sábado, 18 de febrero de 2017

La Cruz del Sur.

Tempranito antes de despuntar el alba me levanté esta mañana, me puse mis medias, interior, mono, zapatos deportivos y franela, emperifollado para mi caminata del día, a Dios gracias ya sin bastón y con paso largo caminé olímpicamente, brazos extendidos y acompasados al ritmo de mis piernas, disfrutando la matinal y fresca brisa, refrescando mi rostro, una grata caminata respirando el amanecer de nuestra ciudad. 

En el cielo me acompañó la Luna en menguante a pleno cenit, y las estrellas titiritaban en su horizonte diáfano y oscuro, el despejado cielo me regaló el hermoso instante cuando al cruzar la segunda esquina me encontré sobre y por entre las copas de la arboleda de la calle la grandiosa y mística constelación estelar de la Cruz del Sur, clarita y maravillosa, deslumbrante con sus extremos perfectos y muy bien dibujada al sur de nuestro espacio cósmico marabino, tal cual como la veia niño y desde el patio de mi casa añeja.

La Cruz del Sur es una constelacion o grupo de estrelas que figuradamente conforman una cruz y esta en el sur desde donde ha servido de guia para los navegantes, mirandola bien coforma una cruz perfecta con cuatro estrellas en sus puntas. Se observa en el hemisferio Sur, especialmente entre las noches de febrero a marzo de cada año, sobre todo a la personas que viven al sur del continente americano, antiguamente hace unos 2.000 años en tiempos del nacimiento de Jesucristo, esta constelación se dejaba ver en el oriente medio, entre Jerusalen. Mesopotamia y Persia, por los meses de febrero a marzo, por lo que pudo tratarse de la constelación que guió a los Reyes Magos al nacimiento de Jesús, esto se puede comprobar mediante un simulador estelar remontandonos al cielo nocturno de esa época.

Así se dejaron llegar otros bellos amaneceres entonces con mis 18 años, trotando por mis calles de La Pomona entre la urbanización y la popular barriada donde viví mi juventud, salía de mi casa pasando la cuadra del Café Imperial, bajaba por la avenida principal pasando frente al antiguo Cine Lido hacia Sabaneta, cruzaba hacia la urbanización Urdaneta y tomaba nuevamente por la avenida Sabaneta hasta cruzar en la iglesia de San Miguel Arcángel para retomar hacia mi casa, mientras tanto el Sol apenas dejaba asomar sus primeras ráfagas de luz sobre la encumbrada mañana. 

Ayer como hoy, retomo entonces este abandonado camino superando una mórbida obesidad que minaba mi existencia, entregando al Señor Dios mi día a día, dándole infinitas gracias por el milagro concedido en mi suplica de hace año y medio, cuando sentando compartiendo un domingo con mis hijos y esposa en el patio, Ezequiel me tomo una foto conversando con Elías, al verla me observé tan inútil e inflamado, que prometí iniciar un proceso reductivo de peso, poco a poco, así comencé y hoy gracias a Dios, al Dr. José Gregorio Hernández y mi virgencita La Milagrosa, caminó cómodamente mis 16 cuadras a lo redondo dentro de mi sector de la Urbanización  La Victoria de esta Maracaibo nuestra. 

Caminando mirando mis pasos y sobre el granzón del asfalto de las calles, pasa también en su caminata el tiempo inexorable, como las aguas de un río, indetenible, preciso y sin pausa, constante y sin apremio alguno, somos nosotros los que apuramos el paso de las horas; apresurando el tiempo cuando estudiantes deseando pase rápido el periodo escolar para graduarnos y finalmente ser profesionales, y luego en el trabajo también, cuando deseamos la hora de salida para llegar a casa y echarnos a ver televisión después de premiarnos el día de labores comiendo, ese es nuestro mayor error, no sembrar el bello tiempo existencial, derrochado en inocuas horas desvividas, afianzando un mañana que al punto llegará con o sin apremio, inexorable y fatal. 

Me queda la dicha de haber asumido una vida sana, si algún pecado he cometido ante tanta maldad de este mundillo infesto, estoy en pañales y de biberón en comparación con tanta alimaña repugnante con la que me he topado en todos esos años, excrecencias humanas medrosos e intranscendentes; así como también he tenido el honor y la dicha de conocer gente honorable, cordial y buena, por lo que doy también gracias a Dios por haberlos tratado y acreditado.

-Lo que pasa es lo mejor- decía mi madre Carmen Domitila Montiel Fuenmayor, con todo y su segundo nombre, pues no era muy de su agrado precisamente, el cual muy a su pesar papá Luis el abuelo, así lo decidió para la pila bautismal en homenaje a la patriota y heroína zuliana Domitila Flores. 

Entonces no debe ganarnos jamás la terrible afrenta de la tristeza y el desencanto, cuando la vida es tan bella y vulnerable, vivir cada segundo con la esperanza firme en Dios Señor Nuestro y Jesucristo su Unigénito, con su Santa Madre María y todos los Santos del cielo, Arcángeles y sus Ángeles, en el ejemplo de los mártires y en el ejercicio pleno de las bondades propias de un cristiano. 

Confieso, como todo hombre he cometido graves pecados, no he sido un ser humano perfecto y menos aún un cristiano ejemplar digno a imitar, pero repito como mamá –lo que pasa es lo mejor- cuando se vive bajo el temor a Dios, Él cómo un Faro en la costa nos indica el camino en el turbulento mar de la vida, porque ese temor al pecado nos hace libres, porque no hay mandato divino ineficaz, todos sus preceptos son infalibles y apegados a una justicia infinita y eterna.

Por eso, mirando la gran Cruz del Sur, impertérrita, tan firme en el horizonte de nuestro continente, hacia el Sur en oposición al Norte, grande e inmensa con sus brazos abiertos a nuestra incauta vista para entre estos días de febrero a marzo de cada año, como saludándonos en el tiempo y en el espacio como símbolo de nuestra esperanza, recordándonos nuestra efímera y frágil existencia, diciéndonos que somos un farrago de pizca al hálito de una evocación. 

José Luis Reyes Montiel.   

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