domingo, 30 de noviembre de 2014

Cántame una gaita.

El último mes del año, Diciembre, por los años 1.960 entonces infantes, para llegar a esta fecha se nos hacía largo el tiempo, con la ilusión de los regalos del niño Jesús, después de vacaciones de agosto llegaba septiembre comienzo de temporada escolar, octubre con sus lluvias, noviembre con su feria de la Chiquinquirá en la avenida 5 de julio y luego vacaciones de navidad y año nuevo.

"Cuando llega navidad
salen los patinadores"
La Navidad tenía su prologo en Noviembre con la feria, con el run run de los patinadores, algunos bajaban desde 5 de Julio (Calle 77) por toda la avenida 13, pasando la muchachada patinadora en grandes grupos formando una caravana, desfilando al lado de mi casa en la esquina de la calle 69A, llegando hasta Cecilio Acosta (Calle 67), donde giraban hacia Bella Vista, explotando cohetes, recamaras y tumba ranchos; algunos con sus patines que con el roce del pavimento echaban chorros de chispas acentuando el paso de sus patines, era todo un verdadero espectáculo.

Cuando íbamos Mamá, Sara y yo, a visitar a la abuela Mamá Carmela en su residencia "El Cristo" en la avenida Santa Rita, por entre las calles desde una que otra casa se dejaba escuchar la charrasca sonora, los tambores y furros bullangueros, con sus cantares de nuestra gaita zuliana, las familias se reunían a conversar en los pórticos de sus casas, las parejas en su noviazgo hacían el cebo, mirándose, sentados en el enlosado o desde algún mueble de la sala, mientras los niños correteaban en los patios jugando entre las sombras de la noche al escondido; todo aquel ambiente festivo aunado a la brisa fresca de Diciembre se confabulaba para sentir que Diciembre era el mejor mes del año, era la cumbre de todo un año de estudios.

"La piqueta" y Oscar Garcia cubriendo
la noticia, de haber sabido esa vaina
en su momento, no cubre ese acto.
El maestro Garrido lo  apodaba "Ventarrón" 
Relato esto, recordando en estos días una gaita del conjunto “Saladillo” en la voz de “La Voz” también llamado el “Látigo de la Gaita” Don German Ávila, -Hoy todo en ruinas, así sencillo, ya la Basílica queda sola en el Saladillo, Señor. Mudo testigo de aquella generación, con gran dolor, dando paso al futuro, porque allá entre viejos muros la gaita nació. Y si salgo caminando a ver que recuerdos cojo sólo me encuentro despojos de lo que van derribando-  hermosa y sentida gaita compuesta por nuestro poeta gaitero Rafael Rodríguez. 

Por cierto, ambos los conocí personalmente, al Negro Rodríguez, por allá en 1.980, en Radio Selecta en el programa “Sobre la Misma Tierra” bajo la dirección del colega Ángel Martínez y el patrocinio de la Asociación Cultural Rómulo Gallegos, lo entrevisté y se dejaron escuchar varios de sus temas gaiteros; y a Don Germán Ávila, en el otrora Ministerio de Hacienda, en su sede del edificio Regional (City Bank) en la avenida 5 de Julio de Maracaibo, donde mataba sus tigritos en la gestión de trámites fiscales, de ese encuentro me quedo el siguiente anécdota, yo estaba recién graduao de abogado (1987) esperando que abrieran las oficinas del Ministerio de Hacienda para solicitar unas declaraciones previas de ventas  inmobiliarias, enflusao con mi flamante maletín de cuero en mano, que me compre a crédito, paradito en la cola delante de mi estaba Don Germán Ávila, como dicen por ahí: "Los burros de un mismo pelo cuando se ven se saludan" como ambos éramos gorditos, nos saludos en fino maracucho y echamos el tradicional clamor:  –Que molleja de calor, al rato me dice él –Que fue vos no me reconocéis,  yo le contesté -disculpe hermano en verdad no le conozco, yo soy el “Látigo”, -¿Cómo? le pregunté, me dijo -El “Látigo de la Gaita”- entonces comprendí y le dije  -Ah! Usted es gaitero,  me confirmó -Si yo soy “La Voz”, -¿de cuál conjunto?, le repliqué, entonces me dijo -Chico yo he cantado con varias grupos en mi haber, desde el Saladillo, ve que cresta, ¿Es que vos nos sois maracucho?,  y le dije -Vertica tígre!- discúlpame cántame una de tus gaitas, y precisamente me interpreto “Gaita entre ruinas” in comento, del bombazo al escuchar semejante tono alto de su singular voz y recordarlo, inmediatamente me disculpé, -disculpe mi maestro, claro que lo he escuchado, claro que sí,  gracias por darme el honor de conocerlo.

La demolición de la memoria urbana de Maracaibo.

Siempre se ha dicho que todo tiempo pasado fue mejor, quizás sí o no, todo es según el cristal con el cual se mire, pero de lo que no queda duda, es que añorar no cuesta nada y guarda cuanto le consagra el sentimiento de lo vivido, más si estuvimos en ese presente glorioso  de estrechas calles y altos enlosados, casas elevadas de multicolores aceites, con grandes ventanales y puertas, refrescándose con el viento lacustre, dejando emanar desde dentro y hacia sus aceras el íntimo y ancestral olor de sus techos de mangle y caña brava, corredores y patios internos.

Calle Carabobo remodelada por el C.R.U. Centro Rafael Urdaneta.

La Maracaibo que yo viví de niño, tenía esa razón para amarla y quererla, pues regalaba desde sus plazas, iglesias y calles, toda la gracia, toda la bondad, todo aquel sentir familiar de sus gentes, la amistad y solidaridad de un pueblo definido y arraigado, que hablaba de vos y saludaba ¿Cómo estáis?, que si tenías con que pagar pagabas, sino te anotaban en la tienda en sus tarjas y donde los precios permanecían inmóviles, como en la noche las estrellas en el cielo, una kilo de queso ahora mañana y siempre a Bs. 0,50  un real, una caja de fósforos una locha, hasta había una canción que cantaba Nancy Ramos –tu no cambiarás eres como el precio de los fósforos- mientras hoy la ciudad es ora cosa y lo que es evidente no merece mayores explicaciones.


Por eso tarareaba en mi mente “Gaita entre ruinas” porque es necesario reescribir una gaita pero entre la decidía urbana, porque no me gusta el papel de adornar la palabra dura, perfumando ruina, desperdicios y decidía gubernamental, pero la vena poética de nuestros cantores y poetas es grande, como grande el arraigo por la tierra, parafraseando a Andrés Eloy Blanco –la patria, ese pedazo de tierra y ese pedazo de cielo, la tierra y el cielo donde nacimos y bajo el cual queremos morir- por eso, hoy como ayer cántame una gaita hermano que ya llego navidad, yo no quiero soledad en el alma del Zuliano.

José Luis Reyes Montiel.






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