Conversando
sobre frutas y frutillas nuestras, digo frutillas no por displicencia sino por
su delicadeza y menudencia, son éstas producto de la flora natural de nuestra
tierra, nacen espontáneamente en todo nuestro hábitat geográfico sin mas
cuidado que el de la lluvia y el sol, los insectos como las abejas que
polinizan sus flores y los pájaros que propagan sus semillas en sus heces.
Comencemos
por la Uva de Playa, llamada
cariñosamente Uvita de Playa el árbol
que la provee es de hoja redondeada muy verde y de textura consistente, sus
ramas y tronco son de color blanco, generalmente se desarrollan en las orillas
de nuestra costa lacustre e incluso a lo largo de nuestra costa caribe, y
allende las islas antillanas, junto al Cocotero y el Manglar forman el
ecosistema vegetal costero.
Es una
verdadera frutilla pues es de escasa pulpa, pero con mucho sabor, muy semejante
a la uva, además de ser moradita, tiñe su jugo irremediablemente la tela, por
lo que hay que tener cuidado de no salpicarse de su juguito; crece en racimos
igual que la uva agrupados debajo de la sombra del árbol, a modo de una parra,
es común ver a los niños recolectándola en los patios, parques y playas donde
se encuentre, con una cosecha anual muy abundante, sería propicio investigar
mas sobre este fruto autóctono a los fines de determinar su valor proteico y
vitamínico, y hasta si es procedente intervenirla genéticamente para que
produzca más pulpa, pues es muy rica al gusto.
Recuerdo una
mata de Uva de playa plantada al lado de mi casa, sus ramas se echaban sobre
nuestra cerca y yo requetecontento, pues recurría a ella para tomar racimos
enteros de uvitas y me las comía una por una viendo la tele o mientras
estudiaba, o en aquellas tardes interminables de ocio vacacional, mirando
simplemente el horizonte en la disposición imaginativa de un misántropo.
Una frutilla
muy particular es el Dato, regalo de
Dios para los pajaritos y demás aves del campo, es el fruto de la mata de Cardón, que nacen anexas o adheridas a
su verde tronco espinado, de forma redonda u ovalada, llenas de agudas espinas
y de conchita rojitas, para distinguirse como luces de arbolito navideño en el
austero árbol silvestre de nuestros montes serófilos.
Su pulpa es
gelatinosa y pegajosa, muy abundante, puede ser traslucida, amarillenta o
rojiza, según la especie de Cardón, llena de semillitas como pimienta
machacada, es una fruta dulzona algo
dulce, que resulta en la dieta básica de los pájaros silvestres, es muy común
ver en nuestros campos las periqueras con su escándalo, volar de Cardón en
Cardón para capturar Datos.
Otro arbolito
cuyo peculiar fruto es muy misterioso, no solo por sus comensales sino también
por su aspecto, color y gusto, es el
Caujaro.
Comencemos
por describir el árbol, es parecido al árbol de Orégano, un arbusto, sus hojas
son secas y ásperas, sus ramas delgadas y su tronco agreste y nervado, en el
monte crece alto hasta doblarse por la acción del viento, yo recuerdo
perfectamente el Caujaro que estaba
en toda la entrada del portón grande de mi casa por donde entraba el carro de
papá, echaba una frutilla blanquecina casi traslucida, de aspecto aperlado, de
concha consistente como la piel de las uvas, su pulpa insabora e inodoro, muy
pegajosa, en su interior dos semillitas como las de la uva, acompañaban la
sustancial frutilla, que crecía agrupadas en racimos colgantes en sus ramas.
Les decía que
sus frutos son alimento para unos muy particulares comensales, por cuanto su
principal consumidor son los famosos murciélagos, quirópteros de la tarde
crepuscular y la noche, yo los observaba sentado desde el umbral de la puerta
del corredor hacía el patio este de mi casa, revoloteando alrededor del Caujaro en rasante vuelo capturando la
indefensa frutilla, luego eyectaban sus semillitas sobre el cielorraso de la
añeja casa, en una ocasión observé las semillas sobre la cubierta interna del
techo, las comparé con las del Caujaro
y determiné que eran las mismas semillas, claro está ya resecas por el
tiempo.
El Pomme Siguet, al parecer es una
denominación de origen claramente francés, así llamaron nuestros abuelos a la
popularísima Manzanita montaraz, que crece al borde de carreteras y cercados de
Haciendas, Granjas y Ranchos regionales y nacionales.
De por si es
un arbolito semejante al Manzano europeo pero de hojas mas menudas, su fruto es
idéntico también a la extranjera Manzana en concha, forma y textura de su
pulpa, pero pequeño como un Limón, eso sí de un sabor extraordinariamente
concentrado de manzana y ácido como el carajo, por lo cual debe ser rica en
vitamina “C” su rica pulpa que de paso es dulzona.
Por su
neutralidad de sabor, acidez y dulzor, nuestros ancestros la emplearon para
macerar Ron mi Tío Dimas Montiel
Fuenmayor, me enseñó, a un litro del espirituoso licor, se le echa una docena
de Pomme
Siguet cortadas en juliana al gusto, luego un puñado de pasitas de parra
marca La California de la cajita roja, se deja reposar al ojo por unos meses en un envase de vidrio cerrado con su tapa, un frasco, si es un barrilito de madera
bien sellado es perfecto, por el valor agregado del sabor de la madera, y al
tiempo cuando las manzanitas y las parras secas hayan abonado sus jugos con el Ron, señores Buenos Días, basta colarlo
en un tamiz y beberlo como aperitivo o
después de almuerzo o un brindis y a la
lona. Epa se toma seco en una copa pequeña o vasito de whisky.
José Luis
Reyes Montiel.
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