sábado, 2 de septiembre de 2017

Debajo de una Ventana.

En los tiempos de estudiante universitario, varios compañeros fundamos el Movimiento Jesús Enrique Lossada, aquellos jóvenes entonces, estrenando estudios en la Escuela de Derecho de nuestra inolvidable Universidad del Zulia; de aquel grupo de estudiantes, hoy colegas de honroso y gallardo ejercicio profesional, de los cuales he tenido la suerte de encontrarme con uno que otro ya con las sienes encanecidas de todos estos años que han pasado como un bumerán, y  rememoré este relato que les voy a contar.

Un buen día, mi amigo Alberto Gallardo Valencia en su camioneta, trasladamos hasta el Colegio de Abogados del Estado Zulia el busto del insigne prohombre y maestro Jesús Enrique Lossada, junto a una serie de objetos que fueron de su uso personal, entre ellos una vieja mecedora estilo Venecia, una silla y escritorio, una máquina  de escribir, los libros de contabilidad de la Universidad del Zulia en su reapertura llevados personalmente por el maestro, numerosos libros de relevante contenido de su valiosa biblioteca, junto con su cuadro al óleo y fotografías de nuestro destacado personaje Zuliano. 

Todo aquel material mobiliario, bibliográfico y documental  fue previamente explorado en una visita realizada por una compañera y mi persona, ambos estudiantes como éramos, llenos de inquietudes y con el romanticismo característico de los poetas soñadores, de los muchachos que miran al cielo y cabalgan sobre las nubes del idealismo puro, siendo capaces de horadar sus vidas. 

Mi compañera y yo, nos enteramos de una conversación en el Instituto de Filosofía del Derecho, que en casa del Dr. Eduardo Mathias Lossada, habitada por una sobrina de los Lossada, existía una vasta biblioteca, así como fotos y enseres del maestro Lossada, como traviesa jornada esa misma mañana el portón de aquella noble casa sintió el tocar de nuestras manos y su camellón el paso agigantado de nuestra presencia con un nudo en la garganta por el palpitar de nuestros corazones.

Nos presentamos con la distinguida dama descendiente del ilustre maestro, sin pensarlo dos veces ella nos manifestó su deseo de hacer llegar todos esos bienes a la Universidad del Zulia; del umbral de la puerta de la sala nos pasó al estudio que se encontraba del lado derecho de la solariega casa ubicada entre la avenida 9 y calle 68, hoy se levanta en el lugar un inmenso edificio de apartamentos unifamiliares, cada vez que paso por el sitio recuerdo esa vibrante mañana.

Mi compañera y yo, hurgamos entre la biblioteca organizada en armarios de madera dispuestos en pasillos que permitían su circulación de lado y lado, donde de manera organizada y por temas se accedía a los libros, sobre la pared de unos de sus lados un inmenso cuadro al óleo del Dr. Eduardo Mathias Lossada y del otro extremo del estudio otro cuadro al óleo del Dr. Jesús Enrique Lossada, hacía la inmensa ventana que llenaba con su luz el noble recinto, un fuerte escritorio de madera y su silla que le acompañaba, sobre una mesa y adyacente al escritorio una vieja máquina de escribir flanqueada por una lámpara, sobre el escritorio y dentro de sus gavetas repleto de documentos, libros, álbumes de fotos, pisa papeles, adornos de escritorio y viejas plumas fuentes con su tintero.

De todo aquel tesoro mobiliario y documental, destacaba además una escultura del maestro Lossada consistente en su busto tallado en piedra blanca, una bandera de Venezuela en fina seda con sus siete estrellas enarbolada en su asta dentro de una vitrina de vidrio, un escudo de la Universidad del Zulia con su divisa “Post Nubila Phaebus” (Después de las Tinieblas el Sol) dibujado sobre un pergamino y enmarcado con su cristal sobre la pared que flanqueaba el armario de la bandera de rica seda, y dentro de una repisa de cristales corredizos una inmensa colección de fotos bien organizadas en un álbumes familiares, que mi compañera y yo detallamos una a una sentados en el piso, como niños que éramos y a la luz del ventanal, cobijados por los muros de la distinguida estancia del Dr. Eduardo Mathias Lossada.

Desde la camioneta mi amigo Alberto y yo bajamos todo lo que bien pudimos, ya se había convenido para la fecha del 11 septiembre de 1981, aniversario de la apertura de LUZ, cuyo primer rector fue el insigne abogado Francisco Ochoa, con el Colegio de Abogados cuyas autoridades aplaudieron la iniciativa de realizar una exposición de todo aquel material iconográfico, mobiliario y libros del Dr. Jesús Enrique Lossada, el Salón Barajas de la sede gremial sirvió para mostrar durante esa semana conmemorativa todo ese tesoro histórico, más luego supe que los libros fueron donados a la Universidad, libros que hoy reposan en sus bibliotecas del núcleo humanístico, y el busto del Dr. Lossada para beneplácito de nuestro regionalismo marabino se puede observar, para honra del maestro, en la intersección de las avenidas Universidad y Prolongación 5 de Julio, diagonal al Cuartel Libertador y la Facultad de Ciencias de LUZ.

El trabajo de esa mañana con mi compañera de estudios tuvo sus frutos, varios compañeros decidimos asociarnos en el Movimiento Juvenil Jesús Enrique Lossada, luego se organizaron foros, encuentros, conciertos musicales, se editaron publicaciones, espacios radiales y lo más importante se hizo algo por el rescate de nuestra identidad regional, un modesto aporte al menos al margen de tanta resequedad intelectual y decidía por lo nuestro y nuestros bienhechores.

Del nombre de aquella estudiante y amiga, hoy una distinguida profesional, me lo reservo, si alguna vez lee estas líneas seguramente recordará aquella mañana llena de sueños de juventud, que más decir, eso es hacer patria, eso es luchar por la patria. 

JLReyesMontiel.  



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