Andrés Eloy Blanco. |
¿Quedaran las lecciones en la mens
consciens de los venezolanos, acerca de la necesidad intrínseca de un
cambio real, en los modos y actitudes ciudadanos, para hacer efectivo un cambio
radical por la nación venezolana?
¿Quedará clara, la cruel lección, de ser extranjeros en tierra ajena, para
comprender que tenemos un gran país inigualable y único, que hay que cuidar celosamente
de toda apetencia personal a los intereses de la nación, sus instituciones, su desarrollo
social y económico nacional, mediante un cambio de los falsos paradigmas de la corrupción
y los antivalores de las sociedades degradadas?
Hombres virtuosos, hombres dignos y esforzados, construyen las repúblicas,
sentenció nuestro padre Libertador Simón Bolívar, tenemos muchos de ellos en el
epítome ético, moral, profesional, técnico y trabajador de nuestra gente, somos
un pueblo bueno, pero, nunca faltan los “Mojones de Burro” que echan a perder ese
don sagrado de nuestro gentilicio de ser Venezolanos, con mayúscula, tristemente
hay venezolanos de minúscula, que llevan esa nacionalidad por haber sido
copulados en ésta Tierra de Gracia, pero, que por desgracia, hacen por su
conducta ilícita e inmoral, despilfarro de una razón de ser nacional, única y propia
de los grandes padres de la patria Venezolana, de sus hombres y mujeres trabajadores,
productivos, éticamente solventes para con nuestro país.
Esa mayoría aplastante de Venezolanos de bien, ahora tomará el rumbo de la
patria, señalará con vergüenza a los viles depredadores de nuestra tierra y de
su pueblo, establecerá un nuevo Estado de Derecho con Justicia Social en
Democracia y ejercicio pleno de la libertad ciudadana, cambiará los viejos
paradigmas del arribismo, trepador y rastacueros, por el hombre moral y cívico.
Las fuerzas armadas, se consolidarán bajo los preceptos institucionales de
su sacrosanta tarea de proteger las fronteras e integridad nacional de Venezuela,
amparando con su espada las garantías constitucionales consagradas en el texto
fundacional de la República de Venezuela, la separación de los poderes públicos
y la obediencia plena no deliberante, para defender esas instituciones del
Estado Venezolano; sus tribunales militares, someterán a juicio, amparados en
leyes penales efectivas y eficaces, aquellos elementos insubordinados a los viejos
paradigmas y virtudes militares, indispensables para el ejercicio de la ética
de su profesión.
Recuerdo ahora aquellos felices años de mi infancia, en la Venezuela libre
y en democracia, que me tocó vivir al lado de mis padres, cuando aún era un
niño a mis siete años de edad, breve tiempo de maravillosa vivencia familiar,
eclipsada con la muerte de mi padre; eran los años del gobierno del Presidente
Raúl Leoni, aún teníamos una democracia fuerte y respetable, donde desde el
portero hasta el ejecutivo empresarial, clase obrera o profesional, era un
engranaje ciudadano al lado de sus fuerzas armadas, defensoras del orden constitucional
de entonces.
Si es posible una Venezuela en democracia, lo demostramos en nuestro pasado
de mediados del siglo XX, ahora nos toca reconstruirlo, y mejorar incluso,
superando los factores distorsionantes de la vida en Democracia, pues prefiero
el ensayo y error en la perfectibilidad de la democracia, al hegemonismo
partidista de quienes se creen y asumen para sí la defensa del pueblo y de sus
clase trabajadora, prefiero la unión civil de su gente productiva: Profesionales,
técnicos, empresarios y trabajadores, todos marchando al paso de la grandeza de
la nación Venezolana; por tanto la democracia es vital y hay que defenderla día
a día, como lo decía, el diputado ante la Asamblea Nacional Constituyente del año 1947, el insigne Venezolano don Andrés Eloy Blanco: “Es hermosa,
hermosa como la democracia. La democracia está de pie en la encrucijada de las
más trágicas codicias… (Omisos) Pero ella sola no lo es todo. Cuando una
Asamblea hace una Constitución, hace el espejo de un pueblo. Cuando se hace el
espejo de un pueblo, tiene que haber un buen pueblo para mirarse en él. Cuando
se hace una Constitución, se hace un código de moral, pero no se hace una
moral; cuando se hace una Constitución se hace una norma de conducta; cuando se
hace una Constitución, se hace una ley de buen gobierno, pero no se hace un
buen gobierno. Es el uso de ella, es el empleo de las facultades que ella
confiere, es el timón bien llevado, es la proa siempre puesta a la justicia, lo
que de ella va a infundir la grave responsabilidad en la conducta de los
gobernantes”.
Abogado JL Reyes Montiel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario