sábado, 7 de abril de 2018

Apostarse la vida.

En la avenida La Limpia estaba situado por muchos años y hasta mediados de la década de 1980 el hipódromo de Maracaibo, lugar de apuestas y encendidas competencias propiciados por propietarios de veloces corceles y sementales junto a los fanáticos del hipismo,  ahí mismito donde hoy se levanta parte de una moderna urbanización y el centro comercial Galerías Mall.

Visitado por mi persona en una oportunidad, corría el año 1981 por entonces con mis 21 años de amancebada mocedad en compañía de un personaje que mas que amigo lo que quería era investigarme pues yo procuraba a una de sus cuñadas; el caso que jamás en mi vida y a pesar de que conocía del ecuestre sitio marabino nunca y en honor a la verdad me había propuesto menos preocupado por conocerle, pues sencillamente veía en eso una perdida de tiempo, salvo por la belleza de las epónimas bestias, que fue el único aspecto que llamo mi atención cuando lo visité.

Sentado y desde las gradas viendo correr los caballos y escuchando la algarabía de los espectadores, recordé a mi madre, por un viejo cuento que alguna vez me contó sobre su grupo de amigas y amigos de juventud y compañeros de trabajo, entre ellas su amiga de toda la vida la señora Hilda Villalobos quién por muchos años fue la asistente del Dr. Silvestre Rincón Fuenmayor primo de mama.

Me contó mamá que solían su grupo de amigos ir a las carreras de caballos en el Hipódromo de Maracaibo para pasear los fines de semana y como descanso de su semana laboral en la otrora y vieja Clínica Guadalupe de  la calle Carabobo, donde mamá trabajaba al lado del consultorio del Dr Rincón pues ella era asistente de radiología del Dr Méndez Romero, por cierto hoy no existe dicha clínica, solo su vieja edificación que tiempo después no se ahora es la seda del acervo histórico regional como insomne testigo de las correrías en esa renovada calle del casco central de la ciudad.

En uno de esos paseos su amiga Hilda llamó la atención a mamá –Carmencita vos nuca apostáis a los caballos, aposta chica no seas pichirre ¿Cómo vais a ganar si nunca  apostáis?. Mamá mas por pena ajena que  por el juego apostó ese día de pago de fin de mes, debió ser en un mes de Abril por que contaba mamá que había brisa y buen Sol, el asunto fue que ganó el caballo seleccionado por mamá, –suerte de novata, le dijo su amiga Hilda, pero es que Dios premia la buena fe sin duda, y mamá se traslado a taquilla para reclamar su apuesta, luego los del grupo de amigos entre ellos Hilda procuraron a mamá –a bueno ahora la ganadora brinda, a lo que mamá dio caso omiso y los dejó on los ojos claros y sin vista.

Al llegar el lunes, Hilda echándole bromas a mamá, le dijo –Ajá Carmencita vos si sois pichirre te hiciste la loca y no nos brindaste, mamá seguía haciéndose la desentendida y termino brindándole un café a su amiga Hilda. Ese cuento me lo contó mamá una de aquellas noches, escuchando el tango "Por una Cabeza" en la voz de su ídolo Carlos Gardel, y terminó diciéndome - El dinero vale hijo y no se puede malbaratar, aún si la suerte lo pone en tu camino y menos aún si es producto de tu trabajo, el juego es juego así como se gana también se pierde y son muchos los que en una noche entre juegos y copas pierden todo por el vicio, el jugador puede terminar apostando hasta su vida.

JLReyesMontiel. 








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