domingo, 22 de enero de 2012

La Piedra de Moler


Piedra para machacar aderezos.
Detrás de la cocina, justo al lado lado de la puerta del fondo de la casa, estaba colocada una piedra grande de río, en su centro, los años de uso, surcaron una concavidad hecha por el desgaste de tanto machacar; mamá decía que esa piedra era del Hato San Luis, la  vieja piedra de moler, majar, machacar, triturar, pulverizar, diferentes a las de amolar que era otro tipo de piedra propia para afilar o afinar machetes y cuchillos.
La vieja piedra de moler, había trascendido generaciones de comensales, sacándole a las entrañas de la tierra del Hato fsmiliar, el sustento diario, por el pasto de la Majada en leche y carne; por su huerto en vegetales, hortalizas y frutos, sea para consumo propio como para su venta en el Mercado Principal de Maracaibo.  
¿Quién no conocía a Don Luis Montiel Villalobos y al Hato San Luis? Papá Luis y Mamá Carmela, el patriarcado de los Montiel Fuenmayor, Sánchez Montiel, Briñez Montieles, Montieles Ferrer, Montiel Hernández y Reyes Montiel.
De aquella mañana, yo un carajito miron, recuerdo, eran como las once del día. de un soleado mes del año de 1968, las manos de mamá, juntan sobre la concavidad de la piedra la Sal, luego los granos de Pimienta y Achote y sobre estos unos dientes de Ajo, entre sus dedos los granos de pimienta y achote se resisten cayéndose de la piedra, con destreza machaca entre piedras, la Sal afloja los ajos y una sustancia aromática impregna el ambiente, los machaca con otra piedra mas pequeña alargada y ovalada, contra la grande, aplastando los granos de pimienta, achote y sal con la sustancia del ajo; aquella pasta resultante recibe el nombre de adobo, ideal para toda carne, sea vacuna, porcina, aves o pescado y que constituía ese aderezo, la base primigenia de todo guiso criollo.
Son las doce y pico, desde el patio percibo el olor de la cocina, y mi apetito cruje en mi panza, en la cocina sobre la mesa del comedor en un plato mamá me sirve el almuerzo, un plátano verde, arroz blanco y una suculentacarne mechada sazonada con el mágico aderezo, momentos de gloria dan su gustoso al paladar, la combinación con los blancos granos de arroz y el plátano enaltece la carne, son sabores de patria, sabores de abuelos, de tíos, de papá de mamá, de risas entre hermanos, de la tertulia de familiares y amigos, también del silencio de la siesta a las tres de la tarde, cuando el mañana era una ilusión y el presente una fantasía, y el pasado un pensamiento.

JLReyesMontiel 




2 comentarios:

frainreyeslabarca@gmail.com dijo...

A esa hora tan importante comenzaba la jornada de servir el almuerzo, todas las madres. Y como un reloj despertador al son de la guitarra y voz de Don Armando Molero. Era su punto AVISOR.

frainreyeslabarca@gmail.com dijo...

A esa hora tan importante comenzaba la jornada de servir el almuerzo, todas las madres. Y como un reloj despertador al son de la guitarra y voz de Don Armando Molero. Era su punto AVISOR.