En
la avenida La Limpia estaba situado por muchos años y hasta mediados de la
década de 1980 el hipódromo de Maracaibo, lugar de apuestas y encendidas
competencias propiciados por propietarios de veloces corceles y sementales
junto a los fanáticos del hipismo, ahí
mismito donde hoy se levanta parte de una moderna urbanización y el centro
comercial Galerías Mall.
Visitado
por mi persona en una oportunidad, corría el año 1981 por entonces con mis 21
años de amancebada mocedad en compañía de un personaje que mas que amigo lo que
quería era investigarme pues yo procuraba a una de sus cuñadas; el caso que
jamás en mi vida y a pesar de que conocía del ecuestre sitio marabino nunca y
en honor a la verdad me había propuesto menos preocupado por conocerle, pues
sencillamente veía en eso una perdida de tiempo, salvo por la belleza de las
epónimas bestias, que fue el único aspecto que llamo mi atención cuando lo
visité.
Sentado
y desde las gradas viendo correr los caballos y escuchando la algarabía de los
espectadores, recordé a mi madre, por un viejo cuento que alguna vez me contó
sobre su grupo de amigas y amigos de juventud y compañeros de trabajo, entre
ellas su amiga de toda la vida la señora Hilda Villalobos quién por muchos años
fue la asistente del Dr. Silvestre Rincón Fuenmayor primo de mama.
Me
contó mamá que solían su grupo de amigos ir a las carreras de caballos en el
Hipódromo de Maracaibo para pasear los fines de semana y como descanso de su
semana laboral en la otrora y vieja Clínica Guadalupe de la calle Carabobo, donde mamá trabajaba al
lado del consultorio del Dr Rincón pues ella era asistente de radiología del Dr Méndez
Romero, por cierto hoy no existe dicha clínica, solo su vieja edificación que
tiempo después no se ahora es la seda del acervo histórico regional como
insomne testigo de las correrías en esa renovada calle del casco central de la
ciudad.
En
uno de esos paseos su amiga Hilda llamó la atención a mamá –Carmencita vos nuca
apostáis a los caballos, aposta chica no seas pichirre ¿Cómo vais a ganar si nunca apostáis?. Mamá mas por pena ajena que por el juego apostó ese día de pago de fin de
mes, debió ser en un mes de Abril por que contaba mamá que había brisa y buen
Sol, el asunto fue que ganó el caballo seleccionado por mamá, –suerte de novata, le dijo su amiga Hilda, pero es que Dios
premia la buena fe sin duda, y mamá se traslado a taquilla para reclamar su
apuesta, luego los del grupo de amigos entre ellos Hilda procuraron a mamá –a bueno
ahora la ganadora brinda, a lo que mamá dio caso omiso y los dejó on los ojos claros y sin vista.
Al
llegar el lunes, Hilda echándole bromas
a mamá, le dijo –Ajá Carmencita vos si sois pichirre te hiciste la loca y no nos
brindaste, mamá seguía haciéndose la desentendida y termino brindándole un
café a su amiga Hilda. Ese cuento me lo contó mamá una de aquellas noches, escuchando el tango "Por una Cabeza" en la voz de su ídolo Carlos Gardel, y terminó diciéndome - El dinero vale hijo y no se puede malbaratar, aún si la
suerte lo pone en tu camino y menos aún si es producto de tu trabajo, el juego
es juego así como se gana también se pierde y son muchos los que en una noche
entre juegos y copas pierden todo por el vicio, el jugador puede terminar apostando
hasta su vida.
JLReyesMontiel.
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