sábado, 15 de abril de 2017

El entierro de los capuchinos.

Maracaibo como toda ciudad de origen colonial, dada su condición portuaria a orillas de su majestuoso lago, consecuencia del intercambio comercial con la metrópoli española y valiosos recursos que se embarcaban para la España, fue escenario de incursiones de los piratas financiados por la corona inglesa para arruinar la economía española, fue entonces que su gente para proteger sus monedas de oro y demás objetos valiosos, los enterraban u ocultaban en sitios secretos de sus casas y terrenos de sus propiedades, dejando al acervo y tradición histórica de nuestra ciudad, cuentos y leyendas sobre sus fantasmas y los llamados por los viejos de antes “entierros” referidos a los tesoros escondidos y “muertos” almas penitentes quienes desandando en el tiempo buscan a quién en su gracia entregarle en sueños y clarividencias su legado. 

La escalera del Convento..
De esos relatos mucho se ha comentado sobre el subterráneo que se hallaba debajo de la escalera que conducía al segundo piso del viejo y lamentablemente demolido edificio del Convento de los Franciscanos, otrora situado al lado del templo de su mismo nombre; este edificio sirvió primero de residencia conventual de la comunidad franciscana, luego pasó a ser sede del histórico Colegio Nacional, hacia 1891 fue asiento de la primera Universidad del Zulia y más tarde, luego de la clausura universitaria por órdenes de Cipriano Castro, sede del Colegio Nacional de Varones, posteriormente asiento del Liceo Baralt y finalmente “Casa del Obrero” donde funcionaron las oficinas de un buen número de organismos sindicales que terminaron por deteriorar el viejo edificio, siendo demolido en 1956 y luego reconstruido.

Muchos fueron testigos de la existencia del subterráneo del Convento, lo cual fue confirmado por los curiosos, sin aventurarse a visitarlo en toda su prolongación debido a lo anegado del túnel por su cercanía con las aguas del lago que se infiltraron por el subsuelo proveyendo además la acumulación de gases tóxicos que impedían la marcha dentro del oscuro túnel dentro del cual era menester alumbrarse siendo peligroso por la acumulación de gases, ya que de hacer ignición ocasionaría una explosión, siendo prudente y preferible no arriesgarse a mayores daños y perjuicios, que conformarse con solo llegar hasta donde fuere posible.

Se consideró que el subterráneo del convento formó parte de la red de defensas de la ciudad contra las referidas incursiones de los piratas, bucaneros y corsarios; se cree además que servía de escondrijo a los frailes para los momentos de apuro y que tenía puertas de escape abiertas hacia distintas y distantes zonas aledañas del centro del poblado marabino y hacía los montes o a las orillas del lago por donde escapar, sean leyendas, cuento de camino o simples especulaciones nada pudo comprobarse, sin embargo, en la narrativa popular por muchos años se ha conservado en la memoria la historia del “entierro de los capuchinos”.

Arcadas y patio interior del Convento.

Dícese que después de la Capitulación del último Capitán General Francisco Tomás Morales, los Frailes Franciscanos decidieron enterrar el tesoro, estimado por ciertos cronistas de la época como de un valor inestimable, el asunto se develo porque en la residencia de una señora de apellido Tinedo, gran devota de San Francisco de Asís, amiga de toda lealtad y consideración de los frailes capuchinos, además prima de Fray Liborio Chacín, quién a la sazón era uno de los predicadores del antiguo convento, llamado en sus tiempos “lengua de oro” ignórolo el porque de los porque,  y además familiar cercano de Fray José Antonio Tinedo, de respetada recordación y autoridad del viejo Convento, en muy lejanos y mejores tiempos.

