sábado, 12 de octubre de 2024

Hatos de Paraguaná.

Durante mis vacaciones escolares, acompañado con Sara mi hermana y nuestra madre, visité desde carajito la Península de Paraguaná, cabeza geográfica de nuestra Venezuela, en el bravo estado Falcón de la región occidental del país. Además del vínculo con la familia Calles, dado el enlace conyugal entre mi primo hermano Enrique Briñez y Sonia Calles, sus hijos, mis primos los Briñez Calles, Néstor Luis, Manuel y Miguelito, con quienes compartí gratos momentos ya en mi juventud. Y durante mi adultez, casado con Mercedes y mis muchachos, fue nuestro periplo vacacional primigenio, encantados por sus playas y montañas de la sierra de San Luis, tal cual la región de los Andes venezolanos, paraísos vecinos de nuestro Zulia querido.

De aquellos recorridos vacacionales en la península de Paraguaná, me quedó el recuerdo del Hato de Doña Josefa Camejo y la visión de las ruinas del Hato del Gral. Juan Crisóstomo Falcón, de quién devino el altivo y bravo nombre de esa bendita tierra “falconiana”.

Gral. Juan Crisóstomo Falcón, Verga e' Toro en la mano,
Artífice de la Federación venezolana junto a Ezequiel Zamora y Antonio Guzmán Blanco.
prefirió su retiro en el campo peninsular a la vida citadina caraqueña.
Un dato familiar de Zamora y Falcón, eran cuñados,
Zamora casado con una hermana del Gral. Falcon.

De aquellas casas de Hatos paraguaneros, me quedaron sus olores de veranos guarnecidos y la alucinante presencia del silencio en sus interiores monásticos, avivados con el rasgar de la fuerte brisa en su paso por entre sus gruesos muros, aún conservo mi mirada hacia sus Majadas, donde el bamboleo de los árboles de Cují sombreaban las Tunas con sus espigadas espinas amenazantes, mientras los Cardones, en la extensión del Hato, montaban con su apariencia, una eterna guardia en el aquel monte sagrado.

Cerro "Santa Ana" ancestral.

Haciendo un poco de historia, desde la época española y hasta las primeras décadas del siglo XX, se construyeron en Paraguaná un modelo de casas muy identificadas con la forma de vida  de la elemental economía de la región, casas que por característica común, constaba de un corredor de entrada, pero, si era de una familia “pudiente” constaban de dos corredores de entrada y algunas hasta de un decorado pórtico, infaltable en toda casa, la sala, alcoba, cocina con fogón y horno, Aljibe (para almacenar agua), una Troja (almacenar el maíz, los frijoles entre otros granos), los corrales de animales menores y mayores, aves y de chivos; adyacentes al Hato se encontraba un Jagüey (Pozón abierto para aprovechar las escasas aguas de lluvias), además del sembradío de la “Huerta" y un poco más retirado el Excusado (orificio profundo y cavado en la tierra para descargar excrecencias humanas).

Podemos definir el Hato, tanto en el estado Zulia como en el estado Falcón, como una empresa familiar, básicamente es una unidad económica de producción agrícola, de los sectores rurales aledaños a los suburbios de nuestras ciudades de antaño, de las cuales dependía esencialmente aquella rudimentaria, pero, eficiente y eficaz economía regional; cuyos excedentes de producción se ofrecían en venta al público en los mercados de aquellas poblaciones y ciudades.


Sobre los materiales de construcción, puede visualizarse eran obtenidos de la misma tierra de Paraguaná, y su estructura de la madera de los árboles de Cují, Curarire y Caujaro muy abundantes en aquellos predios de Dios, para elaborar las varas y horcones para sostén estructural, amalgamados mediante un amasijo de barro y paja, como sobresalían las briznas de éstas por sobre el frisado interior de la casa, llamada por los viejos de antes, pared de bajareque.


Los techos pude observar, están armados siguiendo la tradicional técnica española, como en nuestras antañonas casas marabinas, con  varas y cañas, en el caso de éstas casas paraguaneras, entre vara y vara se cubren extendiendo cañas del árbol de Cardón, sobre éstas varas y cañas, se aflojaba una mezcla de barro y paja, amalgama sobre el cual se fijaban las tejas de barro cocidas a las brasas, con su típica forma de media Luna.

Con el inicio de las refinerías petroleras, los paraguaneros abandonaron su forma de vida rural, para dedicarse a las actividades de la industria petrolera, más cómodas y rentables, y fue precisamente a partir de ese proceso de urbanismo citadino, que dejaron de construir y mantener aquel centenario modelo de casas paraguaneras, y en consecuencia, sufrió igual degradación el “Hato” como unidad productiva rural, pasando a lo que hoy día han denominado los coterráneos “Rancho” quizás una alienación cultural, por el Rancho Texano, avenida por la época de la presencia norteamericana petrolera.

Afortunadamente, aún existen dignas muestras de aquellas casas de los Hatos paraguaneros, diseminados por entre sus pueblos de viejo linaje, contestes testigos de tiempos labriegos, de dura jornada y existencia tradicional, pasajeros de los Soles y las Lunas de Paraguaná.     

Abogado JL Reyes Montiel.








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