lunes, 7 de noviembre de 2022

El Poder de Dios, poder de uno.

Abogado JLReyesMontiel

Nunca antes como ahora, quedo cada vez más convencido que la felicidad la tiene cada quién en sus manos, según su pensar y según su autocontrol, el peor enemigo está dentro de uno mismo, uno y solo cada uno de nosotros, somos responsables de lo bueno o de lo malo y de la suerte de nuestra existencia.

No hay peor ciego que no quiera ver, ni peor sordo que no quiere oír,  todo depende de cada uno en su “yo” consciente, en el camino de la vida tomamos rumbos inescrutables, donde solo Dios es el conductor de nuestras vidas, pero éste detalle depende de la revelación espiritual de nuestra ética existencial, sostenida por la esperanza en la fe, en la Providencia Divina, en la convicción que todo es un todo, en la consecuente seguridad de un orden natural de las cosas de este mundo, conectadas con el Universo creado, reivindicador de toda buena actitud personal.

Para salir adelante a los embates de cada día, tenemos la imprescindible necesidad de la fe en Dios, su Unigénito Jesucristo y el Espíritu Santo, por eso bien lo decía nuestro Salvador: “No solo de pan vive el hombre”. La palabra del Creador del Universo es imprescriptible, perfecta, infalible, integralmente concebida en un orden que se vale así misma, en la plenitud hermética del Derecho Natural.

Ahora bien, decían nuestros tíos viejos de antes, “Nunca es tarde cuando la dicha llega” afirmación nacida en el sentido común de la experiencia, cuanta alegría cuando veo las miradas de felicidad en los rostros de quienes, tarde o temprano recibieron la satisfacción de realizar sus vidas, aún con todos los altos y bajos propios del día a día, pero, siempre a la luz y al amparo del conocimiento de Dios, que nos da la maravillosa oportunidad de reivindicarnos en lo bueno de ésta vida.

Si hay vidas oscuras y grises, es solo por pensamientos y comportamientos dañinos, y actitudes de conducta que restan, sumar y sumar en lo que fortalece, es una tarea vital y necesaria, para encontrar la felicidad en lo sencillo y humilde, y cuando digo humilde no es pobreza económica, ésta no es sino resultado de la actitud mental de cada persona, cuando hablo de la grandeza personal y del “exitoso en la vida” como dice mi primo Juan Sánchez, es una grandeza que se refleja en los detalles existenciales del saber escoger el camino con inteligencia emocional, del lado de los buenos. “Síganme los buenos” como decía el Chapulín Colorado.

Cuantas personas, a pesar de sus riquezas económicas, carecen de aquella riqueza patrimonial en el Espíritu Santo, en la certeza esperanzadora del camino la verdad y la vida, fundada en el discernimiento del conocimiento del mensaje de Jesús de Nazaret "El Galileo". No basta rezar, decía un cantor popular, y estaba claro, pues discernir la verdad es lo importante, ya que no puede haber conocimiento sino se pide en la oración profunda y buscando la luz del entendimiento en Él Padre Creador.

No basta rezar, sino también las obras de nuestros corazones, la obra que ensalza la fe, que la fortalece, la obra que manifiesta ser testigo del poder creador del Espíritu Santo, en la transformación del hombre viejo revestido del hombre nuevo, limpio nuestro cuerpo y alma de todo mal, creciendo en conocimiento verdadero, manifestado en una auténtica revolución personal, nada cambia sino se cambia asimismo en el orden personal, y es una lucha en la cual se combate todos los días de cada día, pues nuestra batalla es contra las tinieblas de este mundo, contra "el hacedor" de las mentiras y la blasfemia existencial de una humanidad pervertida.

El fracaso de la humanidad en la búsqueda de la libertad, estriba no en un cambio social, sino en el cambio personal, integro de cada individuo, esa es la gran diferencia con las ideologías de las masas, allende la democracia liberal, social democracia, socialismo, comunismo, chocan con el poder infalible del Cristianismo, que busca la revolución personal de la liberación del Hombre en Cristo Jesús, Señor Nuestro, ninguna corriente teológica, menos filosófica, tuvo y tiene un Maestro inmolado, torturado y crucificado, castigo al que eran sometidos los imputados por la justicia del Imperio Romano; Jesucristo, que murió por todos nosotros, como Cordero Divino para el perdón de nuestros pecados, dejándonos su Palabra como Pan de Vida y Vino de salvación, pero, pero hay que crecer en obra personal de ser transformados en su Espíritu Santo para tener vida y ser salvados. “El que tenga oídos que oiga, ojos que vea” y pida en la oración discernimiento, para entender éstos misterios. “Yo soy la Verdad y la Vida, y la verdad os hará libres”

Abogado JLReyesMontiel.







       

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