sábado, 23 de noviembre de 2013

“La mordida del Sapo”

…a mi primo Antonio Briñez Montiel

El fin de semana pasado, aprovechando las festividades de la Chiquinquirá, visite en su lecho de enfermo al primo Antonio Briñez Montiel,  me dijo conmovedoramente pero con la serenidad de una nube que surca el cielo  -te esperaba para despedirme de ti- ese es el primo Antonio.

Antonio, uno entre los tantos primos conversadores, no desaprovecha una oportunidad familiar para intercambiar opiniones y dialogar con la gente, esto lo hace ser muy apreciado por propios y extraños, tiene esa particularidad de caer bien a primera vista, manteniendo siempre su palabra franca y llana, con una gesticulación de su mirada y cejas que lo caracterizan.

A su encuentro, desde mis tiempos de estudiante, recordamos nuestras andanzas cuando aún adolescente y él hombre maduro, llenó con sus consejos y cuentos de la vida, aquella ausencia tan necesaria de la figura paterna, pues mi padre falleció el año 1967; apenas llegué al umbral de la puerta de su habitación soltó la misma sonrisa de oreja a oreja de siempre, muy a pesar de su convalecencia el ánimo figuro en su estado y reincorporado apenas logro superar su efisema pulmonar, consecuencia del alto consumo de tabaco, Antonio mientras conversaba inhalaba bocanadas de humo de cigarrillos.

Así y conversando de todo, hablamos sobre Cabimas, Antonio se residenció muchos años en aquella ciudad de la costa oriental del Lago, ya que siendo sobrino de Monseñor Guillermo Briñez Valbuena, obispo de Cabimas para esa época, trabajaba en su casa parroquial, llegando a conocer cada rincón de esa población y muy especialmente a su gente, en el auto MG de Amalia su hermana, siendo temas de largos cuentos y chistes que Antonio atesora de esos tiempos.  

Llegamos de ese modo, al tema de la Maracaibo de ayer, y me contó que por las inmediaciones del extinto Mercado de Los Buchones, en la desaparecida calle La Marina, en la esquina de dicha calle existía en ese entonces un local de venta de comida denominado “La Esquina de la Marina” donde almorzaban los comensales trabajadores entre otros comerciantes de la zona,  diagonal a dicho local de comida, precisamente estaba el taller de zapatería y residencia del famoso repentista Zuliano Antonio Briñez, pues sino lo sabían, el poeta de vivo verso, tenía por oficio elaborar calzados a la medida y de zapatero remendón.

Cuenta Antonio,  que su retío Antonio Briñez, ya viejo cuando lo conoció su papá Manuel Briñez Valbuena, tenía la virtud de conversar en verso, a cada palabra o conversación, pregunta que se le hacía el respondía con un verso tozudo y sardónico, lleno de un fino humor negro, que los distinguía.

El caso fue, que un poco antes de la esquina de La Marina, donde estaba el viejo restaurante, se encontraba una secreta casa de citas donde las profesionales del más antiguo de los oficios ofrecían las delicias de Afrodita a sus clientes, entre ellos uno de aquellos comensales del restaurante, un gordo y rico comerciante del mercado, que solía de vez en cuando después de almuerzo visitarlas, hasta que uno de esos días, al parecer al lujurioso señor, le falló su corazón y de un solo mamonazo cayó muerto el hombre.

Imagínense, en la provincial Maracaibo de la época, lo que implicaba el escándalo de una noticia como esa, donde los chismes de la gente iban de puerta en puerta como reguero de pólvora; al infartado comerciante, lo sacaron ya muerto de la casa de citas y su voluminoso cuerpo no era precisamente algo disimulado para evitar los comentarios y diretes de los curiosos, quienes lo trasladaron por toda la calle La Marina hasta el local de su negocio allí mismo en el Mercado de Los Buchones.

Fue así como la noticia llego a la zapatería del versado Antonio Briñez, en la voz de uno de tantos curiosos quién le preguntó al poeta, -¿supo lo que le pasó a las putas?-  y sin demora el astuto Briñez le respondió así:

“Nadie sabe en La Esquina
lo duro que muerde un Sapo
una mujer con su papo
mató a un hombre en La Marina”

José Luis Reyes Montiel.
Avenida de Las Industrias llamada La Marina, Maracaibo.


  

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