Mi amigo Hermes y mi persona J.L.
Por ese entonces, mis muchachos apenas salían de su guardería, y decidí
mudarme más cercano a casa de mis suegros, mi esposa por demás encantada con la
decisión, nos ubicamos arrendados en un pequeño apartamento del reciente
construido “Combinado La Victoria” una residencias familiares con amplias áreas
verdes, que fueron la complacencia de nuestros muchachos por ese tiempo.
Yo conocía desde antes el sitio de ventas del señor Cheo, pues solía pasar con frecuencia por esa pequeña redoma del centro comercial, desde donde lo veía, un poco más allá estaba la Distribuidora Gersan, C.A. propiedad de mi suegro Geramel Sánchez Montiel, en toda la vía principal de La Victoria Barrio, calle 71, y un poco más acá en toda la esquina con la avenida 73, la cual viene bajando desde La Limpia por entre el Barrio Panamericano, estaba situado el pequeño local de “Electro Auto Memo” donde prosperó el taller del maestro técnico Hermes Barbieri.
Recuerdo los días Viernes en la tardecita, si uno se dejaba llegar al Taller de Memo, para alguna revisión vehicular del sistema eléctrico, Memo solía compartir unas “Regionalitas”
pero lo más curioso era donde las resguardaba para enfriar, un carrito de Helados EFE con campanitas y todo, resultaba jocoso abrir la compuerta superior de la heladera y alcanzar
las botellas friitas en su interior, por ese tiempo nosotros éramos unos jóvenes padres de familia y
desde esa época, cultivamos nuestra mutua amistad, por cierto, a Hermes le conocí por recomendaciones que de él me hizo mi buen
suegro, por la calidad de sus trabajos para arreglar cualquier problema eléctrico de mi carro, por entonces un Caprice
Classic 1978.
Cuando me establecí en ese sector de grata recordación, todo lo referido a
frutas y verduras se las compraba al señor Cheo, por la buena calidad de sus
productos y precios accesibles a los bolsillos de los trabajadores; y todo lo
relacionado a reparaciones eléctricas de mi carro, se las confiaba a la
maestría técnica de mi buen amigo Hermes.
La especialidad del señor Cheo, sus bien
proporcionados “Recao de Olla” los
cuales iba preparando en bolsas transparentes para ver su contenido, en las
mañanitas de cada fin de semana, sin embargo yo de pasao, le decía: -Hey Cheo!
Yo me lo preparo a mi gusto y después vos me cobráis”… A lo que Cheo accedía
refunfuñando entre dientes, pero bueno, después él se cobraba su vaina y yo le
pagaba con gusto, las que yo escogía con esmero y atención para mis sancochos
especiales.
Mi Mondongo especial del fin de semana |
El señor Cheo siempre buena gente y muy atento, tenía su mal genio, el cual
afloraba cuando su dependiente mostraba haraganería o algún cliente se las daba
de vivo o replicaba sus ya baratos precios. También se le veía cascarrabias
cuando los del local de la carnicería abrían tarde, haciéndole comenzar con sus
verduras ya avanzada las horas de la mañana.
Hermes, trabajaba en su taller con constancia y honradez, años más tarde le
arrendó a mi suegro un local al fondo de la empresa Distribuidora Gersan, C.A. en
ese local permaneció hasta muchos años después, mediados de los años 2000,
cuando la llamada crisis económica, que no es otra cosa que opresión
política, descontinuo el auge y buen
curso de la empresa privada zuliana; Cheo, quejándose de la carestía al momento
de reponer sus frutas y verduras, para ese momento ya disponía de un local
mejor acondicionado y seguro, más cercano a mi casa apenas cuadra y media; Memo,
alquiló un local por el Barrio Los Olivos, entre los embates de la ausencia
total de los servicios públicos y el descuido de mantenimiento vial, por su
parte, mi suegro Geramel había decidido vender su empresa Distribuidora Gersan,
C.A. forjada en años de contante trabajo familiar.
Lo demás es historia, por cierto, mi buen amigo Hermes está acá en Chile
bonito, y nos vemos con suma frecuencia, gracias a Dios y su providencia, nos
ha hecho nuevamente vecinos, para nuestro beneplácito y amistad.
JL Reyes
Montiel.
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