sábado, 14 de octubre de 2023

Esplendor alucinante.

De aquel sacrosanto espacio urbano, estaban tres antiguos Hatos,
el adquirido por mi padre Pascual Reyes Albornoz, bajando 
la avenida 13 el Hatico del señor Antonito y el de la otra esquina
pasando la cuadra desde mi casa, la casa del viejo Hato donde por los años
1990 y 2000, degustamos las ricas empanadas y pastelitos, no se si aún exista.

Una foto compartida por el señor Nerio León en su portal de Facebook, me traslado al año 1966, cuando mi padre Pascual Reyes Albornoz, nos trasladó desde nuestra casa de “El Saladillo” en la calle Venezuela, hasta otra de sus propiedades ubicada en la intersección de la Calle 69A con avenida 13 del conocido sector maracaibero llamado “Tierra Negra”.

Esa casa de la esquina, mucho me hace recordar nuestra añeja vivienda familiar de Tierra Negra, no exactamente la de ésta magnífica fotografía, pues sin duda refleja un viejo Hato de los primeros años del siglo XX con su tradicional estilo arquitectónico zuliano, sin embargo, el poste y su lámpara del alumbrado público por su ubicación respecto de la casa, como también el árbol frondoso situado al frente y del lado izquierdo de la casa, emotivamente me sugiere que se trata de esa propiedad de mi difunto padre Pascual Reyes Albornoz.

Por cierto, el señor Manuel Simón Gutiérrez Pirela, comentó sobre ésta foto: “Yo la tengo reseñada como Delicias” es decir, ubicado por el sector Las Delicias, que, en ese entonces, eran suburbios de la ciudad de Maracaibo, según la tradición oral, comenzaba donde estaba situada una estación de suministro de gasolina, conocida como "El Control" pues desde ese lugar partian unidades de transporte de personas y cargas de mercadería hacia el otrora Distrito Mara, Santa Cruz, El Moján, Sinamaica, Paraguaipoa y demás poblaciones hasta la Guajira Venezolana.

Al leer ésta referencia del señor Gutiérrez Pirela, no me quedó duda se trataba del sector Tierra Negra, por lo pedregoso del terreno como podemos observar en un primer plano y adyacencias de la excelente fotografía, por abundar “Piedras de Ojo” en las arenas del patio de mi casa, con las cuales hacía con barro puentes, muros y pequeñas carreteras jugando con mis carritos de plomo.

Otro aspecto de la foto a resaltar, es la derechura de la intersección vial, la ubicación tan perfecta de la casa en la esquina, la avenida por donde viene bajando, a mi juicio, de sur a norte, el camioncito, que a mi parecer es una “Chirrincherra” Wayuu, tratábase de camiones a los cuales se les colocaba en su chasis una armazón de madera, con asientos y soporte de brazos a los lados a modo de los Escaños de iglesia, donde los Wayuu viajaban de Maracaibo a la Guajira y viceversa, colocando sus capoteras de viaje y mercancías sobre el techo de la Chirrincherra. 

Es como si la Chirrincherra viniese bajando de 5 de Julio a Cecilio Acosta, por la avenida 13 de Tierra Negra, figurándomelo actualmente, tiene hasta la pendiente, ve que cresta, que te lo digo yo, que tanto anduve en bicicleta por esas calles.

Otro detalle es la señora Wayuu, paradita al margen de la carretera de arena, resulta que, en la esquina diagonal a mi casa, existía aún y a pesar de las nuevas quintas y edificios, entre las avenidas y calles del sector Tierra Negra, una ranchería Wayuu, les estoy hablando de los años 1966-1968, en esa ranchería era muy popular y de todo el sector la china Natalia, matrona de los guajiros de aquella ranchería, recuerdo que estaban sus casitas construidas con tablas de madera y techos de paja, supongo eran eneas.

La señora Natalia, le vendía a mi padre carne de ovejo y chivo, que llamaban “Cecinas” traídos desde la Guajira en grandes Taparas de madera, que papá después aseaba y cortaba aquellas carnes de pellejos y grasa, para almacenar en la nevera y en su momento, mi madre preparaba en ricos guisos y revueltos.

