sábado, 29 de septiembre de 2018

Lluvia gallarda e incauta.

Desde mi ventana (Foto y estudio mía).
Anoche llovió intensamente, deslumbrada la madrugada por los relámpagos de la tormenta noctambula, desperté y abrí mi ventana, el aire frío entró sigiloso y mordaz,  apague el aire acondicionado para saborear los perfumes invernales que humedecían la tierra y llevaba el viento desde las humedecidas hojas de los árboles.

Cuantas imágenes frescas y sutiles pasan por mi mente esta madrugada, mirando desde mi ventana el horizonte lluvioso, me recuesto sobre su marco y dejo mi cara al libre rubor de las pequeñas gotas espoleadas por la brisa, retomando otros paisajes y mañanas floridas, érase entonces un muchacho,  y con el Sol despuntando al alba andaba por el abrojal del patio, mis pies se humedecían del rocío impregnado en la diminutas hojas del monte, entonces las espinas, el dolor  punzaba en mis dedos y como ahora, siento su presencia y ausencia en el espacio, ahora ¡Solitario y triste! Los recuerdos se desatan profusamente y como los poemas que afloran sin cesar se agolpan deslumbrando mi pensamiento en elocuentes lagrimas, gotas apiladas del rocío mañanero y cuando niño esta imaginaria ausencia. Como los quiero ahora aquí junto y siempre a mí. Mis dos gotas de rocío.

Y aunque la vida es dura y duele, también tiene sus lugares para el aprecio de la maravilla existencial recurrente y solaz, como esta madrugada lluviosa y edificante, adornada de luces vibrantes y resplandecientes en los lejanos ecos del trueno peregrino, como tocas mi corazón y mi alma lluvia bendita, abres mi pecho en surcos como la tierra tu caudal fluyente, gallarda, cándida e incauta.


JLReyesMontiel.   

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