Fue el caso que, la señora Tinedo vivía en su propiedad, una casa propia cómoda y muy distinguida, por ser de techos de tejas entre las otras de enea que formaban la última cuadra de la otrora Calle Independencia; se cuenta que esa casa se comunicaba por una “puerta de agua” con el Callejón La Limeta, erase ésta la prolongación de la Calle Nueva Zamora, hasta encontrarse con la Calle de El Jabón, o sea, la que luego se llamó Calle Ayacucho; el mencionado callejón estaba conformado en torno de unas miserables casuchas, habitada por gente inculta y de protervos hábitos, el nombre de Callejón de La Limeta le había sido proporcionado en recuerdo de un pavoroso crimen en ese lugar acaecido y según afirmaban los testigos, el arma involucrada se trataba de una lima ancha, de cortantes estrías y afilada punta; finalmente Gobierno y Policía de la época, cansados de las riñas frecuentes y sangrientas que tenía por teatro el indigente Callejón  La Limeta, decidieron cerrar el famoso callejón, dándosele luego el nombre de “El Tapón” a la cuadra próxima.

Los Franciscanos in comento, según las lenguas de los moradores de aquella pérfida comarca, enterraron su tesoro en aquella notable casa de la devota e insospechable señora Tinedo y se marcharon a España, quedando en el Convento de Maracaibo solo cuatro frailes, entre estos Fray José María Alvarado; luego sobrevendría la muerte de la señora Tinedo además de la venta de la casa donde supuestamente habían enterrado el tesoro los Frailes, tiempo después se demolió el inmueble y se levantó una nueva edificación.

Pasillo de circulación con sus pisos de madera.
Cuentan los cuentos, dimes y diretes, es decir la vieja tradición oral maracaibera, que el comprador, demoledor y nuevo constructor sobre la que fuera residencia de la señora Tinedo, de cuyo nombre no se guardó memoria, se “sacó” el tesoro de los frailes y lo vivió y gozó con gran mesura y discreción, hasta que la pelona es decir la muerte, vino por él a este mundo.

Así desapareció el supuesto tesoro de los susodichos frailes capuchinos, afanosamente acumulado durante más de 300 años, a fuerza de ahorros, privaciones, donaciones y diezmos; pagos de misas y otras cantadas, obras pías, demás devociones y sacramentos, entre otros.

También cuentan los cuenteros, que el “Entierro de los Frailes” fue sigilosamente ocultado por ellos en el famoso túnel subterráneo, cuya entrada estaba debajo de la escalera que accedía a la segunda planta del viejo Convento, y con sobrada razón, como consecuencia de la disolución de la Orden y confiscación de sus bienes en tiempos del General y Presidente Guzmán Blanco, quién fuese un declarado anticlerical, éstos muy precavidos y temerosos, escondieron el tesoro en algún lugar del subterráneo del Convento, sólo de ellos conocido. Fijando señales de complicada identificación, tal cual como aseguran quienes tuvieron acceso de un antiguo manuscrito encontrado dentro de un libro del Convento de San Francisco, escrito por ellos en estos términos y cifras… -48 PS Norte 7 con 19 Varillas. Resto Márquese en cruz hasta el cuadrado de mármol 999 con 21 0 x 0 donde hay cinco formas consagradas mirando el Norte M K 6 y 3 11- de ser así en ese sitio estará.

JLReyesM.





lunes, 10 de abril de 2017

La Estrella de la Mañana.

Todas las tardes a la hora del ángelus, seis de la tarde, tía Espíritu encendía la radio de Mamá Carmela, donde siempre estuvo sintonizada la emisora “La Voz de la Fe” donde se transmitía el Santo Rosario en vivo por el legendario Padre Olegario Villalobos Reyes, mi abuela en su venerable ancianidad tomaba su Rosario y seguía sus oraciones por la transmisión radiofónica, de ese modo la fui viendo día tras día hasta que tanto la abuela como la quebrantada voz del Padre Olegario se desvanecían con el paso de los años, Mamá Carmela solo escuchaba y el Padre Olegario, olvidaba la secuencia de las cuentas del Rosario y era auxiliado en su rezo por las señoras que le acompañaban en la devoción Mariana.

De aquel sensitivo recuerdo y del venerable rezo del Rosario, conservo mi atención al escudriñar el cielo en su madrugada y antes del alba, observar y maravillarme en el inmenso y recóndito cenit azul, a una destacada y solitaria estrella en su firmamento, entonces llega hasta mi una figuración mental de una letanía particularmente mística “Estrella de la Mañana”.

