Ing. Pablo Antonio Villafañe Angarita |
En efecto, una
soleada mañana de Marzo de 1988, apenas tres meses antes había egresado con mi grado de Abogado de la Universidad
del Zulia; llegué a la parada de los carritos de Bella Vista, para dirigirme
hasta la oficina donde varios colegas compartíamos nuestro bufete, allí en el
edificio “Blizt” enfrente los tribunales de justicia, para ejercer la honrosa
profesión del Derecho, mientras hacía la cola de pasajeros, yo pensaba, en todas las expectativas creadas durante mi
vida estudiantil, pensaba que ahora que había llegado a la ansiada meta un
mundo de posibilidades se abría ante mí y no me equivocaba, sobre todo cuando
esperaba al menos obtener el dinero para cubrir el costo de alquiler y pago de
la secretaria de mi participación en el bufete, en ese momento, una muchacha
que estando en la cola a mi lado, degustaba unas rojas ciruelas, llamó mi atención y le dije este piropo -Oye! Así como chupas tus
ciruelas das tus besos- la muchacha flaqueó y con una sonrisa inmensa seguimos
compartiendo las ciruelas.
Nos montamos en el
vehículo automotor de la vía a Bella Vista, y conversando y conversadito, ella
me contó que era de la población de Chejende
Estado Trujillo, me dio su nombre y yo le di el mío, además de mi tarjeta de
presentación como abogado, para ganar mas
terreno con la chama, llegue al fin en el frente del Blizt y me tocó despedirme.
Así pasó aquella
semana, tenía pendiente alguna documentación de la constructora Polígono,
redactaba un registro de comercio de una contratista de un amigo, tres
contratos de arrendamiento de los locales del Sr. Rafael Urdaneta en la Pomona y hacía
seguimiento a un expediente de juicio de pensión de alimentos y divorcio de
quién había sido una de mis novias, así las cosas, llegó el día sábado de
aquella semana, ya en mi casa, me sorprendió la llamada telefónica de la
muchacha de las ciruelas, -José Luis le tengo buenas noticias- con su andino
acento, me dijo -el Doctor Pablo Antonio Villafañe Angarita, quiere conocerlo a
Ud. y por favor le trae su curriculum, ya que es su deseo contratar un joven
abogado recién graduado que atienda sus asuntos en la ciudad de Maracaibo, me
pregunta que si le puede entrevistar este próximo Lunes a las 8 am en la
pizzería Monte Blanco, para conversar y compartir durante el desayuno.
A primera hora de
aquel fresco día, conocí al ingeniero Pablo Villafañe, un andino enorme muy
blanco, sonriente y muy educado, de dilecto hablar y circunspecto trato, me
dijo –lo primero, pedimos el desayuno- huevos revueltos con pan tostado
acompañado de su café con leche muy espumoso, mientras desayunaba el ingeniero
me conversaba de sus asuntos y actividad empresarial y comercial, de cómo
estaban integradas sus compañías, sobre el alquiler del centro comercial “Las
Playitas” entre otros asuntos pendientes
que tenía en la región zuliana, luego me preguntó sobre mis estudios
profesionales, me sorprendió el dominio que poseía sobre la materia jurídica e
intercambiamos algunas ideas.
Me contrato no sin
antes pactar ciertas condiciones, me pagaría un honorario profesional mensual,
sin derecho a prestaciones laborales, trabajaría desde mi bufete, sin necesidad
de cumplir horario de trabajo, pero debería estar presente a su llamado en
cualquier día laboral y hora de oficina cuando solicitará mi asistencia,
también me trasladaría a cualquier sitio de la geografía nacional onde se encontraran
sus negocios e intereses cuando fuese menester.
Pablo Villafañe,
contaba entre sus parientes a su primo quién fue Presidente de la República el
Gral. Isaías Medina Angarita, venía de una generación de empresarios
venezolanos de la época del gobierno de Marcos Pérez Jiménez, por lo cual se
les vetó durante los gobiernos “demócratas” de los sesenta, setenta y ochenta.
Contaba Villafañe,
como se había proyectado originalmente el Puente sobre el Lago, con una vía
férrea y parques centrales, varias edificaciones urbanas en la ciudad de
Maracaibo se deben a su labor como ingeniero civil, entre ellas Centro
Comercial Santa Cruz “Las Playitas”, Villa Inés, Kabuki, el centro comercial y
edificio Don Matías, entre otras edificaciones particulares y muy especialmente
su obra cumbre a través de su empresa ICCA Ingenieros Contratistas, el moderno Palacio
Municipal de Maracaibo.
El Dr. Pablo
Antonio Villafañe Angarita, ingeniero civil, petrolero y geodesta, tres títulos
en ingeniería, llegó a ser profesor y alumno, al mismo tiempo, en nuestra Universidad del Zulia además
de su pasatiempo como aviador civil, llegó a ser Presidente de la línea aérea
Aeropostal Venezolana, ya en las postrimerías de su existencia, fue su afán y
así lo pensó y diseñó, el “Dique Endulzador del Lago de Maracaibo” proyecto que
presentó en el Club Comercio de Maracaibo ante personalidades de la región,
pero que no tuvo mayor incidencia al contrario una decidida oposición, por
considerarlo faraónico y antieconómico, una falacia por parte de sus detractores,
mentes exiguas y anodinas, por cuanto dentro de la propuesta dicho proyecto
podía ser asumido en su totalidad por empresas holandesas expertas en este tipo
de construcciones, otorgándoles una concesión a cuarenta años para recuperar la
inversión mediante peaje, resultando retornable a largo plazo a la nación
venezolana, -sin aportar un solo centavo- como el mismo decía.
Ese fue Pablo
Villafañe, el hombre inmensamente rico e inmensamente humilde, tenía la sutil
habilidad de almorzar en el Náutico o sentarse sin perjuicio alguno en
cualquier pulpería de camino a tomarse un guarapo
de papelón para refrescarse el calor de la carretera, un empresario
nacionalista, aguerrido Bolivariano, que defendía con
vehemencia los territorios despojados a nuestro país, en tratados y laudos
internacionales arreglados, un visionario, otro Quijote soñador.
El ingenioso y soñador Pablo Villafañe, se fue con el milenio, podríamos
decir, no bien comprendido por sus contemporáneos y quienes se hacía llamar sus
amigos, muy pocos quizás se acercaron a él con verdadero sentimiento de
amistad, yo sin complejos me quiero contar entre los que desinteresadamente
escucharon sus palabras y consejos, compartió su amena tertulia en almuerzos y
cenas, en sus caminatas al Hotel La Montaña, allende La Grita, en el bosque de
pinos que lo bordea, allí entre la seca hojarasca se consiguió una herradura de
caballo y mirándome me dijo -consérvala como un recuerdo mío- aún la poseo y sin duda me a traído mucha
suerte.
José Luis Reyes
Montiel.
2 comentarios:
Señor jose luis mi papa es hijo de doctr pablo villafañe y yo no conosco a ninguno de mi familia por parte de mi papa uste me puede alludar
04246340743
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