José Luis Montiel Villalobos mejor conocido como Don Luis Montiel, en sus piernas Joseito. |
La
dignidad y el amor es como el cariño verdadero, ni se compra ni se vende, es
una actitud y un sentimiento que va pasando de padres a hijos, y eso se aprende
en el seno del hogar, en una sólida y a veces severa formación pero necesaria,
donde al calor de la familia unida se decantan los días y con el paso del
tiempo esas firmes raíces, desde su tronco principal echan ramas y ramas de
múltiples hojas rindiendo los frutos del trabajo honesto, empeñado en una
constante voluntad bendecida por Dios.
Nunca
antes como ahora el sentimiento familiar toca mi corazón, como algo
impostergable y vital, tanta gente mía fuera, eso duele, penetra y lacera el
diario vivir, y en ese marasmo de sentimientos encontrados uno se anima y
contenta pensando en ellos, los que están lejos, que aunque trabajando duro
pueden tener la oportunidad de vivir tal cual uno vivió su juventud y parte de
esos buenos años de crecimiento de nuestros muchachos.
Y
les digo a mis primos, a mis hijos, a los que están fuera y dentro de nuestra
Venezuela, que mientras hay vida hay esperanza, que no obstante sea ésta una reflexión
trillada es muy significativa; así como nuestros abuelos, aquellos queridos
viejos se desbrozaban el pecho trabajando duro sacándole a la tierra madre el
pan de cada día, y en las tardes en torno a la mesa familiar el Rosario
predecía la ingesta antes de irse a dormir en las hamacas de la templaría
estancia, para despertar con los Gallos al alba del siguiente día manteniendo
con su férrea voluntad, constante y devota, su decidida resolución de hacer
todas las cosas nuevas, como si la vida fuese una eternidad y en una eternidad
verter todo el sudor y el clamor de su trabajo, con todo el tiempo del mundo en
cada paso y en cada pensamiento; yo les digo a mis hijos y a mis primos, manténgase
con aquella humilde y sublime actitud heredada del fundador de nuestra sanguinem domus, José Luis Montiel
Villalobos.
Mi
suegro Geramel Sánchez, cuando a sus 70 y pico de años recibía el cheque por la
venta del último legado inmobiliario de nuestro abuelo común, me manifestó todo
su orgullo por la admiración que sentía por su abuelo, que tantos años después
aún percibía un provecho de su esfuerzo y labor campesina.
Ese
mismo empeño y constancia, cultivados con honra y dignidad, sea ejemplo para emular los talentos y dotes
de nuestro ancestro común Papá Luis, sea ese
tributo sanguíneo la fuente prodigiosa e inagotable de virtud y voluntad
desplegada donde quiera se encuentren, eso les exhorto a mis hijos y primos estando dentro o fuera de nuestra patria,
asuman el día a día con un alto sentido de autoestima y coraje, que sean valientes
y sobre todo prudentes para valer más.
JLReyesMontiel.
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