Unas señoras mal habladas, pues acostumbraban salir al frente de sus casas para averiguar y comentar la vida ajena, entre ellas se distinguía en charlatanería la hermana mayor la “Cara e’ Caballo” la murmuradora estrella de la cuadra, luego sobresaliente en malicia “La Jorobada” le seguía la sigilosa María “la flaca” ni hablar de la no menos brollera María “la tuerta”, fueron la piedra del zapato del sector donde residían.
La trama venía desde tiempos lejanos, cuando un Tío esposo de mi tía, residían en una casita y local comercial alquilado a papá, allí lucraba un abasto, en donde le hacía caritas “la jorobada” a mi tío y tía requeterabiosa le llamo la atención por su falta de respeto a su esposo, brollos de faldas que nunca faltan en los vecindarios, sin dejar de contarles el otro problemita con mi primo, desde su patota motorizada, en aquellos tiempos “El Cotizuo” le llamaba “la Jorobada” porque le robaba el corazón de su hija, esa chica si era linda en verdad cuenta mi primo.
Hay otros cuentos, pero es mejor sepultar los cadáveres insepultos del pasado y dejar en el olvido lo que debe olvidarse, para poder avanzar con vista al futuro, pero todo ser tiene su lado también bueno, su lado humano, que de algún modo revindica la memoria de aquellos que alguna vez nos ofendieron.
Recuerdo una plomazón que se armó en el sector, aún estaba vivo mi padre, corría el año 1966, aconteció que una unida armada de inteligencia policial perseguía a unos presuntos delincuentes, entre ellos un joven se le ocurrió ocultarse de la persecución policial entre el follaje de unos frondosos árboles de Mango en el fondo de la casa de “Las Cabras Viejas”, craso error, los gendarmes sin pensarlo, …eran los tiempos de disparen primero y averigüen después… ametrallaron los Mangos, cayendo el sospechoso como un pajarito de lo alto del Mango entre hojas y ramas derruidas por la munición.
Acto seguido, los esbirros saltaron al patio, lanzaron el cadáver por encima de la cerca, cayó el inerte cuerpo sobre el pavimento de la acera, tomaron el yacente cuerpo por manos y pies, y cual perro lo tiraron a la cabina de un Nissan Patrol, recuerdo de color gris plomo con su faro rojo encendido dando vueltas, y salieron picando cauchos sonando la sirena, los gendarmes armas largas en ristre, por la toda la calle, hasta dar vuelta en la avenida.
“Las cabras viejas” salieron gritando y llorando de su casa, Ay! ay! -el muchacho era un estudiante, no era ningún malandro, era un estudiante- entre la confusión y el arrebato de los gendarmes y la exaltación de la persecución, el presunto estudiante salto la cerca cual Venado asustado, y trato de esconderse en la casa de las referidas señoras, pero éstas anonadadas no supieron que hacer solo escucharon al joven vociferante -soy estudiante- y éste subió a los Mangos, pretendiendo esconderse en ellos, resultando fatalmente muerto en el incidente.
Personas como las Cabras Viejas: la Cara e’ Caballo la Jorobada, la Flaca y la Tuerta, con sus aciertos y errores, virtudes y defectos, pero que al menos un lado de bondad guardan como bien ilustra el momento en el cual la desgracia de un ser humano desgarra sentimientos y une a la gente ante el dolor ajeno.
José Luis Reyes.
José Luis Reyes.
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