas cosas nos hacen sonreir y nos alientan a seguir lucgando por nuestro bello pais,gracias al colibri y a ti por alegrarnos la mañana.
Siempre disfruto de tus escritos y coincidencialmente acabo de ver un colibri o chupaflor en el jardin de mi casa, esas cosas nos hacen sonreir y nos alientan a seguir luchando por nuestro bello pais,gracias al colibri y a ti por alegrarnos la mañana.
Es una satisfacción para mi recibir este tu comentario, es la mejor retribución y estimulo para continuar en este empeño de escribir, sembrar nuestras tradiciones y vivencias, aportar algo con este granito de arena de El Libro de Apuntes, espero siempre llenar esas expectativas hacia mis lectores. Muy Agradecido.
Publicar un comentario