sábado, 18 de julio de 2015

Una Familiar Devoción.

Dibujo en Power Ponit de la Capilla
de Nuestra Señora del Carmen,
en su estilo original, como yo la recuerdo,
notase que su campanario sobre horcones de madera
sostenía dos campanas de bronce
éstas desparecieron por los Vándalos inescrupulosos. 
En Maracaibo, por las estribaciones de la avenida Milagro Norte,  un poco más arriba de la avenida El Milagro, todo buen marabino debe saber porque así se llama, la virgencita amada otra advocación asume, es la de Nuestra Señora del Carmen, dicha devoción mariana tiene sus orígenes desde Tierra Santa allá en Israel, en un lugar denominado “El Carmelo” una colina conocida como “El Monte Carmelo” donde numerosos profetas rindieron culto a Dios, entre ellos los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir una vida de nazareno. En la antigüedad era una forma de oración, de penitencia y de austeridad durante los siglos,  III y IV, por piadosos hombres cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismísimo profeta Elías, quién fuera arrebatado a las alturas en un carro de fuego.

A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa procedentes de Occidente –sobre todo de Italia-  decidieron instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María. Allí construyeron la primera iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo. Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de culto mariano, ni tampoco, el título de la advocación, ni respondía a una representación en especial.

Quisieron si vivir bajo los aspectos marianos reseñados en los textos evangélicos: Maternidad divina, virginidad, inmaculada concepción y anunciación. Estos devotos que decidieron vivir en comunidad bajo la oración, castidad y austeridad, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas, y su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen.

Pues bien, en el entorno de aquel bonito paraje de Hatos bordeamos por una trilla de arena, convertida hoy en la avenida Milagro Norte, llamado “Santa Rosa de Tierra” fue el escenario del comienzo en nuestra ciudad de la veneración de la devoción mariana a nuestra Señora del Carmen también conocida como Virgen del Monte Carmelo, ya sus fiestas se celebraban cada 16 de julio en cada parroquia, caserío, pueblo o ciudad Zuliana, en fin, es una tradición católica la fiesta carmelita.

Los marinos son sus fieles devotos,
y es patrona de los  Ejércitos de Venezuela y Chile
Este 16 de julio pasado, fue una bella, sublime y emocionante sensación, despertarme desde la madrugada de ese día jueves con las tradicionales bombas que desde la iglesia de nuestra parroquia anunciaban las festividades de la Virgencita del Carmen, recordé enseguida la casita “Villa Carmen” donde pasé los primeros años de infancia, la capilla de la Virgen del Carmen situada diagonal a nuestra casa, la cruz de madera frente al oratorio mariano, y la vecina casa “Villa Virginia” de Raúl Tigrillo” Valbuena, amigo de mi padre Pascual Reyes, vi a Mamá lavando sus platos debajo del árbol de Guayacán, donde al pie de ese árbol se ataba a nuestro perro “Canelón”.

Escapulario de la Virgen del Carmen
dicen que el que lo lleva con devoción es protegido 
de las tribulaciones  y del mar tempestuoso, 
yo poseo uno obsequio de mi prima 
Carmen Villalobos Restrepo.
Son recuerdos, pero que sembrados en el corazón, consolidan la tradición, la fe y la devoción hacía nuestra Santísima madre María, madre de Jesús y nuestra, esperanza del cristiano, y no digo católico, para no sesgar, porque todo buen cristiano debe respetar y venerar a la madre de Jesús, quién es verbo hecho carne en el vientre virginal de María para la salvación nuestra y perdón del pecado original, y Jesús es Dios al lado del Padre y del Espíritu Santo, misterio éste insoslayable y divino.

Son muchas las que ostenta el nombre de Carmen en la familia, empezando por la abuela Mamá Carmela cuyo nombre era María del Carmen, mamá Carmen Domitila, su sobrina Carmen Romelia, Carmencita Briñez Montiel, Carmen Cecicilia y Carmen Teresa, en fin otras tantas de generaciones pasadas y actuales entre ellas mi hija Carmen Mercedes de Jesús.

Cuentan los viejos de “Santa Rosa de Tierra” que a finales del XIX comienzos del siglo XX, llegó en recuas de burro, un fraile capuchino, con sus enseres religiosos, dispuesto por sus superiores para edificar una capilla para devoción mariana, celebrando la eucaristía, debajo de un ya frondoso árbol de Ceibote plantado en la adyacencias del lugar escogido, mientras se levantaba por los fieles la pequeña iglesia; la devoción mariana se dedicó a la excelsa advocación de la Virgen del Carmen por la cercanía a la costa lacustre y por ser sus habitantes en su mayoría marineros y pescadores del lugar; la bella escultura alegórica a la Virgen del Carmen fue traída desde España, y se conserva colocada en el altar central de la Capilla, hoy como ayer situada en la plazoleta pero rodeada de las Villas Residenciales, muy reformada y adaptada al medio arquitectónico de la zona, pero muy diferente al estilo colonial original, este 16 de julio como tradicional e históricamente lo ha hecho recorrió cada rincón de esa zona del litoral del Coquivacoa y de las urbanizaciones desarrolladas en sus márgenes, como muestra del aumento de sus feligreses, de su devoción y amor mariano. Viva la Virgen del Carmen! Viva!.

José Luis Reyes Montiel.