sábado, 8 de julio de 2023

El Delirio de Tío Segundo.

Jorge Segundo Sánchez Ferrer
Tío Segundo
Mi primo Rafael José “Falo” Salas Sánchez, encargó la restauración de una antigua foto de su abuelo Jorge Segundo Sánchez Ferrer, muestra que acompaña el presente relato familiar, acerca de la personalidad de tío Segundo, como mi hermana Sara y yo solíamos pedirle la bendición, linda costumbre que debemos conservar entre nuestra descendencia, como señal de respeto, querencia y subordinación hacia nuestros mayores.

Gracias primo “Falo” por regalarnos éste magnífico recuerdo de tío Segundo, tu abuelo, que motivó las siguientes líneas narrativas de los anécdotas e historias familiares, contadas entre tus animadas tertulias, además de escucharte cantar los boleros del gran Felipe Pirela, en aquellos días de plácidos momentos compartidos en torno a la mesa familiar, entre palos y alegría, como decía el gaitero Parroquiano.

Tío Segundo, esposo de tía María Mercedes Montiel Fuenmayor de Sánchez, hermana de mi madre Carmen Domitila, quién le nombraba como el compadre Segundo Jorge, y así reconocido entre los hermanos Montiel Fuenmayor, mis querendones tíos, que en paz descasen en la gloria de Dios.

De cómo casó tío Segundo con mi tía Mercedes, ese compromiso lo arreglo a decir de “Falo” nuestra abuela Mamá Carmela, con una dote conformada por una posesión de tierras propiedad del abuelo Papá Luis, José Luis Montiel Villalobos, y unas Morocotas de oro, consignadas a tío Segundo.

Pero, tío Segundo, tenía un hábito frenético por el juego, y aquella tarde pensando acrecentar la pequeña fortuna otorgada en dote matrimonial, se las jugó a los dados con unos vivianes de Maracaibo; pues tanto tío Segundo como tía Mercedes, eran vecinos de los hatos ubicados más allá de la antañona ciudad de Maracaibo, cuyos límites apenas llegaban al sector Las Delicias, un poco más allá del Nuevo Cementerio, llamado posteriormente por su forma “El Cuadrado”.

Como era de esperarse, el tío Segundo, perdió la apuesta a los Dados y en consecuencia sus Morocotas de oro, desapareciendo de la escena familiar, por temor a las posibles represalias del abuelo papá Luis, pero, la abuela mamá Carmela, más objetiva y práctica, se trasladó con la joven tía Mercedes y algunos de sus hijos varones, desde el hato familiar “San Luis” al vecino caserío “Santa Rosa de Tierra”, situado unas leguas más retirado, entre las que fueron tierras de los hatos “Canchancha” y “Cabeza de Toro”, para buscar al escondido novio de tía Mercedes, tío Segundo, en su residencia.

Allanado el contumaz bisoño novio, mamá Carmela le increpó: “Jorge Sánchez, tenéis que casate con mi hija Merceditas”… Más luego el asunto pecuniario de las Morocotas, quedó resuelto con el compromiso matrimonial asumido, quedando como dote la extensión de tierra que le otorgaría por escritura pública el abuelo papá Luis a la pertinente pareja, de ese modo tío Segundo, fundó al lado de tía Mercedes, como era la costumbre, un nuevo Hato denominado “Mi Delirio” dedicándose a la producción agrícola y crías de ganado mayor, menor y aves de corral.

Conocí a tío Segundo, un día de fiesta familiar, en el patio de mi casa a la sombra del enorme árbol de “Ratón”, donde unas grandes Iguanas descansaban asoleándose entre sus ramas, tío Segundo entre la muchachada, nos comentaba que las Iguanas se comían y su carne sabía igual que el Pollo, nosotros lo escuchamos con atención, siguiéndole los pasos entre los Abrojos del solar trasero del patio, tío Segundo se quitó una cuerda de fibra de Cocuiza, entorchada alrededor de su cintura, que le servía para asegurarse sus pantalones, procediendo a formar con la cuerda un pequeño lazo, fijándolo al extremo de un palo de Escoba, que yo diligentemente le conseguí, tirando del palo de Escoba, se lo colocó alrededor del cogote a una Iguana y con su hábil destreza la enlazó, llevándola al piso, para demostración y entretenimiento de la animada e infantil concurrencia.

De aquellos años del Hato “Mi Delirio”, me contó mi madre Carmen Montiel Fuenmayor, que tío Segundo vendía su producción de frutas frescas desde su carreta tirada por Jumento, transitando entre las colonias residenciales de los “Musius” ubicadas dentro de la periferia de Maracaibo, para consumo de los empleados extranjeros de las empresas petroleras de entonces.

Mi difunto primo hermano Antonio Briñez Montiel, también me contó, que tío Segundo era un hombre de tez blanca y ojos azules como dos gotas de añil, y esa característica caucásica le favorecía con el trato con los “Musius” con la venta de sus productos agrícolas, comerciando además el tío Segundo, en las colonias extranjeras de empleados petroleros, la leche embotellada por su papá y esposo de mi tía María Trinidad Montiel Fuenmayor de Briñez, don Manuel Briñez Valbuena, en la vaquera de la casa “Las Auras” donde con esmero y dedicado trabajo artesanal, producía con el ordeño vacuno el vital alimento lácteo, para embotellarlo con estrictas medidas de higiene, al igual la venta a los Musius, de la producción de Huevos, en su Gallinero de traspatio, los cuales etiquetaba uno a uno con el sello en tinta de su firma unipersonal “Manuel Briñez” como muestra de pura calidad.

Tiempo después, tío Segundo se dedicó al comercio en su tienda de abarrotes, junto a quien fue su mano derecha, su único hijo varón Geramel Sánchez Montiel, tienda que por años funcionó en un local propiedad de mi difunto padre Pascual Reyes Albornoz, adyacente a la casa donde viví de carajito y como antes narré en este relato familiar, conocí por el año 1965 a mi tío Segundo, inmueble que antes era un viejo Hato, situado en la esquina de la avenida 13 y calle 69A en Tierra Negra, hoy zona residencial de Maracaibo, sector entre las calles 5 de Julio y Cecilio Acosta.

El camino providencial de la vida, Geramel Sánchez Montiel, mi difunto suegro que en paz descanse, pues contraje nupcias con su hija Mercedes Sánchez Ochoa, quien heredó de su abuelo Jorge Segundo Sánchez Ferrer, su blanca piel y sus verdeazulados ojos, Dios me la guarde y bendiga.

JLReyesMontiel.



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