domingo, 18 de junio de 2017

El Señor Julio Barboza.

La señorial y culta Maracaibo de antaño.
De maestros albañiles, ebanistas y artesanos de la construcción, gozó de buen talante y arte nuestra ciudad de Maracaibo, para muestra abundan hoy dignas representaciones arquitectónicas diseminadas a lo largo y ancho del centro marabino, en edificios y casas muy características que le dieron a nuestra ciudad una fisionomía propia que la distinguía del resto del país, definiendo su personalidad física.

Herederos de aquella tradición y conocimientos de las técnicas de albañilería sabían los hermanos Barboza, hijos del señor Julio maestro de obras, como se les decía a los profesionales de la construcción cuando aún no habían llegado los estudios de la ingeniería civil a nuestra región; sin duda alguna aquellos verdaderos artesanos constructores, eran de lo mejor en sus técnicas de mampostería dejandonos una obra levantada con esmero y que perdurara por muchos años en calidad y solidez.

El señor Julio Barboza era un autentico patriarca, había casado en tres ocasiones, y con cada señora tuvo una prole numerosa, siendo sus hijos continuadores de la vocación de su papá, salvo dos que yo conociera, Rafael Barboza que se dedicó a la mecánica automotriz y Nerio Barboza que se dedicó al comercio, el resto estuvo siempre al lado de su padre Don Julio Barboza hasta su muerte, en labores propias de la albañilería.

A los hermanos Barboza y a su ya anciano padre el señor Julio Barboza, tuve la dicha y suerte de conocerlos una fresca mañana de Diciembre, sería un poco más o menos del año de nuestro Señor de 1969, para esa ocasión tenía nueve años, y fueron contratados por mamá para hacerle a nuestra casa una serie de mejoras y bienhechurías en sus estructura para reacondicionarla, pues la vetustez le ganaba al progresivo deterioro de sus antiguos cimientos elaborados con horcones de madera de Curarire, varas de Mangle y techos de Caña Brava, paredes de cal y canto llamado Piedra de Ojo, materiales de construcción muy empleados como materia prima por hallarse en las proximidades de nuestra región Maracaibera.

Durante esa fecha decembrina los Barboza trabajaron en mi casa, conociéndoles muy de cerca en su trato y conversación, pues eran muy entusiastas, familiares y bromistas, además de tomar conocimiento de sus técnicas de trabajo artesanal, ya que mientras trabajaban iban comentándome como se debía mezclar el cemento, en porciones de arena, granzón y agua, para asegurar su buena pega y aplicación, como aplicar la brocha de pintura sobre la pared, cuánta agua se puede aplicar para rendirla y el secreto de aplicar huevos frescos de Gallina para fijarla a las paredes, como instalar un toma corriente o apagador de luces, como evitar fugas de agua en tuberías y como enroscarlas y hacerles rosca, en fin, hice de mi conocimiento muchos buenos datos que posteriormente me han ayudado a ahorrarme una plática haciendo yo mismo esas tareas de la casa para las que se contrataría un plomero o albañil.

Muchacho entonces, gustaba de hacerles maldades a los hermanos Barboza y como era tiempo de navidad y yo era muy aficionado a jugar con fuegos artificiales, les lanzaba petardos encendidos mientras trabajaban, causándoles con su explosión sorpresa y susto; otros ratos después de la hora del almuerzo en sus viandas, escuchaba su conversación y hasta cantaban acompañados por el cuatro de uno de los hermanos Barboza cuyo nombre ahora no recuerdo pero que lo tocaba muy bien y entre ellos mismos interpretaban duetos en jocoso e improvisado contrapunteo.

El señor Julio Barboza, legó a sus hijos una tradición como maestro de construcción, un autentico artesano de la albañilería, en su ejemplo y día a día les enseñó no solo un digno oficio, les mostró además su esencia de caballero de una sola palabra, cabal y servicial, el ser una persona como ciudadano ejemplar y fiel amigo.


Uno de los últimos trabajos para los que contraté la mano de obra de los hermanos Barboza fue en mi casa “La Milagrosa” donde me construyeron Julito, “Cocoy” y Nelsón un tanque de agua subterráneo, colocaron las losas del patio, jardineras, adobes y alberca; recuerdo mucho a “Cocoy” como le decía los Barboza a uno de sus hermanos el que más recuerdo por su especial y particular afecto que me dispensó, cuando terminaron el trabajo en mi patio me dijo… -José Luis teneis una placita en el fondo de tu casa José Luis-.  

JLReyesM.




     

No hay comentarios: