viernes, 30 de agosto de 2024

Una mirada al Sol.

Aspectos de un momento, lo vivido de la sencillez a la humildad, un sendero estrecho de pleno gozo en cada instante, un presente eterno, el pasado solo son recuerdos y el futuro incierto; cuantos se afanan en el ahora, para finalmente morir en su momento, cuando le toca a las puertas de su existencia el implacable arcano de la muerte.

De ningún modo pretendo afirmar el vivir sin obligaciones, el trabajo es decoro imprescindible del hombre honrado, sin trabajo el día a día resulta un hastío y la mejor manera productiva es procurarse de un empleo cónsono con nuestros talentos, para que nuestra labor sea la de un artífice creativo,  ser el mejor, no importa cuál trabajo, en tanto seas el mejor en tu empeño virtuoso.

Los hombres vanamente se afanan en atesorar riqueza, y es donde centro mi reflexión, así como el trabajo es parte de la vida, la contemplación es esencial para el goce de estamentos superiores del ser, como dice la palabra: “No solo de Pan vive el hombre”.

La filosofía es conteste con éstos conceptos vitales, sin embargo, quienes se entregan como esclavos a la generación de riqueza, dejando a un lado los aspectos más sublimes de su propia relación con el Universo, se pierden del mayor de los tesoros, aquel comprendido por los dones  que tan solo se llevarán a la tumba consigo mismo, su esencia vital, sus vivencias en virtudes y porque no, en sus defectos.

Pensaba ésta semana en el fatal desenlace e ineludible soplo de la expiración, así cuando nacemos suspiramos llorando, morimos en trance al infinito, las dos caras del periodo vital, como en las matemáticas un segmento entre dos puntos de una línea, la línea es la eternidad, el punto de inicio es nacer y el consiguiente punto la muerte, pero la línea continua es infinita, aunque en la didáctica explicación escolar, aparezca representada en el pizarrón como una línea simple.

Ese espacio entre gestación y pensar, cuando el que está por nacer viablemente se considera un ser humano, y aquella primera chispa de conocimiento consciente de nuestra existencia, nos revela el milagro maravilloso de vivir. Ya lo decía René Descartes, primero pienso luego existo. Aquel espacio vacío y sin pensamiento, discierno que así es la muerte, un profundo sueño, entre segmentos de una línea infinita y eterna, la vida.

Aristarco

Hoy me encontré entre mis recuerdos, la foto de mi Gato Aristarco, mi buen amigo incondicional y silente compañero de tragos, mirándome desde el mesón del patio de mi casa “La Milagrosa” en Maracaibo, estado Zulia, Venezuela; su mirada encierra toda la complejidad de un ser consciente, como negarle su condición de pensamiento, si su mirada refleja todo el cariño del mundo. En mis días de solariega paz familiar, el goce de compartir aquellos detalles que hacen grande aquellas cosas más sencillas, como las definía el poeta Aquiles Nazoa, son inagotables tesoros, regalos providenciales de entender nuestra relación con el cosmos universal, nuestro estrecho vínculo con la naturaleza.

Nada ni nadie puede desvincularse de la verdad, aquella que aflora del Derecho Natural, de las bases mismas de la perfecta creación de Dios, haciéndonos para la procreación de cada especie, varón y varona, macho y hembra, entre todos y cada uno de los seres vivientes; Einstein dictaminó que “Dios no juega a los Dados” porque entendió después de apreciar, estudiar y calcular el Universo, que nada resulta por el azar.

Y yo afirmo, todo está en una eterna relación intersubjetiva, tan sublime y profunda como profesa la prosa poética del inglés John Donne: “¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece? ¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla? ¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe? ¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo? Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.

JLReyesMontiel.  

viernes, 23 de agosto de 2024

Entre la mañana y la tarde.

Desde éste lado austral del continente suramericano, el clima del país que me acogió, Chile, comprende sus cuatro estaciones distinguibles,  en cuanto a la temporada invernal, viene la primavera floreciente con sus verdes acentuados y su benévolo clima, luego entra el verano caluroso, para darle paso al otoño visualizado con la caída de las hojas de los árboles y la hojarasca tendida como alfombras en las plazas y parques de la ciudad de Santiago.

Un detalle importante, el clima variable entre temporadas, va del frio al calor de un día para otro, como también de una semana para otra, eso depende, según he observado del movimiento de los vientos que llegan desde el inmenso océano Pacífico, Chile está tendido en línea entre sus aguas y el muro formidable de la cordillera Andina, creando un hábitat excepcional, respecto de otros lugares de éste continente.

La gran cordillera andina es la columna vertebral de América del  Sur, según se vea, comienza en éste extremo y termina allá en el norte de Venezuela, pasando por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, antes de desvanecerse en las Lomas de Cubiro, en el centro occidental estado Lara en Venezuela.

Una mañana en Santiago.


Atardecer en Santiago.

Yo, que he querido siempre las mañanas, las tardes me causan el trepidar de la nostalgia, la despedida de cada día, con sus ocasos y sus noches para irse a dormir, es como morir cada día, por eso las mañanas son mi alegría permanente, porque al despertar en ellas nazco nuevamente, me renuevo y reconstruyo con los primeros rayos del Sol, y vienen a mi memoria los más lindos momentos de mi infancia, cuando correteaba por entre los árboles del inmenso patio de mi casa familiar.

Gracias Dios creador por tu providencia y bondad, por cada día en sus mañanas, por regalarnos ese aliento de vida en abundancia, reflejo de tu liberalidad para con tus hijos que te temen y guardan tus mandamientos, aún pecadores como somos, tratamos de hacer bajo tu gracia infinita una vida sana, perseverando en tu voluntad hasta nuestra despedida al cosmos celestial.

Les decía, explicando el clima de éste lado de nuestro continente, porque a diferencia de Venezuela, nuestro clima solo evidencia invierno y verano, con sus lluvias o temporadas secas, salvo las regiones montañosas que se decoran sempiternas con una eterna primavera, beneficiadas por las alturas de sus cordilleras Andina y Central de la Costa, las selvas tropicales lluviosas de la Sierra de Perijá (Zulia), Sierra de San Luis (Falcón) y Sierra Oriental, y al sur de Venezuela el gran macizo Guayanés, con su arquitectura de tremendos y ancestrales Tepuyes, sembrados como fortalezas protectoras de la selva, bajo cuyo manto protector conviven los Yanomamis, Piaroa, Jivi, Yekuana y Pemón, hoy perseguidos por los depredadores del Arco Minero del padre río Orinoco, bajo los auspicios de un régimen de oprobio.

Ésta semana sus tardes inspiraron mi musa, publicando dos prosas, una dedicada al ocaso austral desde el balcón del departamento y con la vista del gran Cerro “Renca” cuyo nombre según leí, proviene de la lengua Mapuche el mapudungun, y significa “lugar pedregozo” el cual, tal como se pueden evidenciar en mis fotos, es un punto destacado en Santiago, visto desde ésta municipalidad de Quinta Normal y ubicado entre los municipio Renca y Quilicura, cuya prominente forma triangular, permite desde su cima la vista de una hermosa panorámica general de ésta capital de la República de Chile.

Musa ineludible, cargada de emociones afinadas de excelsa añoranza, allá, en el extremo norte de ésta nuestra América, quedó la patria bonita y  lejana, el país de mi niñez, juventud y crecimiento como padre de familia, la bendita geografía venezolana que recorrí  de occidente a oriente con mi esposa e hijos durante vacaciones escolares, desde la isla de San Carlos a Zapara, sus Andes, Lomas de Cubiro, Sierra de San Luis, Chichiriviche, Morrocoy, Choroní, Morros de San Juan, Ciudad Bolívar, Guayana, Puerto Ordaz y hasta los Castillos en la entrada del Delta del Orinoco.

JLReyesMontiel.








domingo, 4 de agosto de 2024

Los Lirios.

JL montado en el rucio moro
Las vacaciones de Julio-Agosto, por el año 1982, mi buen amigo y compañero de estudios Alberto Gallardo Valencia, me invitó a pasar unos días en “Los Lirios” una acogedora propiedad agrícola y de animales de corral, situada algo retirado de la ciudad de Maracaibo pasando el Country Club, si bien recuerdo, un sector de exuberante vegetación de altos árboles de Curarire entre otros  de densos follajes.

Al borde de la carretera asfaltada, el portón de entrada daba la bienvenida a propios y visitantes, una trilla de arena, bordeada de sembradíos, conducía hasta la modesta estancia familiar, detrás de la casa estaban unas “Barbacoas” de Cilantro, Cebollín y Ají Misterioso, por otra parte,  flanqueando la casa la alambrada y casita de las Aves de Corral, entre Gallinas y Patos, sus polluelos haciéndoles caravana.

La casa y el terreno estaban bajo la custodia de una pareja de paisas, contratados por los padres de mi buen amigo “El Gallo” como se le llamaba entre nosotros, sus compañeros de estudios y bohemia juvenil.

Los padres de Alberto Gallardo, que en paz descansen en la gloria de Dios, El Dr. Gilberto Gallardo, especialista ginecólogo, y la señora Judith Valencia, profesional de la enfermería clínica, fueron personas de un excepcional trato afectuoso, de esas almas bondadosas empáticas y dadas a la conversación transparente, tan sinceros como atentos en todo momento, el Dr. Gallardo y su esposa la señora Judith, el uno para el otro en un amor profundo por su hogar e hijos, que daban la alegre bienvenida a quien los visitara en su casa de la calle 85, sector Las Delicias de Maracaibo.

