En el centro del patio de mi
casa, había un enorme árbol de Acacia, papá había dispuesto ese sitio para
sembrarlo, recién mudamos por el año 1965 desde su otra casa de la calle
Venezuela, situada detrás de la
Basílica de San Juan de Dios, entonces apenas un incipiente
arbolito, un amigo suyo le dijo maliciosamente –pa´que esa matica crezca...
pasarán muchos años pa´que te de sombra- pero la buena tierra, el generoso
riego de mamá y nuestro maravilloso trópico hicieron rápidamente su trabajo, la Acacia desarrolló nervudas
raíces, un tronco vigoroso y frondosas ramas floreadas de época.
Durante los meses secos se deshoja completamente echando sus vainas llenas de semillas sobre la tierra para propagarse en invierno con las lluvias. |
En verano el árbol quedaba
deshojado, con tan solo sus negras y largas vainas , que al secarse emergían
lanzadas desde arriba cayendo al piso, pasaban los meses mas calurosos junio,
julio y agosto, y con las lluvias de septiembre se vestía nuevamente de sus
innumerable y diminuta hojarasca intensamente verde, extendiendo sus ramas de
lado y lado del árbol brindando una acogedora y fresca sombra, hogar de
pajaritos, Chicharras e Iguanas
A mediados de noviembre el
invierno se iba con las festividades de la patrona Nuestra Señora de la Chiquinquirá, llegaba
diciembre con sus aires navideños el niño Jesús y la fiesta de fin de año, y
luego ha mediados de enero a abril la
Acacia se vestía de sus rojos escarlatas y encarnados en su
floreado entorno llameante, desde sus capullos florecían múltiples pétalos y
pistilos luminosos de intenso colorido amarillo y bermellón, deleite de Iguanas
y seductores a la vista del transeúnte a pie o del pasajero que transitaba por
la avenida lateral de nuestra casa.
Conocida como Malinche, Ponciana Framboyán, Flamboyán, Flamboyant o Acacia es una especie de la familia de las fabáceas |
Una tarde de marzo llegó a
nuestra casa una elegante dama, desde su Mercedes Bean bajó llamando a nuestro
portón, mamá la recibió y ella se presentó, soy Magdalena Calcaño deseo
apreciar de cerca su Acacia del patio, mamá acomodó dos sillas debajo del
árbol, y brindó el respectivo e infaltable cafecito cordial a la visita, la
señora Calcaño comenzó a conversar asumiendo como tema central la belleza de nuestro
árbol, así como de todo el resto de nuestro patio sembrado de frutales y demás
flora de jardín, enfatizando en la importancia y delicadeza que mamá le
otorgaba al mantenimiento de aquel follaje.
Apartándose del dialogo, mamá le
preguntó sobre su apellido refiriéndole a la escritora y poeta zuliana María
Calcaño de la cual conocía su obra escrita “Alas Fatales” que el abuelo Papá
Luis conservaba en su escritorio, y que muy clandestinamente leía, pues su
lectura estaba prohibida a las muchachas de aquella época por considerarse de
una narrativa erótica, como en efecto lo es, pero que por el uso de la metáfora
y su lírica, resultaba agradable e inspiradora; -Claro que conozco esos poemas,
yo soy su nieta- teníamos en nuestro patio a la nieta de la gran poetisa de
Maracaibo y del Zulia, y no podía ser otra persona por la mixtura en el uso de
la palabra en sus formas y expresiones hacía la naturaleza y su admiración por
ella; aquella refinada dama sin saber estaba cultivando también en mí una
febril inquietud hacía la palabra como instrumento de expresión del alma y los
sentidos.
Árbol nativo de Madagascar y es la flor nacional de Haití. |
Siendo niño, recordando aquella tarde de marzo, solía sentarme a la sombra de mi Acacia
tratando de hilvanar palabras y pensamientos, tuve conciencia por vez primera
del tiempo y del espacio, de la vida y de la muerte, dolorosamente solo papá no
estaba entre nosotros, y todos los sentimientos se agolpaban en mi corazón con imágenes sugeridas y formas de la naturaleza y del ambiente de mi patio,
disfrutando quizás, flagelandome con mi propia tristeza.
La sombra de nuestra tupida
Acacia que tantas veces sirvió de regazo a las horas de estudio de mi hermana
Sara y yo, aquella sombra que resguardaba la limpia y fresca brisa entre
febrero a abril, alojando tertulias familiares y tiempos de esparcimiento y
juegos, dejaba sus engalanadas ramas y hojarasca nuevamente en mayo plenando el
piso del patio de sus palitos y menudas hojas secas, hasta quedar nuevamente en su
ramaje desnuda para señalar cual estacionario reloj el paso de los años de
mi infancia pueril.
JLReyesM.
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