Les contaba ayer de “El Cristo” la casa de mi Tío Dimas y residencia de mi abuela Mamá Carmela, ubicada en la Calle 66 con avenida 8 Santa Rita de Maracaibo, pues bien, al lado de “El Cristo” estaba la casa del Padre Ríos Carvajal, pasando ésta ya hacia la calle 67 Cecilio Acosta la casa de “Las Periches” distinguidas señoritas de la época hermanas todas apellidadas Perich y muy especialmente quienes fueran entrañables amigas de mamá Ada y Lola Perich.
Cuenta mamá, que una buena tarde encontrándose Ada, Lola y ella en el portón de “El Cristo” pasó por la avenida Santa Rita un grupo de hombres a caballo, entre ellos se distinguía un señor gordo que llamó la atención de las féminas, todas comentaron y rieron. Adivinen quién era ese señor, pues Pascual Reyes mi padre. Así comenzó un cortejo entre papá y mamá, papá en su flamante Chrysler último modelo y mamá la empleada en la Clínica Guadalupe de la calle Carabobo que lo esperaba todas las tardes a la salida de su trabajo.
Pero todo romance tiene sus incidencias, no podría ser de otra manera, sin drama la vida pierde sentido, mamá mucho más joven que papá, papá ya tenía cinco hijos en lista, y la hamaca guardada en el maletero del carro. Mamá Carmela le dijo a mamá un día -Carmen ese es gallo jugado en siete plazas- con lo cual quería advertirle sobre su oposición a esa relación, pero, siempre existen las confidentes, las cómplices, la amiga oportuna sin cuya intermediación las parejas pierden ese punto de apoyo tan necesario e impretermitible, Lola y Ada Perich, apoyaron no sólo a papá sino que llevaban y traían noticias de ambos bandos, hasta terminar cual alado cupido cumpliendo esa noble función de correveidiles. Más luego Mamá Carmela apreciaría con denuedo a papá hombre responsable, trabajador y sobre todo horrado a toda prueba.
Ada Perich, no solo sembró una profunda amistad con mamá, sino que también fue madrina de bautismo de Marcos Montiel Hernández, hijo de Tío Aurelio Montiel Fuenmayor y Soledad Hernández Ávila, el grupo de amigas de mamá paseaban los fines de semana con frecuencia al hato San Luis, de tal modo que esas raíces se hicieron perdurables en el tiempo, hasta que Ada casó y se marchó a la ciudad de Caracas.
Lola permaneció en Maracaibo, casó y se instaló en una quinta solariega en Los Haticos, popular sector de la ciudad de Maracaibo donde cultivó junto a su esposo una hermosa familia con muchos hijos apellidados Pirela Perich. Mamá se reencontró con Lola cuando nos mudamos a nuestra casa de la calle 103 en La Pomona, ya ambas sesentonas, tuve entonces la oportunidad de conocer a la legendaria amiga de mamá Lola Perich, para la época militante de las filas del Partido Social Demócrata Cristiano COPEI y líder extraordinaria, luchadora social siempre fue fiel a la persona del Dr. Rafael Caldera, Presidente de Venezuela, a quién conoció personalmente en sus visitas a Maracaibo.
José Luis Reyes.