Octubre es el mes de la
hispanidad americana, renegada por unos o afirmada por otros, es muy a su pesar de
aquellos primeros nuestra hispanidad, culturas, tradiciones y costumbres
amalgamadas en un colorario de razas, razón por la cual en mis años infantiles
cuando la tarea de conmemoración de ese día, 12 de Octubre, era dibujar las
tres Carabelas de Cristóbal Colón, la Pinta, la Niña y la Santa María, y como
olvidarlo si ese ícono histórico está clavado en la mente de mis contemporáneos
como un hito que nos identifica en la añoranza de aquellos bonitos tiempos como
el día de la Raza, cuando al hablarnos de nuestra bandera tricolor nos decía
nuestros maestros en la escuela que el azul representaba el mar que nos
separaba de la madre patria España, el amarillo nuestras riquezas y el rojo la
sangre de nuestros libertadores.
Y no era precisamente el día de
la raza Aria, en clase siempre se nos dijo que se celebraba el día de la raza
porque los conquistadores españoles cuando llegaron a América se mezclaron
cultural y étnicamente con los nativos y que más después, notando los españoles
la fragilidad de los nativos para el duro trabajo esclavo, se trajeron a los
negros de África, mucho más fuertes para el trabajo esclavo en las plantaciones,
desencadenando todo un mestizaje de razas e intercambio de tradiciones y
costumbres, proveyendo nuevas manifestaciones culturales y enriqueciendo
nuestro idioma castellano.
De tal modo el proceso de
conquista fue un proceso de asimilación de culturas y razas, más que de
segregación cultural y étnica, un proceso de integración, conformando en el
tiempo y en el espacio vital de la
América Meridional, propiamente hablando hispanoamericana, esta nueva comunidad
humana, los hispanoamericanos.
Surge así otra comunidad más
contemporánea, Latinoamérica, que incorpora los elementos étnicos portugueses,
franceses e italianos con base a los pueblos bajo la égida del antiguo y
clásico Imperio Romano, si bien América ya contenía la presencia portuguesa en
su suelo con sus colonias de la cuenca del Amazonas, posteriormente la populosa
emigración de postguerra de italianos y franceses a tierra suramericana le dio
nuevos matices culturales a “Nuestra América” como la llamó José Martí, pero
que en el fondo el hecho de preservarse aún nuestro castizo idioma y nuestra fe
cristiana, esa emigración latina solo se sumó adquiriendo la idiosincrasia
propia de nuestros pueblos.
Existen corrientes de opinión que
pueden disentir de mi punto de vista, afirmando ideológicamente que son contradictorios
éstos términos por sus fuentes y orígenes en su manifestación en el modo de ver
la influencia de España en correlación a los países americanos, éstos y el
pensamiento Bolivariano, y en fin con otros puntos esenciales respecto del
hispanoamericanismo, el panamericanismo, Hispano América y Latino América toda,
pero que considero su disímil argumentación y dogmas puntos contradictorios que
en nada ayudan y si son toda suerte de discrepancias absurdas e innecesarias
que son las que más entorpecen a la unidad de nuestros países, a los cuales le
es más preciado la definitiva unidad supranacional para alcanzar su desarrollo
integral, que mantener improductivas divergencias históricas y políticas,
busquemos más bien la convergencia de voluntades para construir una nueva
sociedad de países con base a nuestro común origen, y sobre todo en la
concreción de lo que realmente somos un nuevo estamento de la humanidad con
profundas raíces históricas.
Actualmente surgen los artífices
indigenistas por un lado, los insurgentes ortodoxos hispanistas neofalangistas
(tergiversando el “Hispanismo” de José Antonio Primo de Rivera) por el otro,
infundiendo con su lenguaje agresivo toda posibilidad de integración
supranacional, esos son los peores enemigos de Hispanoamérica, los que
vociferan feroces que la conquista fue solo depredación y saqueo, esclavismo y
barbarie sanguinaria genocida, y los “neofalangistas hispanistas
contemporáneos” que consideran a Bolívar un agente Británico y Masónico en
América que junto a Miranda, San Martín y O’Higginis (traidores para ellos)
destruyeron el Imperio Español, se olvidan éstos y aquellos también que más que
conquista se procuró, un mestizaje más por instinto
propio de las etnias involucradas que por vocación sociológica, por una parte y
por la otra, que en un principio nuestras oligarquías criollas procuraban mayor autonomía a la
impuesta por el absolutismo y turbulencia de la casa real borbónica en su
tiempo y muy especialmente del llamado “Rey Felón” Fernando VII, quién además
de conspirar contra su padres, derogó la Constitución de 1812 tirando por la
borda todo el trabajo de restauración de la corona preservada por el gobierno
de las Juntas de Cádiz ante la invasión Napoleónica, detonando a la muerte de
Fernando VII las guerras Carlistas, en fin, fue la corona Borbónica
protagonista de más de 300 años de perturbaciones políticas en España, casa
real ésta que desplazó a la gloriosa casta de los Habsburgo que gobernaba
España desde el año 1278 y que con los Reyes Católicos Fernando e Isabel
aplastaron la presencia Árabe de la Península Ibérica y hasta su ultimo
reinante Carlos II, insigne promotor de las Leyes de Indias que promovió el
desarrollo de las colonias españolas del reino en ultramar; siendo la
emancipación suramericana una reacción a la decadente aptitud del Rey Fernando
VII (Borbón) no solo frente a las posesiones del reino de ultramar sino frente
a la actitud propia dentro de la propia España, a la cual en una delirante
declaración de Simón Bolívar en plena guerra de independencia diría: “Ir a liberar a la misma España” dándose a
pensar en sus posteriores proyectos de independizar Cuba y Puerto Rico.
La conquista y colonización de la
América Meridional no fue un proceso de conquista disertado en el marco típico
de la historia universal, donde una raza dominaba a otra hasta la aniquilación
cultural de sus raíces y costumbres, como en el caso de las conquistas llevadas
a cabo por los imperios del mundo a lo largo de la historia de la humanidad
desde Persia, pasando por los Griegos hasta el Imperio Romano, la conquista de
la América Meridional fue un fenómeno sociológico de integración cultural
creando una nueva civilización con base a elementos multiculturales aportados
por cada etnia involucrada en una evolución social con unas características
únicas que le dan a nuestra historia y a nuestra identidad e idiosincrasia una
fisonomía universal sin precedentes y esa es nuestra fuerza moral como semilla
de una nueva humanidad.
JLReyesMontiel.
1 comentario:
Excelente post, Felicidades!
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