De aquellos días de vacaciones compartidas con mi buen amigo, fuimos además de pasarla bien, para custodiar la propiedad los días de descanso correspondientes de la pareja trabajadora, encargada del mantenimiento de la Granja.

Durante el día uno estaba de verdad tranquilo, entre aquella paz y silencio ensordecedor de la soledad de ese bendecido espacio, pero, en la noche cada ladrido de los perros, cada ruidito en el techo y costados de la casa, alertaba la prudente atención de permanecer preparado ante cualquier contingencia, realmente solo estábamos Alberto y yo dentro de la casa, y en esos años de 1980 los amigos de lo ajeno ya comenzaban hacer desmanes en el campo zuliano.  

Afortunadamente se disponía de una escopeta artesanal, conocida como “Chopo” recargada con una baqueta cilíndrica por su cañón con polvora, taco plomo y taco para fijar la plomada, un fulminante colocado en la chispotera, accionada con un martillo disparador de resorte y PUM..! Con el cañonazo a cualquiera se le quitarían las ganas de husmear buscando que robar o quien sabe hasta de asaltarnos dentro de la casa.

En las mañanas, el mejor de los momentos, yo preparaba el despertar de un criollísimo desayuno, sobre plato y pocillo de Peltre, Arepas con Café con Leche, Mantequilla, Nata, Queso, recogía de la tapara en la Alacena unas frescas posturas de Gallina, que aderezaba con Sal, Pimienta y sazonaba con Cebollín y Ají Misterioso que desmontaba desde sus Barbacoas.

Cada despertar de esas vacaciones en “Los Lirios” a pesar de la noche azarosa, en la mañanita y al despuntar el Alba, antes del buen y reparador desayuno, ya había hecho mi rutina de ejercicios matutinos, en ese entonces pesaba 103 kilates, siempre peso pesado, recorría al trote el perímetro de la granja aprovechando el borde de lo que se conoce como corta fuegos, entre la alambrada de púas y el terreno enmontado.

“Los Lirios” su caballo rucio moro, la casita de resguardo,  sus animales y vegetación, mi amistad con “El Gallo” así como el entrañable recuerdo de nuestra juventud, con los madrugonazos estudiando el Derecho y su Justicia nos hicimos abogados en la Universidad del Zulia, para decoro y en honor de nuestros padres, los padres de mi amigo Alberto Gallardo tanto quisieron nuestro campo que se hicieron a su modo un lugar de encuentro familiar y añoranzas, ahora ellos son cuerpos celestiales, nos guían desde el cosmos infinito, dándonos la bendición de Dios.

JLReyesMontiel.  







                                                                                        

sábado, 3 de agosto de 2024

Libertaria Redención.


Foto de ese mágico momento,
desde mi viejo celular BlackBerry.

Aquella mañana fresca de febrero, unas Abejas revolotean entorno las flores, libando el polen de sus cálices, me regalan su presencia en las calles tristes de mi ciudad, ella mi amada esposa, me acompañaba como siempre, cuando detuvo nuestro caminar la escena frugal de la mágica polinización, con la humildad consagrada en las cosas más sencillas.

El Sol a medio cielo cortejó la sublime estadía, veníamos de algún Café solitario de nuestra ciudad apagada, todo es un silencio vago en mi ciudad antes bulliciosa, un silencio inmuto lleno de contradicciones que solo viven las sociedades en crisis.

Te extraño ciudad mía, cuando en el silencio de mi hogar, espero las horas nonas para refugiarme bajo la sombra cándida de los árboles y ante el gozo de la brisa fresca, agitando sus hojas con el rumor místico de almas penitentes, susurraba el viento, en el abandonado parque adyacente al edificio donde residí por última vez, en la ciudad del Sol Amada.

Te extraño ciudad mía, aquellos lugares preferidos y ausentes, estas presente cada mañana florecida, trasmutado llegó a tu encuentro, entre los brazos de tus arcanos me amparo, como me entregué tantas veces al regazo de mi madre, abrumado por la distancia espacial y el tiempo que me hiere, me hace falta tu Sol, me sofoca éste frío antártico que hiela mi sangre, en éstos confines australes de la patria grande americana.

Estás presente, con tu inclemente Sol fútilmente sometida y doblegada, se acerca el día cuando vuelvan sus rayos libertarios, tras las nubes despejando tu Astro Soberano, cuando la libertad sublime redima la afrenta de la vil traición, entonces volveré, como vuelven las abejas a libar tus flores en la mañana.

JLReyesMontiel.