Las Cebollitas y los Silbadores,
resultaban más benévolos en su explosión al ser encendidos, las Cebollitas era
pólvora encapsulada en papel cebolla, mezcladas con piedritas diminutas o
grada, que por reacción alguna sustancia química, al tirarlas contra el piso,
reventaban en pequeñas explosiones fulminantes, pero las piedritas pegaban
ciertamente entre las piernas.
Los Silbadores, por su parte, era
un cilindro de cartón el cual terminaba en una mecha, que al encenderla salía
disparado volando en círculos sin rumbo fijo, haciendo un silbido por la
velocidad y el aire al friccionar su cabeza hueca, resultando si bien
entretenido, no menos peligroso, porque de caer en una cortina u otro material
inflamables, señores buenas noches, el daño era inminente.
Los preferidos por mi grupo de
amigos, eran los Cohetes y las Cebollitas, por su costo y mayor seguridad al
encenderlos, pues a las mechas de los Cohetes, le hacíamos un raspado de su pólvora,
para atemperar su tiempo de explosión y darnos chance de retirarnos a cierta
distancia, pero siempre había alguno que no le colocaba el tiempo, como
decíamos, y explotaban al lanzarlos al aire.
Las Cebollitas, como dije,
explotaban al tirarlos contra el piso, como era época decembrina, solíamos llevarnos
una buena cantidad de Cebollitas al Colegio, y lanzárnosla entre los pantalones
de nuestros compañeros, unos contra otros, echándonos bromas entre sí, hasta
que nos casaba la mirada de algún Padrecito Paúl, se nos terminaba la fiesta de
Cebollitas, haciendo filas antes de entrar al salón de clases.
Recuerdo las explosiones rimbombantes
de Tumbas Ranchos, en la Rampa del Colegio, aquella generación del San Vicente
de Paúl, recordará con cierta nostalgia, la Rampa, y en especial ésta época de
aires navideños; ciertas compañeros, tremendos de verdad, hacían explotar éstos
artefactos cuando todos estábamos en clases, aprovechando alguna hora libre
durante la mañana o las tardes, en ese entonces, teníamos doble horario, mañana
y tarde, y el tiempo transcurría tan lento, como que hasta tiempo nos daba al
mediodía, para hacer alguna tarea pendiente del día anterior, increíble hoy día.
Recuerdo aquellas fuertes
explosiones de la Rampa del Colegio, eran estruendosas de verdad verdad, su
onda expansiva hacia vibrar los ventanales de vidrio de las aulas de clase, y los
profesores y sacerdotes, no les quedaba más que apretarse los labios, entre el
murmullo de nuestras risas, pues ¡Ay! del que lanzara una carcajada, sin
embargo, aquel murmullo era más respeto, que temor o miedo a nuestros
preceptores y maestros, de eso si estoy seguro.
Un buen día de clases, por cierto,
de Moral y Cívica, materia de formación ciudadana vital, indispensable y
necesaria, con la profesora Elida, docente decana del honorable Colegio San
Vicente de Paúl, a la cual respetábamos mucho nosotros los compañeros de
clases; aquel día, yo portaba por supuesto, mi buena cantidad por ración de
Cebollitas en el bolsillo de mi camisa de uniforme, recuerdo, pantalón beige de
kaki y camisa azul marino; a mi lado estaba mi
compañero Rafael Vera, a quien le decíamos “Pepe Grillo” por lo grilluo, sin
más por decirle así, me lanzo un puñetazo con su mano, pero sacándole el cuerpo,
pego su mano fue en el área de mi bolsillo, donde tenía las Cebollitas, explotando
las inconmensurables Cebollitas dentro del salón y todas juntas, vaya que sonaron
de lo más sabroso.
La profesora Elida, elevó su mirada por entre la parte superior de sus anteojos: - ¿Quién fue? Pregunto… Silencio total, realmente fue sorpresivo, solo atinaron a vernos los compañeros que estaban alrededor de Vera y yo, los demás estaban escuchando la clase, - ¿Quién fue? Repitió la profesora Elida, a lo que Vera dijo, Reyes me llamó “Pepe Grillo” y yo le dí un puñetazo profe, volvió a inquirir la profesora: - ¿Aja y eso que tiene que ver con la explosión? Vera: -Reyes tenía el bolsillo de su camisa lleno de Cebollitas y explotaron profe, la profesora Elida: - ¡Aja Reyes! Usted es de los que tira la piedra y esconde la mano. Afortunadamente por mi buena conducta, la profesora Elida no me envío a firmar el famoso Libro de Vida con el Padre Luis Moreno. Después de esa experiencia, no llevé al Colegio más Cebollitas.
JLReyesMontiel