sábado, 23 de junio de 2012

Sobre frutas y frutillas vernáculas.


Conversando sobre frutas y frutillas nuestras, digo frutillas no por displicencia sino por su delicadeza y menudencia, son éstas producto de la flora natural de nuestra tierra, nacen espontáneamente en todo nuestro hábitat geográfico sin mas cuidado que el de la lluvia y el sol, los insectos como las abejas que polinizan sus flores y los pájaros que propagan sus semillas en sus heces.

Comencemos por la Uva de Playa, llamada cariñosamente Uvita de Playa el árbol que la provee es de hoja redondeada muy verde y de textura consistente, sus ramas y tronco son de color blanco, generalmente se desarrollan en las orillas de nuestra costa lacustre e incluso a lo largo de nuestra costa caribe, y allende las islas antillanas, junto al Cocotero y el Manglar forman el ecosistema vegetal costero.

Es una verdadera frutilla pues es de escasa pulpa, pero con mucho sabor, muy semejante a la uva, además de ser moradita, tiñe su jugo irremediablemente la tela, por lo que hay que tener cuidado de no salpicarse de su juguito; crece en racimos igual que la uva agrupados debajo de la sombra del árbol, a modo de una parra, es común ver a los niños recolectándola en los patios, parques y playas donde se encuentre, con una cosecha anual muy abundante, sería propicio investigar mas sobre este fruto autóctono a los fines de determinar su valor proteico y vitamínico, y hasta si es procedente intervenirla genéticamente para que produzca más pulpa, pues es muy rica al gusto.

Recuerdo una mata de Uva de playa plantada al lado de mi casa, sus ramas se echaban sobre nuestra cerca y yo requetecontento, pues recurría a ella para tomar racimos enteros de uvitas y me las comía una por una viendo la tele o mientras estudiaba, o en aquellas tardes interminables de ocio vacacional, mirando simplemente el horizonte en la disposición imaginativa de un misántropo.

Una frutilla muy particular es el Dato, regalo de Dios para los pajaritos y demás aves del campo, es el fruto de la mata de Cardón, que nacen anexas o adheridas a su verde tronco espinado, de forma redonda u ovalada, llenas de agudas espinas y de conchita rojitas, para distinguirse como luces de arbolito navideño en el austero árbol silvestre de nuestros montes serófilos.
  
Su pulpa es gelatinosa y pegajosa, muy abundante, puede ser traslucida, amarillenta o rojiza, según la especie de Cardón, llena de semillitas como pimienta machacada, es una fruta dulzona algo dulce, que resulta en la dieta básica de los pájaros silvestres, es muy común ver en nuestros campos las periqueras con su escándalo, volar de Cardón en Cardón para capturar Datos.

Otro arbolito cuyo peculiar fruto es muy misterioso, no solo por sus comensales sino también por su aspecto, color y gusto, es el Caujaro.

Comencemos por describir el árbol, es parecido al árbol de Orégano, un arbusto, sus hojas son secas y ásperas, sus ramas delgadas y su tronco agreste y nervado, en el monte crece alto hasta doblarse por la acción del viento, yo recuerdo perfectamente el Caujaro que estaba en toda la entrada del portón grande de mi casa por donde entraba el carro de papá, echaba una frutilla blanquecina casi traslucida, de aspecto aperlado, de concha consistente como la piel de las uvas, su pulpa insabora e inodoro, muy pegajosa, en su interior dos semillitas como las de la uva, acompañaban la sustancial frutilla, que crecía agrupadas en racimos colgantes en sus ramas.

Les decía que sus frutos son alimento para unos muy particulares comensales, por cuanto su principal consumidor son los famosos murciélagos, quirópteros de la tarde crepuscular y la noche, yo los observaba sentado desde el umbral de la puerta del corredor hacía el patio este de mi casa, revoloteando alrededor del Caujaro en rasante vuelo capturando la indefensa frutilla, luego eyectaban sus semillitas sobre el cielorraso de la añeja casa, en una ocasión observé las semillas sobre la cubierta interna del techo, las comparé con las del Caujaro y determiné que eran las mismas semillas, claro está ya resecas por el tiempo.      

El Pomme Siguet, al parecer es una denominación de origen claramente francés, así llamaron nuestros abuelos a la popularísima Manzanita montaraz, que crece al borde de carreteras y cercados de Haciendas, Granjas y Ranchos regionales y nacionales.

De por si es un arbolito semejante al Manzano europeo pero de hojas mas menudas, su fruto es idéntico también a la extranjera Manzana en concha, forma y textura de su pulpa, pero pequeño como un Limón, eso sí de un sabor extraordinariamente concentrado de manzana y ácido como el carajo, por lo cual debe ser rica en vitamina “C” su rica pulpa que de paso es dulzona.

Por su neutralidad de sabor, acidez y dulzor, nuestros ancestros la emplearon para macerar Ron mi Tío Dimas Montiel Fuenmayor, me enseñó, a un litro del espirituoso licor, se le echa una docena de  Pomme Siguet cortadas en juliana al gusto, luego un puñado de pasitas de parra marca La California de la cajita roja, se deja reposar al ojo por unos meses en un envase de vidrio cerrado con su tapa, un frasco, si es un barrilito de madera bien sellado es perfecto, por el valor agregado del sabor de la madera, y al tiempo cuando las manzanitas y las parras secas hayan abonado sus jugos con el Ron, señores Buenos Días, basta colarlo en un tamiz y beberlo como aperitivo o después de almuerzo o un brindis y a la lona. Epa se toma seco en una copa pequeña o vasito de whisky.

José Luis Reyes Montiel.