Tempranito como a las cinco de la mañana
de este sábado, al iniciar esta cajita maravillosa, que si no se sabe bien
emplear es una verdadera “Caja de Pandora” pues cual árbol del bien y del mal
tiene dentro de si material inmensamente valioso pero también
inmisericordemente letal, por eso hay que advertir a nuestro hijos, hablarles
con toda la crudeza y realidad sobre esta tecnología informática, para
emplearla con táctica y obtener de ella el mejor provecho; ya me fui por la
tangente, quietecito tranquilo, me reseteo y vuelvo al tema.
Les decía, que tempranito, iniciando este
abril de sol y playa, al abrir mi Lapto, se proyectó automáticamente una vieja
foto de un cumpleaños de Sara mi hermana, cuya data es de por los años 1980, si
yo tenía mis 20 años florecientes, ella cumplía entonces 27 años, pues mamá
siempre nos recordaba que entre los dos había una diferencia de 7 años, Ese
cumpleaños los festejó Sarita, debajo de un inmenso árbol de Mango en el frente
de nuestra casa allá en La Pomona, en la calle 103 por las inmediaciones del
antiguo Cine Lido y el Café imperial.
Por esos tiempos, Sara mi hermana, prestaba sus
servicios como asistente administrativo de una empresa filial de la “Zulia
Volkswagen, C.A” en una agencia cercana a nuestra casa en el sector Los
Transformadores de la via que conduce de la Pomona a la Zona Industrial de
Maracaibo, la empresa sucursal de “ZUVOCA” se dedicada a la venta, alquiler y
mantenimiento de maquinaria pesada Massey y Ferguson.
Cabe mencionar, por entonces yo
estudiaba y trabajaba, en uno de mis primeros empleos como Office Boy y fue precisamente en la “ZUVOCA” en la avenida Las Delicias, donde trabaje a las
ordenas de un alemán de la ciudad wagneriana de Leipzig, alto como un Roble, de
cabellos como el maíz desgranado y profundos ojos azules como el añil, un
caballero, siempre me trato cortésmente, pero fumador empedernido, encendía uno
tras otro cigarrillo y exclamaba con frecuencia… ¡es inaudito! Tiempo me
quedo la manía del susodicho dicho, hasta olvidarlo.
El Gerente de la empresa y jefe de Sara
era el señor Antonio Castro (QEPD), un cubano maracucho que no solo se
residencio en Maracaibo, sino que hizo familia en el Zulia y amaba nuestra
gaita y música regional, se hizo incluso compadre del portento del canto
zuliano Don Tino Rodríguez.
Ciertamente para el cumpleaños de Sara,
el señor Castro, le prometió llevarle a casa un regalo de excepción y así lo
cumplió, invitó a su compadre para brindarle a Sara una serenata, esa noche de
su fiesta de cumpleaños.
Entre cervezas y pasapalos, debajo de la
mata de mango de nuestra casa, en plena barriada de La Pomona, la gente se
agolpaba desde la cerca de ciclón para escuchar los graves tonos de Don Tino
Rodríguez que hasta altas horas de la noche cerró cantándole a Sarita el cumpleaños feliz de otro portento zuliano del canto Don Armando Molero.
Con la guitarra Don Tino Rodriguez, con su bigote característico y sus zapatos blancos, a su derecha Sara mi hermana, en el enlosado del frente de mi casa en La Pomona. |
Yo por cierto, le pedí al maestro Don Tino Rodríguez me complaciera con el tema “Estampas Antañonas” y así lo hizo, el tema cuya letra dice …Veo en los ojos de mi padre la ilusión / de hallarse joven con sus 20 años florecientes / parado en una esquina con sus zapatos de patente / su flux de Alpaca elegante y tropical / aquel Stemson diplomático calado / un gran clavel muy encarnado en el ojal / y entre sus manos un pañuelo perfumado / era la estampa de los tiempos del pasado / la del verso del romance y del amor / de la dama que lucía traje largo y entre sus manos una flor / por eso cuando cantan una contradanza / mi padre evoca con amor el tiempo aquel / mientras mi madre enrojece de añoranzas y cariñosa con amor se abraza a él.
Cuando refiero esa bonita época de mis
veinte años, digo mis 20 años florecientes, como corolario de esa hermosa
contradanza zuliana, esa es una de las mas importantes etapas de la vida, y es mi mensaje para
todo joven, mi lema mente
sana en cuerpo sano, no
fumaba, no bebía, practicaba por mi cuenta maratonismo y rutina de ejercicios cada tres días a
la semana, pesas en el IND con mi instructor Nestor Bracho, Karate Do en el Dojo Tanabe con
mi Sensei Kunio Tanabe y
nunca me trasnoche. De algo si sufri, en amores, nunca deje sentir el
dulce guayabo del
desengaño y las escapaditas con una linda dama.
Esa noche, Don Tino estaba acompañado al
cuatro por su hijo, una mandolina por un tercer ejecutante y bajo, y de ese
modo la velada zulianisima pasó hasta la madrugada marabina bajo el tañido de
las hojas del Mango que abrigaba la agradable brisa lacustre desde la bahía de
Los Haticos por encontrarse nuestra casa situada en la parte más alta del
“Cerro del Hato” como es conocido ese sitio en La Pomona.
Cuando uno tomaba el por puesto de
Haticos por Arriba, te bajabas en la esquina del callejón “Omega” pues así se
llamaba una casa situada en toda la esquina, diagonal al insigne Cine Lido,
entonces subías una lomita y caminando por el pavimento desde ahí lo primero
que divisabas era la mata de Chaguaramo y el Mango cual gigantes gendarmes
sobre la cresta del cerro, sitiando mi casa.
De la Pomona tengo muchos cuentos
que contar, cuentos buenos y de loca juventud, pues me traslade de 16 años hasta ese
pequeño terruño de la vieja Maracaibo.
José
Luis Reyes.
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