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Maracaibo la de antaño, progresista y pujante, tuvo el primer sistema de alumbrado eléctrico de Venezuela, la primera en todo avance técnico, además de una riqueza cultural promovida
por su característica principal de ciudad portuaria, hasta entonces limitada por
vía marítima a la entrada y salida de todo tipo de mercaderías y por supuesto
de todo tipo de artilugio y avance en las ciencias, las artes y letras, provenientes de Europa y EE.UU.
En 1871 nace en Maracaibo el señor Manuel Trujillo Durán, iniciador del cine
venezolano, junto con su hermano Guillermo. Artista gráfico sus trabajos fueron publicados en las insignes revistas "El Zulia Ilustrado" y "El Cojo Ilustrado" de la ciudad de Caracas. El señor Luis Manuel Méndez, adquierió de Tomas Alva Edison el primer Vitascopio que llegó a Suramérica, el 11 de julio de 1896 entrenó varias obras como El Aplaudido baile de la serpentina, Torneo Carnavalesco, entre otras proyecciones, el operario del Vitascopio fue el zuliano Manuel Trujillo Durán. El 28 de enero de 1897 los hermanos Trujillo Durán inauguraron el cine en
Venezuela al estrenar en el teatro Baralt las Películas Muchachas Bañándose en la
laguna de Maracaibo y Especialistas sacando muelas en el gran hotel Europa.
Algo de historia del Teatro Rafael María Baralt. Fue inaugurado el 24 de julio
de 1883, levantado con aportes de gente ilustrada de Maracaibo, el 28 de julio
de 1877 el general Rafael Parra decreta la ejecución de la obra mediante un diseño arquitectónico del ingeniero Manuel
de Obando, para ser construido en la esquina donde se cruzan la
calle Venezuela y la Urdaneta. El original teatro de 1883, tenía cornisas de entrada sostenidas por cuatro grandes columnas estilo toscano y sobre este pórtico una
terraza con barandas de hierro forjado. El teatro Baralt, como se levanta actualmente fue obra del arquitecto Jerónimo Hoet y reinaugurado el 19 de diciembre de 1932, bajo los auspicios del Presidente del Estado Zulia Vicencio Pérez Soto. Destacándose la decoración estilo Art Decó de su cielo raso de 540 metros cuadrados obra del pintor zuliano Antonio Angulo.
Hecho este preámbulo, ví en estos días una serie televisada de películas del comediante Charles
Chaplin, en especial llamaron mi atención tres películas que es necesario y diría
que hasta obligatorio para todo buen cinéfilo disfrutar, en mi opinión, “Tiempos
modernos” “El gran dictador” y “Luces de la ciudad”.
Estas tres películas, al margen de la comedia y parodia de escena, tienen un alto contenido critico de tres
realidades de nuestro espacio existencial, muy a pesar de haberse producido
a principios del siglo XX tienen una vigencia latente aún este siglo XXI y podría
decirse del modo de vida en todos los tiempos pasados y futuros, pues el
personaje de Charlot tan simple y vagamundo, humilde y con un gran corazón,
entre la comedia su humor visual mediante la pantomima y el argumento de fondo y de sus textos escritos, dejan un profundo
mensaje de humanismo puro, expresado con imágenes, gestos y parodias.
En especial “Luces de la ciudad” devela el fetiche de la ciudad de Nueva York, ya Pedro Elías Gutierrez en su música cañonera así lo cataría ...Me fui para Nueva York en busca de unos centavos y he regresado a Caracas Como fuete de arriar Pavos El norte es una quimera ¡Que atrocidad!... En "Luces de la ciudad" Charlot conoce a un hombre rico pero bajo dependencia alcohólica, se hace amigo de Charlot pues ve en él un buen hombre y le deja saborear la comodidad de la opulencia y riqueza en la que aquel vive, pero su alcoholismo no le deja valorar su vida, debatiéndose constantemente en tratar de suicidarse Charlot se lo impide; aparece entonces una joven y bella pero ciega muchacha vendedora de flores en las calles de la ciudad, sentadita en el saliente de una esquina.
Charlot se enamora sublimente de ella, pues sabe que su ceguera le impide verlo tal cual es su pobreza, la acompaña a su casa y observa la humildad en la que vive junto a su abuela, decide ayudarlas en sus necesidades y termina Charlot injustamente en la cárcel, no sin antes darle a la chica un dinero que su rico amigo le proporciona para la operación de la vista, pasan los años y caminando en harapos por la ciudad, recién salido de la cárcel, encuentra a la chica, pero ahora encargada y dueña de una floristería, Charlot se detiene frente a la vidriera del local y se queda atónito mirando a la joven y bella dama, ésta ríe y le comenta a su empleada que ha tenido una conquista, con una flor de regalo se acerca a Charlot quién sin darse a conocer recibe en sus manos la flor, a cuyo rose la chica recuerda el tacto de aquella mano que una vez la ayudo en su ceguera, Charlot entonces le dice –ahora ya ves- y ella le contesta –Si, ahora ya veo- es realmente una escena antológicamente conmovedora.
Ves! Ahora si veo, las luces de la ciudad de Nueva York no te dejan ver, no te dejan ver otras realidades, te ciegan, te deslumbran, te fascinan, te seducen por su brillo, pues eso solo son, brillo que deslumbra pero que al final se apaga.
Maracaibo, la ciudad que fue pionera en poseer energía eléctrica, las luces de nuestra ciudad se fueron con la explotación petrolera, quizás algún día volverán, como las Golondrinas de Gustavo Adolfo Becquer, hoy la irracionalidad ensombrece sus cimientos, espera a su parnaso Jesús Enrique Lossada, para decirte post nubila phoebus - después de las tinieblas la luz, de un resplandor que nunca apaga, para hacerte Rafael María Baralt nuevamente mi Tierra del Sol Amada.
José Luis Reyes Montiel.
Sir Charles Spencer Chaplin |
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