viernes, 27 de diciembre de 2013

Caminos.

Cerrando este año, les traigo un anécdota, un cuento algo más reciente, era el año 2003  en ocasión de mi viaje a la ciudad de Caracas, con la finalidad de asistir a un encuentro de Derecho Tributario auspiciado por la Asociación de Derecho Tributario en la Universidad Central de Venezuela, afortunadamente fui seleccionado como funcionario fiscal para asistir a la actividad académica, disponiendo del apoyo logístico de mis superiores para trasladarme hasta la capital de la República.

Avión DC-9 de nuestra otrora linea aérea bandera,
adquirida por Iberia, despidieron a todos sus empleados
Viasa quebró financieramente
 y su flota de aviones abandonada a la ruina.
El traslado fue vía aérea, por supuesto para mí no fue nada halagador, todo lo contrario, temo a las alturas y mi aerofobia es patética, quizás consecuencia aterradora de mis recuerdos del fatal accidente aéreo del año 1969 cuando un DC-9 de Viasa alzando vuelo del aeropuerto de Grano de Oro se estrelló en la Urbanización La Trinidad y parte de la barriada de Ziruma de Maracaibo; ese Domingo en la mañana mamá, Sara y yo de visita en la casa de mi primo Joseito, muy cerca de La Trinidad  fuimos testigos de excepción del estruendo y posterior llamarada del accidente aéreo, que causó muchos decesos y personas heridas con quemaduras de gravedad.

Es el caso, que para relajar tensiones antes de levantar vuelo, me encargo de tomar vuelo previo personal con unos traguitos de escoses, hecho esto me creo un Ícaro y soy capaz de tomar vuelo en el mismísimo parapente de Leonardo da Vinci, por supuesto al regreso hice lo propio también, cumplida la exitosa jornada del curso de actualización Tributaria en la UCV, de regreso a Maracaibo al llegar al aeropuerto de Maiquetía, lo primero que hice fue localizar una fuente de soda, y sentadito en la barra me lance unos traguitos,  in situ mientras yo cataba a Baco, un señor entrado en años me mira y me pregunta ¿Tu eres maracucho? Cosa que no me extraño pues a nosotros “los maracaiberos” nos distinguen hasta en Finlandia, y eso que cuando salgo de mi amado terruño trato de hablar lo más neutral posible nuestro castizo idioma, pero que va en cualquier momento se nos sale “El Saladillo” o “El Empedrao” y queda uno develado como hijo de esta tierra del Sol amada, como le cantó el poeta Rafael María Baralt.

Ciertamente, al señor yo le respondí con otra pregunta ¿Cómo sabe Usted que yo soy Marabino?  El señor sonreído  me dijo  -por la forma como mezclas el whisky con el hielo, con el dedo índice de tu mano-,  -¡coño!-  pensé  -¡que vaina esta!-  a lo que no quedó otra que echarnos a carcajadas  el desconocido compañero de barra y yo, -no te preocupes yo también soy maracucho- me dijo,  y apoyado como fui le exprese -a bueno Tigre! los burros de un mismo pelo cuando se ven se saludan-  le dije y riéndonos continuamos en nuestra etílica cata.

Baco y sus amigos.

Entre tragos él se presentó, pero el bullicio del público en la barra, apenas me dejó escuchar su último apellido “fulano perencejo Montiel” imagínense otro Montiel y aquí en Maiquetía saliendo de regreso a mi Maracaibo querido y con un paisano, no señores la cosa se puso mejor!, seguimos con la rochelita y entre palito y palito, yo me presenté y le conversé de donde era y de que parte de Maracaibo, al rato, el señor me preguntó ya intrigado, -¿Tú en realidad no me reconoces? –no señor ¿acaso es gaitero?- le respondí, me dijo -no amigo de las ex grandes ligas del béisbol del Zulia y Venezuela, -caramba, disculpa- le dije -pero aunque es poco común, soy marabino pero no soy fanático del béisbol pero si sigo sus incidencias, ¿dime quién eres?-  el hombre muy decentemente me repitió su nombre LUIS APARICIO MONTIEL, ¡carajo! Me levante del sillín de la barra y nuevamente pero esta vez con un apretón de manos le afirme –mis respetos y reconocimiento, disculpe el desaire, mi falta de apreciación, a un valor del salón de la fama, que ha enaltecido el gentilicio Zuliano- Luis Aparicio no sabía que era Montiel su apellido materno-  el hombre muy humildemente, me dijo  –tranquilo no te preocupes, me gusta andar de incognito, y aprecio de verdad que en el fondo me conoces y valorizas nuestra Zulianidad, eso es lo que en verdad necesitamos para nuestro país.

Luis Aparicio siguió su camino a la ciudad de Barquisimeto en el Estado Lara, y yo mi camino de regreso a la Maracaibo eterna, en mi Zulia amada.  Dos vidas que se encontraron, se echaron unos tragos de whisky en un lugar determinado de nuestra geografía patria, y continuaron sus caminos, yo solo pensaba en pleno vuelo de regreso, no me van a creer en Maracaibo que me tomé unos tragos en compañía de Luis Aparicio Montiel.



JLReyesMontiel.




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