Era común mirar el ir y venir de los Wayuu, cuando carajito le tenía miedo a las señoras vestidas con sus típicas Mantas, porque cuando me comportaba mal y no quería obedecerle, mamá me amenazaba con regalarme a las Wayuu, una vez iban pasando unas Wayuu de luto con sus Mantas negras, se veían tan lúgubres y tristes, que partí en carrera al fondo del solar del patio, huyendo de la posible sentencia de mi madre, que en paz descanse en la gloria de Dios.         

Un detalle, si fuese posible identificar el frondoso árbol como un “Almendrón” si es verdad ni cabría la menor duda que se trata de mi casa de infancia, por supuesto, no en ese original estado de antaño, ya que mi padre ejecutó en esa propiedad muchas mejoras y bienhechurías, que modificaron el perfil original del inmueble, también el terreno y la casa estuvo arrendado por años, para depósito y oficinas del desaparecido Ministerio de Obras Pública (MOP), órgano gubernamental encargado de la construcción de calles y avenidas, brocales y aceras, agua potable y servidas del otrora INOS en toda esa zona de Tierra Negra, cuando nos mudamos a esa casa, estaba todo muy cambiado, cercada con Ciclón sostenido por tuberías y portón del garaje, además las calles y avenidas de Tierra Negra estaban urbanizadas con casas y quintas, excelente asfaltado y cómodas aceras con altos brocales, que prometían un desarrollo urbano bien programado para nuestra ciudad, partiendo de esas áreas urbanas de Tierra Negra, Delicias y El Paraíso, hacia el resto del norte marabino.     

Mi padre, poco después mando a cortar el viejo Almendrón, el Comején peligrosamente dañó su tronco y ramas; tuve la suerte de comer de sus frutos, como el Mamón, el Almendrón es de muy poca pulpa, con un sabor algo ácido pero muy dulce, de forma de Nuez su fruto, tenía una semilla interior, muy gustosa como Alpiste, al comer su escasa pulpa, mi hermana Sara y yo, rompíamos el cascarroso envoltorio hasta llegar a la pequeña nuez en el centro del fruto.  

Para el año 1969, se fueron los Wayyu del terreno diagonal a mi casa, desapareciendo la ranchería Wayuu sustituida por modernas quintas, la de toda la esquina propiedad del señor Mirmero Valbuena, por su nombre nunca lo olvidé, del otro lado pasando la avenida 13 está la casa donde funcionó “Angus” el restaurante, hasta donde supe, esa casa tuvo varios propietarios, los Finol de Machiques, después la familia Andrade Viso, finalmente la adquirió el propietario de Angus.

Para 1976, mi madre vendió la casa y su amplio terreno al abogado Valerio Rincón Fuenmayor, su primo, después funcionó por años un taller mecánico, por los finales de los años 1990 lo adquirió la viuda del maestro Rhan, esa familia demolió la casa y levantaron sobre el extenso terreno un lujoso local de auto lavado, cauchera y taller, llegué a hacerle la gamuza y servicio a mi Fiat en dicho local, mientras esperaba conversé en varias ocasiones con la muy culta señora, me contaba anécdotas de su difundo esposo y sus giras internacionales como director de la Orquesta Sinfónica de Maracaibo.

Una foto evoca tantos sentimientos, archivo virtual de vivencias, escenas del pensamiento a la memoria, añorados lugares e instantes de mi infancia, querencias bonitas, otras tristes como la muerte de mi padre, su ausencia y la falta que nos hizo, aún niños mi hermana Sara y yo, solitos con mamá, tres habitantes de aquella casa y su terreno, el solar al fondo, mi sitio predilecto del día para mis juegos de infancia, mi imaginario nocturno, mirando acostado sobre el pavimento las estrellas entretejidas con las nubes en su paso de norte a sur, iluminadas como faroles por el obscurecido cielo flanqueado por la luz de la Luna llena, gozándome el sutil conjuro de la brisa en un arrebato esplendoroso y alucinante.

JLReyesMontiel.