Pasamos por la carretera Falcón
Zulia partiendo desde Maracaibo, durante la nochecita de aquel día de hace unos
cuantos años, llegamos felizmente a la paraguanera ciudad de Punto Fijo al
margen de la quijada de esa gran cabeza del territorio venezolano, denominado
desde los siglos de los siglos por propios y extraños Paraguaná, una vez superadas
las crestas arenosas de los Médanos que cobijan su cuello de las inclemencias
del majestuoso Mar Caribe y nuestro.
Cerro Santa Ana, devoto ícono de la planicie de la Península de Paraguaná. (Composición gráfica JLRM) |
La taciturna Luna, nos acompañó
por todo el camino, haciéndose cada vez más grande a medida que nos adentramos
en la geografía pedregosa y árida del glorioso e inmenso Estado Falcón, dejamos
atrás la amada tierra Zuliana, cuando ya la Luna apenas asomada al oriente del horizonte
lacustre, coronaba las torres del Puente Gral. Rafael Urdaneta.
Maravilloso recuerdo de antaño y
cuando carajito, inolvidable por demás, el reflejo de la Luna sobre las
encrespadas aguas del Lago de Maracaibo, resultaban un sortilegio mágico de esplendor
y fantasías, llenando mi imaginario universo mental las alegóricas formas del
paisaje, resultando un crisol de alucinantes pensamientos volando con la fuerza
del viento, atizado por la velocidad del vehículo automotor de pasajeros que
nos transportaba, susurrando sobre mis orejas.
Punto Fijo, entonces nos recibía
desde la carretera, con un Arco neoclásico lindo y solemne, con su columnata Corintia,
sus dinteles, aristas y acroteras, un poco más allá, en toda la carretera,
estaba la solariega casa familiar de los Calles, con su frente ventilada
permanentemente por la brisa paraguanera, que, desde sus exóticas playas, abrazaban
la ciudad con un frescor estupendo, dándole el carácter propio a la pujante
ciudad de Punto Fijo, bordeada por sus modernas refinarías petroleras, las más
grandes del mundo, Amuay y Cardón.
De visita en casa de aquella noble familia Calles, Chinca, su señora madre la señora
Aura y sus sobrinas, nos recibían a mamá, Sara y a mí, siempre gentiles y bondadosas, siempre atentas, con su sonrisa tan amplia como la inmensa Luna que
durante toda la noche nos acompañó en el camino; más luego llegaba Sonia, la
esposa de mi primo hermano Enrique Briñez Montiel, nacido maracucho pero paraguanero de corazón, con sus hijos aún bebes, y más despues, la plenada familiar
se completaba con todos las hermanas y hermanos de Sonia.
Y entre todo aquel marco de amor familiar y amigos, estará precisado en mi memoria, las Arepas Peladas amasadas y cocinadas al Budare, por las atentas sobrinas de la gentil tía Chinca; que yo curioso el día anterior empuñé el molino, para triturar el maíz pelado con la Cal, pues la señora Aura, me mostró el modo de macerar los granos de Maíz tierno en un Palangana con agua de caliche blanco, que es lo que le otorga a la Arepa Pelada, ese típico gusto de sus arepas, inigualable a la de ninguna otra región de toda la geografía de Venezuela.
Como dicen los paraguaneros la Arepa de Maíz Jojoto o Arepa Pelada. (Composición gráfica JLRM) |
Desayuno, cena, y hasta en el
almuerzo, nunca está de más el pan nuestro de cada día de todo buen falconiano,
procurarse una Arepa Pelada, rellena con suero, nata, queso o mantequilla,
carne de Iguana, Conejo, Carnero, Mechada de Res y sobre todo, la insuperable,
la rellena con Mojito sazonado con Tomate, Cebolla y Ají Misterioso salteados y
aliñado con Onoto, Orégano, Sal y Pimienta, eso es darse un gusto al paladar,
con una generosa taza de Café con Leche, si es de Vaca recién ordeñada mejor que
mejor, y si la Taza es de floreado Peltre, no se hable más.
Cuenta mi musa, que la primera madre
en hacer una Arepa Pelá, así la llamó en el cantaito de su castellano ancestral,
inspirada en la Luna llena, cuando adorna con su redondez y color sepia, la inmensidad
del horizonte de aquella tierra prodigiosa en bellezas naturales, bañadas por
las azules aguas del Caribe indómito.
JLReyesMontiel.
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