viernes, 8 de septiembre de 2023

Entre Bledos y Verdolagas.

En mis últimos días en Maracaibo, caminando para entrenarme fisicamente, ante el futuro viaje que me tocaba para salir de mi ciudad natal, observé un vecino profesor de educación media quien muy diligente recolectaba unas "Verdolagas" que silvestres crecian en las áreas verdes de las residencias donde ambos viviamos, al saludarlo con mis buenos días respectivos, le pregunté hermano para que arrancas esas hierbas, haciéndole el trabajo al conserje que se la pasa panza arriba en la conserjería, a lo cual, muy sonreido me contesto: -No chico! éstas son para hacer sopas y jugos de "Verdolaga" alta en proteinas, minerales y vitaminas, mejor que la Espinaca, según resultan sabrosas, crujientes y alguito ácidas; además posee efectos medicinales, para pulmones, riñones e higado, baja la azucar en sangre, es antioxidante, deurético, antiparasitario, y contiene ácidos grasos Omega 3 vé que cresta. 

Me supo explicar el vecino profesor, que ha diferencia la Verdolaga tóxica tiene las hojas chiquitas, es rastrera y aterciopelada en sus flores, como pelitos, la comestible es de hojas más grandes, se levanta algo del suelo y sus flores carecen de pelitos aterciopelados como señal de su toxicidad.

Verdolaga
 
Recordé un viejo dicho de mis tíos viejos de antes, cuando refiriéndose a cosas que se desarrolaban rápido decían: "Como la Verdolaga" sorpresa la de esa mañana, enterarme de algo tan singularmente popular y accesible para todos, según tan rico y nutritivo, que busqué en páginas web para asegurarme de la referencia del connotado vecino, resulta que, según las páginas web, en México se cultivan para su consumo, son conocidas como "suculentas comestibles" produciéndose alrededor más de 5.000 toneladas al año del sustancioso vegetal, el cual se prepara aderezada en guisos de tomate verde, chile y carne, ensaladas, tortillas y revueltos, aprovechándose en su totalidad tallos, hojas, semillas y flores, y como en el Zulia y Venezuela, la Verdolaga se extiende por todo el territorio mexicano.

Tambien por redes sociales, por una jovén comunicadora social, Carol Álvarez, en su portal "Historias Chicas" me enteré del valor nutricional de otra hierba silvestre, muy común en los terrenos y campos  maracaiberos, recuerdo como abundaba en el patio trasero de mi casa de infancia, considerándola mis padres como monte, pues crecía entre los Abrojos y los Cadillos en el fondo del solar de la casa, se trata de la "Caraca" que según Carol, dió el nombre a la ciudad de Caracas, pues sus nativos pobladores con la llegada de los españoles, se las ofrecian como alimento de sustento y alto valor nutricional, siendo las "Caracas" muy abundantes en esos tiempos de la conquista.

Caraca, Bledo o Amaranto

Actualmente, se le conoce como "Bledos" o "Amarantos" según es fuente de vitaminas A, B1, B2, C y ácido fólico, calcio, hierro y fósforo, con alto de Omega &, 3 y 9; tanto sus semillas, como sus hojas y tallo son comestibles, como los cereales, contiene sus propiedades y composición química, nutricionalmente apropiada para sustitución de los cereales; además de sus usos medicinales, cicatrizantes, antiparasitarias y antioxidantes.

Dibujo a mano alzada de la casa de mi infancia
tal cual la recuerdo.

Aquellos "Bledos" del solar de mi casa de infancia, cuando echaban sus flores boronozas, las estrujaba sacándolas de abajo hacia arriba entre mis dedos, lanzándolas por el aire, esparciendo sus semillas por doquier, sin saber que las estaba cultivando, por eso desmesuradamente abundaban superando incluso a los Abrojos y Cadillos, sirviendo de alimento a las Iguanas, que descendian del árbol de Ratón y en gran número caminaban en el patio, sirviéndome todo ese habitat de predilecto ambiente en mis correrias de carajito.

Hay un rumor de vegetales presencias en el patio de la añorada estancia, un rumor de aromas, que emana por la brisa del norte, entre las hojas de los árboles y las silvestres plantas del solar, aquellas que alrededor de la casa por sus frutas e imponente altives, amenguan la ya disimulada existencia de otras tan ricas y maravillosas como aquellas, pero, ignoradas en su singular e importante valor existencial, que Dios en su infinita y providente creación nos regaló.

En las tardes y al ocaso crepuscular, los bledos y las verdolagas see quedan dormidas entre el folaje del monte, reposan soñando su vegetalidad milagrosa, despertando enérgicas al alba de cada día en su necesaria fotosíntisis, para madurar en sustancias de sanación y sustento, cual alfareras del Sol toda su luz, en la vibrante humildad de sus tallos, hojas y flores.   

JLReyesMontiel.