sábado, 25 de febrero de 2012

Las Semillas Voladoras.

Una cosa milagrosa son los remedios caseros, que nuestras abuelas legaron a nuestras madres, gracias a Dios atesoré con cuidado nombres de árboles y otras pócimas, que preparadas con primor surtían sus efectos curativos, cuando la medicina farmacóloga por la gravedad del caso, no requería ser atendido por un médico al cual acudir en malestares mayores.

Mamá y sus remedios caseros, los aprendió de Mamá Carmela, quién le enseñó con esmero, la abuela aplicó sus curativas naturales a sus hijos, nietos y bisnietos, con la misma efectividad sanadora que allá en el viejo hato de generaciones de los Montiel el Hato “San Luis”.

El mas común los dolores de cabezas, para la llamada jaqueca nada mejor que embadurnar con aceite de comer una hoja del arbusto “Algodón de Seda” teniendo el cuidado de raspar con un cuchillo suavemente su superficie superior, es decir de la parte lisa la de abajo es la que tiene las venitas afuera, romper a la mitad y ponérselo sobre la frente y reposar acostadito, al rato -si es posible echar una siesta- Ud. se despertará sin dolor de cabeza y la hoja curiosamente seca y arrugada, deshidratada. Mamá para aumentar su efectividad untaba la hoja con “Mentol Davis”, una crema mentolada que venía en una latica redonda de color rojo y blanco, también solía untar la hoja con “Vick Vaporuc”, pero sino había para tales recurría al aceite comestible.

Para las dolencias e inflamaciones del hígado, se aplica la susodicha hoja de “Algodón de Seda” pero entera sin partirla a la mitad, en la región de dicho órgano, untada esta vez de “Iodex” una pomada cremosa y verdosa antiinflamatoria que se emplea aún para los golpes.

El “Algodón de Seda” es un arbusto de vegetación de las regiones xerófilas, de tallo blanco muy suave y hueco, con unas hojas ovaladas muy parecidas a las de “Uva de Playa” pero éstas más aterciopeladas al pasarle la mano deja en los dedos un polvillo blanco tan suave como el talco, muy agradable al olfato, su flor es pequeña y redondita blanca y moradita en su extremo superior, de donde emergen un fruto que no es comestible con forma de pequeños testículos contraídos hasta desarrollarse en una gran vaina en forma de capullo hueco que contiene una gran cantidad de semillas sostenidas por una guirnalda blanca que al secarse se expande en pelusillas haciendo explotar el capuchón o buche del fruto, y al paso del viento se esparcen las semillas en tumultuosa caravana volando sostenidas por las pelusas blancas en el aire hasta posarse a la distancia, garantizando así el desarrollo de otros arbustos.

Para el insomnio, recuerdo tantas veces a Mamá, antes de ir a dormir, hirviendo el agua para preparar la infusión de hojas de naranja verde para tener un mejor y reparador sueño, se prepara cual té pero en su lugar se colocan las hojas enteras de naranja, tienen que ser verdes y de un árbol de naranjo macho, es decir, que no produzcan fruto. En efecto, el arbolito de Naranja que en el patio de la casa nos surtía de las preciadas hojas, nunca dio frutos pero tenía unas espinotas que paraban el pelo. Sus hojas al rasgarlas y frotarlas en la manos dejaban un fuerte aroma a naranja, muy aromático, daban un delicado sabor agregándoselo al “Manjar Blanco” (Preparado de leche y Maicena) dígame si le salpicabas una ralladura de limón.

Para el pecho apretado, cuando había mucha flema en los pulmones y estruendosa tos, y no se expulsaba la mucosidad, sencillamente Mamá nos daba una cucharada de aceite vegetal con azúcar, a falta de miel de abeja preferible al azúcar.

Para el resfrío, malestar de la gripe, una taza de limonada caliente con una cucharadita de azúcar, para mejorar sus efectos un poco mas después Mamá agregaba a la toma un “Cafenol” y más recientemente un “Bral” de 500 mg y a la lona primo. Además, era importante sudar la gripe, que quiere decir esto, pues el resfrío generalmente produce un aumento de la temperatura corporal, era necesario entonces que sudáramos en reposo para superar la gripe, para ello nos frotaba Mamá el pecho y las plantas de los pies con Vic Vaporuc y nos colocaba medias mandándonos a reposar. Sudada la fiebre mejorabas sustancialmente hasta levantarte bien de la hamaca.

Para fortalecer la salud y dar vigor, nada mejor que un jugo de guayabas; en casa había cuatro árboles de Guayaba, fruto de aromático olor y sabor muy preciado, había de guayabas de pulpa roja y de pulpa blanca, después de gripes, diarreas, vómitos o cualquier malestar, un licuado de jugo de guayabas levantaban un muerto; hoy se sabe que aumenta la hemoglobina sanguínea, al aumentar la producción de glóbulos rojos en la sangre, es rica en calcio y vitamina C.

Para la “Galillera” (Tos incontrolable), cuantas veces en plena reunión de trabajo, en un concierto, foro, conferencia, cuando más silencio debemos guardar nos ataca esa Galillera inoportuna, para esa tos incontrolable hay un remedio algo ortodoxo el “Palo de Matia” es ron puro y simple, que se le echa a una botella en cuyo interior se coloca, para macerar, una madera de efectos muy cauterizante y astringente, que se llama “Matia”, de fuerte y amargo sabor, quita la tos instantáneamente, se los garantizo. En la casa no faltaba una botellita del efectivo antitusígeno se vendía al público en pleno centro de Maracaibo, alrededores de la Plaza Baralt y viejo Mercado Principal.

Para heridas, panadizos, picaduras de insectos, ojos de pescado, cadillos, y otras ulceraciones e infecciones de la piel, cuando agarraban frío y se ponía la herida purulenta, agarrar frío quería decir en buen marabino que se infectaba la herida por mal cuidado de la persona; en los mismos alrededores del centro de la ciudad de Maracaibo, se conseguía la “Caraña” era la sabia de un árbol silvestre así llamado, el árbol de Caraña, solo monte adentro se podía localizar este milagroso árbol que al rasgar su tronco se extraían su sabía, y se obtenía una resina muy efectiva como desinfectante y succionador de pus, se aplicaba directamente en la herida a modo de parche colocándolo sobre una tela recortada al efecto, se decía  “parche de caraña”. También se empleo la “Cabima” otra resina vegetal que se aplicaba para tales fines. No faltaba en la despensa de la casa esos remedios tan efectivos y populares.

La lavativa, cuando había problemas instentino-estomacales, se solía aplicar un lavado intestinal con fomentera llena de agua previamente hervida, manguera y cánula, todo bien esterilizado, la persona debía colocarse boca abajo apoyado sobre sus rodillas con el pompis levantado y el ano en posición de tiro de cañón, el efecto era tan inmediato que se debía estar muy cerca del inodoro para saltar a el y evacuar. La aplicación del remedio era tan incomodo como su resultado, por eso con el tiempo se acuñó el dicho o expresión Maracaibera,… ¿Qué lavativa es esa?… ante una situación incomoda o de difícil realización.

JLReyesMontiel.






      

1 comentario:

lourdes parra dijo...

excelentes recomendaciones, especialmente la que me aqueja muy a menudo (dolor de cabeza).