La señorial y culta Maracaibo de antaño. |
De maestros albañiles, ebanistas
y artesanos de la construcción, gozó de buen talante y arte nuestra ciudad de
Maracaibo, para muestra abundan hoy dignas representaciones arquitectónicas
diseminadas a lo largo y ancho del centro marabino, en edificios y casas muy
características que le dieron a nuestra ciudad una fisionomía propia que la
distinguía del resto del país, definiendo su personalidad física.
Herederos de aquella tradición y
conocimientos de las técnicas de albañilería sabían los hermanos Barboza, hijos
del señor Julio maestro de obras, como se les decía a los profesionales de la
construcción cuando aún no habían llegado los estudios de la ingeniería civil a
nuestra región; sin duda alguna aquellos verdaderos artesanos constructores,
eran de lo mejor en sus técnicas de mampostería dejandonos una obra
levantada con esmero y que perdurara por muchos años en calidad y solidez.
El señor Julio Barboza era un
autentico patriarca, había casado en tres ocasiones, y con cada señora tuvo una
prole numerosa, siendo sus hijos continuadores de la vocación de su papá, salvo
dos que yo conociera, Rafael Barboza que se dedicó a la mecánica automotriz y
Nerio Barboza que se dedicó al comercio, el resto estuvo siempre al lado de su
padre Don Julio Barboza hasta su muerte, en labores propias de la albañilería.
A los hermanos Barboza y a su ya anciano
padre el señor Julio Barboza, tuve la dicha y suerte de conocerlos una fresca
mañana de Diciembre, sería un poco más o menos del año de nuestro Señor de
1969, para esa ocasión tenía nueve años, y fueron contratados por mamá para
hacerle a nuestra casa una serie de mejoras y bienhechurías en sus estructura
para reacondicionarla, pues la vetustez le ganaba al progresivo deterioro de
sus antiguos cimientos elaborados con horcones de madera de Curarire, varas de
Mangle y techos de Caña Brava, paredes de cal y canto llamado Piedra de Ojo,
materiales de construcción muy empleados como materia prima por hallarse en las
proximidades de nuestra región Maracaibera.
Durante esa fecha decembrina los
Barboza trabajaron en mi casa, conociéndoles muy de cerca en su trato y
conversación, pues eran muy entusiastas, familiares y bromistas, además de
tomar conocimiento de sus técnicas de trabajo artesanal, ya que mientras
trabajaban iban comentándome como se debía mezclar el cemento, en porciones de
arena, granzón y agua, para asegurar su buena pega y aplicación, como aplicar
la brocha de pintura sobre la pared, cuánta agua se puede aplicar para rendirla
y el secreto de aplicar huevos frescos de Gallina para fijarla a las paredes,
como instalar un toma corriente o apagador de luces, como evitar fugas de agua
en tuberías y como enroscarlas y hacerles rosca, en fin, hice de mi
conocimiento muchos buenos datos que posteriormente me han ayudado a ahorrarme
una plática haciendo yo mismo esas tareas de la casa para las que se
contrataría un plomero o albañil.
Muchacho entonces, gustaba de
hacerles maldades a los hermanos Barboza y como era tiempo de navidad y yo era
muy aficionado a jugar con fuegos artificiales, les lanzaba petardos encendidos
mientras trabajaban, causándoles con su explosión sorpresa y susto; otros ratos
después de la hora del almuerzo en sus viandas, escuchaba su conversación y
hasta cantaban acompañados por el cuatro de uno de los hermanos Barboza cuyo
nombre ahora no recuerdo pero que lo tocaba muy bien y entre ellos mismos
interpretaban duetos en jocoso e improvisado contrapunteo.
El señor Julio Barboza, legó a sus hijos una tradición como maestro de construcción, un autentico artesano de la albañilería, en su ejemplo y día a día les enseñó no solo un digno oficio, les mostró además su esencia de caballero de una sola palabra, cabal y servicial, el ser una persona como ciudadano ejemplar y fiel amigo.
Uno de los últimos trabajos para los que contraté la mano de obra de los hermanos Barboza fue en mi casa “La Milagrosa” donde me construyeron Julito, “Cocoy” y Nelsón un tanque de agua subterráneo, colocaron las losas del patio, jardineras, adobes y alberca; recuerdo mucho a “Cocoy” como le decía los Barboza a uno de sus hermanos el que más recuerdo por su especial y particular afecto que me dispensó, cuando terminaron el trabajo en mi patio me dijo… -José Luis teneis una placita en el fondo de tu casa José Luis-.
El señor Julio Barboza, legó a sus hijos una tradición como maestro de construcción, un autentico artesano de la albañilería, en su ejemplo y día a día les enseñó no solo un digno oficio, les mostró además su esencia de caballero de una sola palabra, cabal y servicial, el ser una persona como ciudadano ejemplar y fiel amigo.
Uno de los últimos trabajos para los que contraté la mano de obra de los hermanos Barboza fue en mi casa “La Milagrosa” donde me construyeron Julito, “Cocoy” y Nelsón un tanque de agua subterráneo, colocaron las losas del patio, jardineras, adobes y alberca; recuerdo mucho a “Cocoy” como le decía los Barboza a uno de sus hermanos el que más recuerdo por su especial y particular afecto que me dispensó, cuando terminaron el trabajo en mi patio me dijo… -José Luis teneis una placita en el fondo de tu casa José Luis-.
JLReyesM.
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