Mamá solía levantarse mucho antes de salir el Sol, para prepararnos el desayuno a mi hermana Sara y a mi en nuestra rutina de ir a clases, mientras mamá disponía su cocina, yo memorizaba las tablas matemáticas sentado en la mesa, y de vez en cuando miraba por la ventana el fondo del patio de la casa y en el lejano y oscuro horizonte del cielo veía con denuedo el rotundo titilar de aquella lejana estrella solitaria, comparando el bello resplandecer de la estrella con la consecuente letanía del rosario, y cada vez que escucho y medito el Rosario identifico ese pasaje con la estrella que me extasiaba desde niño y desde la ventana en el patio de la casa.

El Padre Olegario Villalobos Reyes 
llamado por su pueblo “El Padre Olegario” 
nace en Maracaibo por el año de 1888, 
cuando niño fue monaguillo de la iglesia 
Santa Bárbara ayudando al Padre Carlos Flores, 
en Mérida se Licencia en Teología 
diputado por Perijá ante la Asamblea 
Legislativa del Estado Zulia 
y Concejal por la ciudad de Maracaibo, 
en 1920 fundó el Asilo de Ancianos, 
funda en 1939 la emisora La Voz de la Fe 
la primera emisora católica de América del Sur, 
en 1954 construye el Hogar Clínica San Rafael 
y en 1961 la iglesia de la Virgen de Coromoto 
en el sector Los Olivos de Maracaibo, 
funda también el desaparecido diario La Columna 
y en su honor una parroquia marabina 
ostenta su nombre Olegario Villalobos. 
Una canción muy nuestra y popular, de nuestro Simón Díaz “Mi Querencia” comienza precisamente –Lucero de la mañana préstame tu claridad para alumbrarle los pasos a mi amante que se va- esa preciosa poesía cantada la disfrute tantas veces en las oportunidades que viajando por nuestro país, por sus infinitas carreteras y caminos y en plena madrugada, miraba al profundo cenit azul a través de la ventana de la camioneta, subiendo montañas o atravesando valles o inmensas planicies de nuestra geografía, mientras me seguía como segura compañera una Luna enamorada y a su lado la fulgurante estrella, la estrella de la mañana.

Este espectáculo luminoso en nuestro cielo terrestre, conocido también como Lucero del Alba se debe a la presencia del planeta Venus cuando es visible al amanecer o bien al atardecer cuando es llamado Estrella vespertina o Lucero de la tarde, en el mundo es conocido en inglés como Morning star en francés Étoile du matin y en alemán Morgenstern literalmente Estrella de la Mañana teniendo una linda connotación poética y mística.   

Debido a la órbita del planeta Venus respecto de la Tierra, es visible durante la noche solo las tres primeras horas después del atardecer al oeste y las últimas tres horas antes del amanecer al este, siendo el objeto más luminoso en el cielo después del Sol y la Luna.   

En la iglesia católica nuestra, designa a Cristo mismo de acuerdo al libro del Apocalipsis en su capítulo 22 versículo 16 está escrito “Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”; y desde la antigua tradición católica es comparada a la Virgen del Carmen con la estrella de la mañana en Latín Stella Maris, es decir, Estrella del Mar ya que según la fe católica nuestra, es la patrona de los marineros, pues en la inmensidad del Mar guía con su luz a puerto seguro, puerto éste que sería Cristo Jesús mediante la devoción a la santísima Virgen María, madre de Jesús y madre nuestra.

De tal manera, la Estrella de la Mañana en las letanías Lauteranas, es una invocación mística a la Virgen María en la oración del Santo Rosario, devoción que rezada con atención y fe aleja de nuestras vidas al maligno, el artífice de la mentira, la tristeza y el dolor; por eso es importante conocer estos detalles y sentir profundamente el fuego místico del Espíritu Santo mientras rezamos el Santo Rosario.

José Luis Reyes Montiel.